Boca reina delante de Maradona
Los ¡®bosteros¡¯ se alzaron con un triunfo que River cre¨ªa tener en la mano y dej¨® escapar de la forma m¨¢s dolorosa
Juan Rom¨¢n Riquelme permanec¨ªa impasible en su mirador de La Bombonera. Sorb¨ªa mate y contemplaba la locura sobre el c¨¦sped: Boca Juniors, el Boca que ¨¦l mismo hab¨ªa reconstruido en unas pocas semanas, acababa de arrebatarle a River Plate la Superliga argentina. En una ¨²ltima jornada no recomendable para cardi¨®patas, los bosteros se alzaron con un triunfo que los gallinas cre¨ªan tener en la mano y dejaron escapar de la forma m¨¢s dolorosa, entre errores arbitrales y fallos incomprensibles. Boca venci¨® al Gimnasia y Esgrima de Maradona (1-0), y River no logr¨® pasar del empate (1-1) ante Atl¨¦tico Tucum¨¢n. Tan fr¨ªo como cuando jugaba, ubicado siempre en el centro del universo, Riquelme asisti¨® sin levantar una ceja a un momento hist¨®rico.
Fue una temporada tormentosa para Boca. Tras un nuevo fracaso en su obsesiva b¨²squeda de la Copa Libertadores, y con el equipo sometido a la prudencia t¨¢ctica del t¨¦cnico Gustavo Alfaro, el club celebr¨® elecciones el 8 de diciembre. Como si Boca respirara al mismo ritmo que Argentina, Mauricio Macri, que acababa de perder la presidencia de la Rep¨²blica, perdi¨® tambi¨¦n el control que desde 1995 ejerc¨ªa sobre la m¨¢s popular instituci¨®n futbol¨ªstica del pa¨ªs. Su candidato, Christian Gribaudo, fue derrotado por Jorge Amor Ameal, quien presentaba un programa con un solo punto fundamental: dar a Juan Rom¨¢n Riquelme todo el poder en la gesti¨®n deportiva.
El hombre tranquilo tom¨® de inmediato unas cuantas decisiones fundamentales. Dio las gracias y el adi¨®s a Gustavo Alfaro, y fue a buscar a Miguel Russo, el t¨¦cnico que en 2007 hab¨ªa alzado la ¨²ltima Copa Libertadores de Boca, para confiarle de nuevo la direcci¨®n del equipo y pedirle un f¨²tbol ofensivo. Russo acababa de superar un c¨¢ncer devastador y a los 63 a?os se le consideraba ya retirado: no todo el mundo aplaudi¨® la elecci¨®n de Riquelme. Luego, el hombre tranquilo tuvo una larga charla con el viejo ¨ªdolo Carlos T¨¦vez, marginado por Alfaro, y le pregunt¨® si a¨²n ten¨ªa ganas de jugar a la pelota. El Apache T¨¦vez respondi¨® que s¨ª.
Y Boca cambi¨® r¨¢pidamente. Russo alej¨® al equipo de su ¨¢rea, orden¨® a los laterales Buffarini y Fabra que corrieran hacia la puerta contraria, entreg¨® el tim¨®n a Campuzano y envi¨® a T¨¦vez, de 36 a?os, a buscar goles. Todo sali¨® bien. En dos meses, Boca empat¨® un partido y gan¨® cinco. T¨¦vez marc¨® cinco veces. Y marc¨® por sexta vez el s¨¢bado, a falta de un cuarto de hora para el final. El gol vali¨® una Superliga. Por si su importancia no hubiera quedado clara, tambi¨¦n rechaz¨® casi en la l¨ªnea el bal¨®n que habr¨ªa dado el empate a Gimnasia y el t¨ªtulo a River.
Mientras, en Tucum¨¢n, River Plate hac¨ªa honor a su leyenda negra. La del equipo que se quiebra en los momentos decisivos. Esa leyenda que da origen al apodo gallin¨¢ceo. Boca hab¨ªa remontado. River, en cambio, empat¨® los dos encuentros previos a la ¨²ltima jornada. A¨²n ten¨ªa un punto de ventaja, sin embargo. Le bastaba con ganar al Atl¨¦tico Tucum¨¢n. Su afici¨®n pelear¨¢ mucho tiempo con la pesadilla tucumana: a River se le anul¨® un gol legal, se le negaron dos penaltis bastante evidentes y en los minutos de la verdad, cuando sab¨ªan que Boca ganaba y que necesitaban romper el empate a uno para ser campeones, sus jugadores se ofuscaron por completo. Corr¨ªan como pollos sin cabeza y remataban como pollos sin cabeza. Tras dominar desde el principio la competici¨®n, la perdieron de la forma m¨¢s triste.
Pasadas las 11 de la noche, Riquelme dej¨® el mate y baj¨® a celebrar con el equipo. Mientras bailaba entre la euforia probablemente pensaba ya, como cuando llevaba el 10 a la espalda, en su pr¨®ximo movimiento.
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