Procedimiento est¨¢ndar de emergencia
Aunque a menudo pueda parecer lo contrario, el Bar?a sigue siendo propiedad de sus socios y fueron estos los que, de manera abrumadora, depositaron su confianza en Bartomeu
Todav¨ªa no se ha cumplido una semana desde el mayor naufragio en la historia del club y en Barcelona ya no se habla de otra cosa que no sea la buena pinta que tiene el nuevo socorrista. ¡°As¨ª se las pon¨ªan a Filippo II¡±, podr¨ªa declarar el tristemente famoso capit¨¢n Francesco Schettino si le gustase el f¨²tbol, siguiera con cierta atenci¨®n la actualidad del Bar?a y su opini¨®n, en un giro diab¨®lico del destino, pudiera interesarle a alguien.
Huir hacia delante y buscar el abrigo del viejo ¨ªdolo es el tipo de maniobra que solo puede ser aceptada como procedimiento est¨¢ndar de emergencia en un club como el catal¨¢n: ocupado democr¨¢ticamente, anestesiado socialmente y acostumbrado a los chutes de adrenalina para combatir las siempre peligrosas paradas cardiorrespiratorias. ¡°No dimito por responsabilidad¡±, dijo el presidente Bartomeu en una entrevista organizada el pasado martes por Bar?a TV: ah¨ª es nada. Como en el celebrado mon¨®logo del humorista Miguel Lago sobre el incidente del Costa Concordia, solo le falt¨® decir aquello de ¡°manejo mejor desde esta ubicaci¨®n las labores de rescate. Y bueno... Si encima me traen un gin-tonic, ya ser¨ªa una cosa loca¡±. Por suerte o por desgracia, sigue siendo hombre de frases hechas y pocas palabras.
En realidad, solo hay una raz¨®n por la que Bartomeu no debe dimitir, la m¨¢s poderosa de cuantas se puedan esgrimir: tiene la legitimidad de su parte, la concedida por los 25.823 votos cosechados en las ¨²ltimas elecciones a la presidencia del club. Aunque a menudo pueda parecer lo contrario, el Bar?a sigue siendo propiedad de sus socios y fueron estos los que, de manera abrumadora, depositaron su confianza en el entonces presidente interino para dirigir las riendas de la entidad por un periodo de seis a?os m¨¢s. ?Por qu¨¦ deber¨ªa dimitir ahora Bartomeu? ?Por qu¨¦ el equipo encaj¨® ocho goles en Lisboa y no cuatro, como el a?o pasado en Liverpool? Parece un argumento peregrino y hasta infantil, en especial cuando acumula faltas m¨¢s graves e indecorosas en su curr¨ªculo que un simple descalabro deportivo. Pero el f¨²tbol es as¨ª de caprichoso, de pasajero, y por eso se aferra Bartomeu al cargo anunciando la llegada de Ronald Koeman como remedio a todos los males: una buena parte de los que anteayer clamaban por su dimisi¨®n, estar¨¢n dispuestos a despedirlo con honores si el holand¨¦s da con la tecla de aqu¨ª a marzo. Es la ley primera del f¨²tbol y la demostraci¨®n palpable de que el Bar?a no es tan especial como se cree. Lo fue, qu¨¦ duda cabe, pero renunci¨® a ese factor diferencial el d¨ªa que invisti¨® a Bartomeu como presidente frente al modelo rom¨¢ntico y cruyffista de Laporta.
Ahora que vienen mal dadas se apela, justamente, a todo cuanto se pretendi¨® destruir en 2015: un acto reflejo de supervivencia que retrata a una parte importante de la masa social del Bar?a y define, pr¨¢cticamente al detalle, la personalidad resiliente y camale¨®nica de Bartomeu. Suya es la frase ¡°votar s¨ª a la moci¨®n de censura es votar no a Johan Cruyff¡±. La del capit¨¢n Schettino, todav¨ªa m¨¢s indecorosa pero igual de v¨¢lida cuando uno solo trata de escurrir el bulto, fue ¡°no abandon¨¦ el barco, es que me ca¨ª en un bote¡±. El sentido de la responsabilidad no es solo una cuesti¨®n de irse o quedarse.
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