Un exceso de realidad en el deporte
Once jugadores de rugby se lanzaron sobre un joven de 18 a?os por la espalda y le patearon la cabeza hasta matarlo
Dicen que el deporte es un trasunto de la vida. Tambi¨¦n suele ser un trasunto de la sociedad en que se desarrolla. Y eso no siempre es bueno. A veces, la realidad m¨¢s oscura inunda el nivel m¨¢s fr¨¢gil y sensible del deporte: el de los j¨®venes.
Fernando Langenauer, director de la pensi¨®n juvenil de Independiente, descubri¨® en 2018 que varios de sus chicos eran contactados a trav¨¦s de las redes sociales con ofertas de sexo. Hay que hacerse una idea del contexto. Los chavales que viven en esas pensiones proceden del interior del pa¨ªs, generalmente de familias humildes, y conocen la soledad a una edad muy temprana. Bastantes de ellos aceptaban someterse a abusos sexuales a cambio de alg¨²n dinero, de unas botas nuevas, de un pasaje a casa en autob¨²s o de una simple recarga en la tarjeta de transporte urbano.
La directiva de Independiente denunci¨® los hechos y la investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa de Avellaneda descubri¨® que hab¨ªa m¨¢s clubes y m¨¢s muchachos da?ados por una red de ped¨®filos en la que figuraba, por ejemplo, un ¨¢rbitro, Mart¨ªn Bustos, varias veces detenido y ahora mismo en arresto domiciliario a la espera de juicio. Hay 16 v¨ªctimas confirmadas. En total, han prestado declaraci¨®n 189 juveniles de ocho clubes. Noventa y nueve de los chicos, m¨¢s de la mitad, explicaron que hab¨ªan recibido ofertas sexuales.
Volvamos al contexto, el de unos muchachos sin demasiada formaci¨®n que aspiran a triunfar en el f¨²tbol. En cuanto el asunto se hizo p¨²blico, los chicos afectados tuvieron que soportar las bromas y los insultos de los rivales. Uno niega ser v¨ªctima pese a todas las evidencias. Otro huy¨® a su provincia y sufre ataques de p¨¢nico. Volvamos a otro contexto, el de una justicia, la argentina, lenta e irregular. La Corte de Casaci¨®n debe decidir a¨²n si lo que ocurri¨® es tipificable como abuso sexual o corrupci¨®n de menores; entretanto, a la espera de que se establezca el tipo de acusaci¨®n y comiencen los juicios, los seis principales acusados est¨¢n en libertad provisional o arresto domiciliario. Varios de ellos crearon nuevos perfiles y volvieron a acosar a los chicos.
Otra realidad distinta es la que afecta al rugby. En su escal¨®n m¨¢s joven y menos profesional, el deporte de caballeros se ha creado mala fama en Argentina. Son ya demasiados casos en que grupos de jugadores fornidos, casi siempre en manada, apalizan a otros muchachos, o a vagabundos, o a vigilantes de discoteca que tratan de cerrarles el paso. O graban en secreto sus proezas sexuales y las difunden. El rugby, en Argentina, tiende a identificarse con las clases altas, con el nacionalismo conservador y con un cierto desprecio por los pobres. Hay excepciones, por supuesto.
Pero los hechos son los que son. El s¨¢bado de madrugada, en la localidad veraniega de Villa Gesell, dos grupos se enzarzaron a empujones e insultos en un bar. Los vigilantes los expulsaron del local. Uno de los grupos, jugadores de rugby, sigui¨® al otro grupo; en cuanto uno de sus miembros qued¨® solo, once de los rugbiers (como se les denomina en Argentina) se lanzaron sobre ¨¦l por la espalda y le patearon la cabeza hasta matarlo. Los agresores, de entre 18 y 21 a?os, todos detenidos ya, a pesar de que uno de ellos trat¨® de huir con ayuda de su padre, est¨¢n afiliados a los clubes Atl¨¦tico San Isidro y N¨¢utico Arsenal de Z¨¢rate. Pertenecen a familias acomodadas. La v¨ªctima, Fernando B¨¢ez Sosa, de 18 a?os, era hijo ¨²nico del encargado (portero en Espa?a) de un edificio bonaerense y en marzo comenzaba la carrera de Derecho.
Alguien deber¨ªa revisar los valores que se imparten a los j¨®venes en los clubes de rugby argentinos.
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