Facundo el altruista

La pasada jornada de la Euroliga se recordar¨¢ en el futuro. Hasta cinco equipos anotaron por encima de los 100 puntos y tres partidos se decidieron en la pr¨®rroga. Este momento estelar con finales apretados, muchos puntos y r¨¦cord de anotaci¨®n de varios jugadores, no se podr¨ªa entender sin otros compa?eros capaces de provocar situaciones previas de ventaja. Facundo Campazzo se uni¨® a la brillantez estad¨ªstica por algo que nuestro deporte siempre entendi¨® como parte clave del juego: el pase de canasta. Hasta 17 asistencias le contabilizaron al base madridista (su r¨¦cord absoluto), en la victoria frente al Valencia por 110-99.

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Campe¨®n como sea

Cualquier aficionado al baloncesto tiene desde siempre un ojo puesto en los artistas del pase. Pero la consideraci¨®n de lo que era una asistencia cambi¨® su criterio en los noventa en Europa. Previamente, solo se otorgaban cuando el jugador encestaba libre de marca, pero debajo del aro. A partir de entonces se contabilizan al llamado modo NBA: una asistencia es, b¨¢sicamente, cualquier ¨²ltimo pase que finalice en canasta, siempre que el compa?ero no tenga que ejecutar otro movimiento previo al tiro botando el bal¨®n.

El r¨¦cord de Campazzo pone en valor a uno de los grandes especialistas fuera de NBA (Calathes, de Panathinaikos, claramente ser¨ªa otro), y un modo de entender el juego que siempre tuvo al llamado playmaker, al base de toda la vida, como principal protagonista. Pero no solo. Aunque el baloncesto no ha parado de evolucionar, los ingredientes de un pase de canasta siguen siendo los mismos. Dicen que la asistencia refleja ausencia de ego¨ªsmo. Es curioso, porque el entrenador seguir¨¢ privilegiando a sus mejores pasadores con muchos minutos en cancha. ?Por qu¨¦ lo llamar¨¢n altruismo cuando es pura y simple orientaci¨®n a la supervivencia?

Pero ese primer ingrediente, la altruista supervivencia, solo devuelve verdaderos r¨¦ditos si la t¨¦cnica est¨¢ a la altura. ?Son ustedes diestros de mano? Hagan esta prueba. Col¨®quense en la parte izquierda de la cancha, a nueve metros de la canasta. Salgan en direcci¨®n hacia la l¨ªnea de banda, e imag¨ªnense perseguidos por un rival 20 cent¨ªmetros m¨¢s alto, 20 kilos m¨¢s pesado y casi igual de r¨¢pido. Encuentren en su camino de repente a otro rival, todav¨ªa m¨¢s grande, agitando sus brazos para cortar el bote. Intuyan, entonces, a un buen tirador del equipo situado en la esquina contraria del campo, con apenas un metro de ventaja sobre el defensor. E intuyan tambi¨¦n, sin poder levantar casi la vista, a dos compa?eros situados con sus correspondientes rivales entre medias de su estresado lugar en la cancha y del m¨¢s tranquilo del destinatario del pase.

Den la orden a su mano menos dominante para enviar el bal¨®n a trav¨¦s de todo ese tr¨¢fico, con la fuerza ideal para que llegue bien al compa?ero y que a la vez pueda sorprender al rival de ese llamado lado d¨¦bil de la pista, el lugar que siempre acaba subrayado como clave en la pizarra del entrenador. Y tengan clar¨ªsimo, por supuesto, que el receptor del pase es de nuevo Trey Thompkins, que lleva cuatro a?os en el equipo gan¨¢ndose el sueldo desde esa baldosa y, lo que a usted claramente le interesa, que ya lo hizo dos veces en las cinco ¨²ltimas posesiones.

Dec¨ªa el pintor que la inspiraci¨®n ten¨ªa que pillarle en el taller. Al playmaker es bueno que le pille dando muchos pases de canasta... para que su altruismo siga cotizando al alza.