Suiza nos dej¨® sin el Mundial de 1958
Con Di St¨¦fano en plenitud, la selecci¨®n espa?ola se qued¨® fuera de la cita mundialista tras un 2-2 en el Bernab¨¦u en el que no pudo romper el cerrojazo del rival
Cuarta en el Mundial de 1950, Espa?a no se clasific¨® para el de 1954. Aquel fue el mayor berrinche en la historia de nuestro f¨²tbol, porque la eliminaci¨®n se produjo ante Turqu¨ªa, enemigo tel¨²rico, y en circunstancias casi grotescas.
As¨ª que la clasificaci¨®n para Suecia 58 se afront¨® con ansiedad. Se trataba de ganar una liguilla contra Suiza y Escocia. Se daban por descontados los cuatro puntos contra Suiza, y luego habr¨ªa que empatar en Escocia o al menos perder por menos de lo que gan¨¢ramos aqu¨ª.
Nos estrenamos con Suiza el 10 de abril de 1957, en un ambiente de euforia. Conven¨ªa golear por si empat¨¢bamos a puntos con Escocia. Hab¨ªa base para pensar as¨ª: Di St¨¦fano se hab¨ªa nacionalizado espa?ol para dejar su plaza de extranjero a Kopa y 40 d¨ªas antes hab¨ªa debutado con la selecci¨®n ante Holanda, el mismo d¨ªa que Luis Su¨¢rez. La delantera era colosal: Miguel, Kubala, Di St¨¦fano, Su¨¢rez y Gento. Aquel partido se present¨® como homenaje a los exiliados h¨²ngaros, escapados del aplastamiento de la revuelta nacionalista por los tanques de Kruschev. De aquel exilio masivo le llovieron a Espa?a estupendos futbolistas. Espa?a gan¨® 5-1.
Chamart¨ªn se llen¨®, con 100.000 entusiastas y Franco en el palco. Manuel Meana, el seleccionador, repiti¨® delantera. Pero Holanda por aquellos tiempos era una mar¨ªa, y Suiza no. Hab¨ªa eliminado a Italia en el Mundial 54 y ven¨ªa de empatar con Alemania y de ganar a Italia en sendos amistosos. No ten¨ªa jugadores brillantes, pero funcionaba.
Suiza hab¨ªa inventado el cerrojo. Verrou lo llamaban all¨ª. Su promotor hab¨ªa sido un austriaco, muchos a?os seleccionador suizo, llamado Karl Rappan, jugador mediocre pero t¨¦cnico sagaz, que consciente de que sus jugadores no eran tan buenos como los de otros pa¨ªses, decidi¨® sacrificar un medio para colocarlo detr¨¢s de la defensa, libre, para corregir huecos. Bajaba un interior a la media y obligaba a los extremos a trabajar hacia atr¨¢s, para compensar. Escog¨ªa en la media un buen lanzador y jugadores r¨¢pidos, para contraataques que sorprendieran al rival adelantado.
Esta vez cambi¨® algo el libreto: retras¨® al delantero centro, Meier, dejando ocioso a nuestro central, Heriberto Herrera. Los laterales Or¨²e y Canito esperaban abiertos a que atacaran por ah¨ª los laterales. Pronto, en el 5¡ä, se col¨® por los huecos el interior H¨¹gi II, un rubio escaso de pelo, y adelant¨® a los suizos.
Entonces empez¨® el partido verdadero, Espa?a contra una muralla. Para empeorarlo, como Di St¨¦fano y Kubala jugaban arrancando desde atr¨¢s, Meana coloc¨® a Luis Su¨¢rez en punta, una funci¨®n que le era desconocida. Sin terreno por delante, Gento no pod¨ªa lucir su velocidad y jug¨® mal. Mejor estuvo en la otra banda el canario Miguel, m¨¢s habilidoso. Kubala, muy lento ya en su juego, ralentizaba todo. En la media Maguregui empujaba, pero Garay, central en su equipo, no daba aportaci¨®n v¨¢lida. Encima llov¨ªa y el suelo pesado ayudaba a los defensores.
El tap¨®n empezaba a desesperar al p¨²blico cuando en el 29¡ä Luis Su¨¢rez empata con un zurdazo raso a un bal¨®n que Di St¨¦fano le hab¨ªa conseguido colar entre la turba de piernas. Luego sigue la carga fuerte y sorda hasta el descanso, alterada por algunos contrataques que provocaban pausas de silencio en el rumor continuo de la grada.
A la vuelta, en el 48¡ä, Luis Su¨¢rez encuentra a Miguel, que marca el 2-1. Parece que el problema ya est¨¢ resuelto: ahora se hundir¨¢n, piensa el Bernab¨¦u. De hecho, Espa?a enlaza diez minutos de muy buen juego, en los que consigue penetrar, pero el meta Parlier responde bien. Y, de repente, con media hora por delante, Espa?a se hunde, agotada por el esfuerzo sobre el barro. S¨®lo Maguregui y Di St¨¦fano parecen ya en condiciones de cargar.
?Pero hacen falta goles! El ataque se desordena, los extremos lanzan centros altos que Su¨¢rez, que no es cabeceador, no puede alcanzar. Y llega el desastre: en el 67¡ä, Miguel falla en un pase retrasado que intercepta Baumann, el lanzador, y la cosa acaba en un segundo gol de H¨¹gi II: 2-2.
El roto se agrav¨® cuando el 8 de mayo perdimos con Escocia 4-2. Toc¨® recibirlos el 26 del mismo mes y ese d¨ªa el Bernab¨¦u no lleg¨® a media entrada. Hasta Franco se abstuvo, en previsi¨®n de bronca, dejando que presidieran los Marqueses de Villaverde junto al Sha de Persia y su c¨¦lebre esposa, Soraya. Esta vez ganamos 4-1. Faltaba vencer en Suiza (se hizo, por 1-4) y esperar que Escocia no pasara del empate all¨ª¡ Pero gan¨® y se confirm¨® el mal presagio: aquel absurdo 2-2 nos dej¨® sin ir a la cita de Suecia 58.
Ser¨ªa el Mundial del Brasil de Pel¨¦. Nos quedamos sin saber qu¨¦ hubiera hecho en ¨¦l la Espa?a de Di St¨¦fano, entonces en su plenitud.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.