El Monza, el ¨²ltimo juguete de Berlusconi
Il Cavaliere compr¨® el peque?o equipo lombardo del Monza y, tras subirlo de categor¨ªa, promete ahora colocarlo en primera la pr¨®xima temporada
El club se asomaba a la desaparici¨®n, el estadio era una ruina y ¨¦l estaba aburrido en su mansi¨®n en Arcore, un peque?o pueblecito lombardo, a solo tres kil¨®metros de Monza, despu¨¦s de haber vendido el AC Milan a un empresario chino. Su buen amigo y mano derecha en todas las aventuras futbol¨ªsticas, Adriano Galliani, ya hab¨ªa sido en los a?os setenta propietario del club que ahora se pon¨ªa de nuevo a tiro. Fue f¨¢cil convencerle. Silvio Berlusconi, a sus 83 a?os, a?oraba el olor del c¨¦sped mojado, bajar al vestuario a bromear con los jugadores y esa extra?a adrenalina que le acompa?¨® siempre cuando empezaba un proyecto de cero. ¡°Esto es algo puramente rom¨¢ntico. Este club, fundado en 1912, nunca ha estado en la Serie A. Y el objetivo era lograrlo en 24 meses¡±, explica Galliani al tel¨¦fono. Los plazos se han cumplido ya en el primer a?o.
Adriano Galliani, curtido en mil batallas futbol¨ªsticas, conoce las entra?as de este deporte en Italia mejor que nadie. Cuando el 20 de febrero de 1986 Berlusconi compr¨® el AC Milan y le coloc¨® como consejero delegado, comenzaron tres d¨¦cadas prodigiosas en las que el club logr¨® 29 trofeos, con cinco Champions y ocho scudetti. Tras una turbulenta ¨¦poca de juicios, problemas pol¨ªticos y malos resultados futbol¨ªsticos, el ex primer ministro vendi¨® el club a un comprador chino en 2017 por 740 millones (deudas incluidas). Y todos en Monza sue?an ahora con ver c¨®mo su equipo se convierte en la nueva joya del f¨²tbol europeo. Pero el camino es muy largo, admite Galliani, que piensa en modelos de crecimiento como el del peque?o Atalanta, que ha logrado formar un equipo muy s¨®lido que dej¨® en la cuneta al Valencia en esta Champions. ¡°Cuando llegamos era un desastre total. No se pod¨ªa jugar en el estadio, el centro de entrenamiento estaba en condiciones desastrosas. Hemos reconstruido toda la iluminaci¨®n¡¡±, apunta.
El Monza, comprado por Fininvest, el conglomerado de empresas propiedad de Berlusconi, en septiembre de 2018 al empresario Nicola Colombo por 3 millones de euros -su presidente es ahora Paolo Berlusconi, hijo del magnate-, era el l¨ªder en solitario del grupo A de la Serie C, la tercera categor¨ªa italiana, cuando los campeonatos fueron interrumpidos a principios de marzo por la progresi¨®n de la pandemia del nuevo coronavirus. El equipo, entrenado por un ex del Milan, Cristian Brochi, llevaba 15 puntos de ventaja al segundo y la Federaci¨®n italiana de F¨²tbol confirm¨® los ascensos a la Serie B de los l¨ªderes de los tres grupos. Falt¨® la esperada foto del Cavaliere levantando la copa en el centro del campo con sus jugadores.
El olfato de Galliani va acompa?ado, como en los viejos tiempos, de la chequera de Berlusconi. El club lleva invertidos unos 14 millones de euros (ninguna entidad en esa categor¨ªa lo hab¨ªa hecho jam¨¢s) y piensan volver a sacar el talonario de nuevo este verano para firmar unos siete un ocho nombres que garanticen el ascenso a la Serie A. ¡°No tenemos miedo de declarar los objetivos de ascenso. Ya ha pasado con otros equipos. Sucede a menudo que el empuje de la victoria en Serie C te puede terminar impulsando a la Serie A. F¨ªjese en el Spal, el Crottone, el Parma, el Novara o el Frosinone. No ser¨ªa la primera vez. Y esperamos que se pueda repetir¡±.
Berlusconi, que ahora se encuentra en Niza refugiado de la pandemia de la covid-19, est¨¢ encantado. En la ¨²ltima cena de Navidad con los jugadores desempolv¨® su arsenal de chistes sobre sus haza?as de alcoba micr¨®fono en mano. En el Milan, donde se convirti¨® en el presidente de un club de f¨²tbol m¨¢s laureado de la historia, ya le gustaba sugerir sus t¨¢cticas a los entrenadores. Y antes de que comenzase el encierro se divert¨ªa de nuevo dando consejos y yendo al estadio de vez en cuando, cuenta su amigo Galliani. ¡°En los vestuarios antes del primer partido dijo: ¡°Quien cree, combate; quien cree, supera los obst¨¢culos; quien cree, gana. Esa frase se ha convertido en el lema del vestuario¡±.
El sue?o, claro, es repetir una gesta como la que llev¨® a cabo en el AC Milan, que llevaba tiempo hundido cuando lo compr¨®. Aquel mismo verano sac¨® la chequera y trajo al equipo rossonero a jugadores como Roberto Donadoni, Daniele Massaro, Dario Bonetti y Giovanni Galli. Aquel recuerdo lo impregna todo y, en un primer momento, Berlusconi ofreci¨® sin ¨¦xito el mando del Monza a Arrigo Sacchi, su entrenador fetiche en las grandes noches de San Siro. Pero no habr¨¢ m¨¢s conexiones con aquella ¨¦poca y, de momento, no llegar¨¢ ning¨²n nombre vinculado a aquel periodo. Lo ¨²nico que est¨¢ claro es que, si se siguen los criterios est¨¦ticos impuestos a los futbolistas por Berlusconi, tampoco podr¨ªa hacerlo ninguno de los grandes del mercado actual.
Los integrantes de la plantilla del Monza, advirti¨® a su llegada, tendr¨ªan un ¨²nico patr¨®n: la ejemplaridad en la vestimenta, la imagen y la conducta. La primera frontera para jugar en el equipo era ser italiano y joven. Pero adem¨¢s, pensaba exigirles ir bien arreglados, empresa para la que ¨¦l mismo pensaba proporcionar un peluquero gratis a todos los jugadores. ¡°Lo tendr¨¢n para lucir un peinado cl¨¢sico, no podr¨¢n llevar barba ni tatuajes y su uniforme o vestimenta tendr¨¢ un corte sobrio¡±. Il Cavaliere quer¨ªa tambi¨¦n que ese grupo ejemplar de italianos se dirigiesen a los ¨¢rbitros ¡°como caballeros¡±. Todo ser¨¢ relativo cuando lleguen los t¨ªtulos. Hoy los tatuajes siguen en sus brazos, pero han logrado el primer objetivo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.