Triunfa Guti¨¦rrez, desaparecen los ¡®Gutis¡¯
Se dir¨¢ que el t¨¦cnico dio un paso adelante para ser un gran entrenador y es verdad. Pero si ya no hay jugadores como ¨¦l ser¨¢ porque el f¨²tbol dio un paso atr¨¢s
So?ar hacia atr¨¢s. El partido del Real Madrid contra Unionistas fue un choque de trenes entre el antes y el ahora. Porque la Copa del Rey nos recuerda de d¨®nde venimos. Al Madrid le evoc¨® su ¨¦poca fundacional, cuando un grupo de amigos cre¨® un club que el tiempo llev¨® a la gloria. A los jugadores les revivi¨® sus inicios, cuando cualquier campo serv¨ªa para activar el sue?o del profesionalismo. Y a los viejos aficionados les record¨® tiempos de f¨²tbol en blanco y negro que no volver¨¢n. El Madrid siempre supo imaginar el futuro del f¨²tbol y ahora toca agrandar los horizontes mentales mejorando su estadio y visionando una Liga Europea. El Unionistas es una cooperativa nacida de la ruina de la Uni¨®n Deportiva. Iniciativa de gran valor popular que miramos con simpat¨ªa y hasta admiraci¨®n. Su haza?a es la misma supervivencia y los jugadores la honraron jugando con honor.
El dador de sangre. Casemiro siempre jug¨® al f¨²tbol como los soldados hacen guardias, atento a cualquier imprevisto. Con el tiempo su figura gan¨® autoridad, sentido estrat¨¦gico, presencia ganadora siempre que se dirime un combate y capacidad de desequilibrio cuando un partido se atasca. Frente al Sevilla marc¨® dos goles y, como el f¨²tbol actual vive del impacto, fue imposible no ver que aquel soldado lleg¨® a general. Ese tr¨¢nsito se lo debe a su inteligencia, con la que el tiempo fue haciendo su trabajo, pero sobre todo a su manera de sentir el f¨²tbol, al que le entrega su vida. Cuando Bale marc¨® su gol frente al Unionistas, su parco festejo transmiti¨® tal depresi¨®n que estuve a punto de apagar el televisor. Entonces apareci¨® Casemiro con la sonrisa de oreja a oreja y abrazando al goleador en lo que pareci¨® una transfusi¨®n de sangre futbol¨ªstica. A Bale no s¨¦, pero a m¨ª me sirvi¨® para seguir viendo el partido.
El malentendido. El Bar?a se busc¨® a s¨ª mismo en Ibiza sin encontrarse. La pelota pasaba de un jugador a otro como si el objetivo fuera hacer 1.006 pases despu¨¦s de los 1.005 que hizo frente al Granada. Es verdad que el toque preciso cansa al rival, pero antes debe servir para distraer, enga?ar y aclarar los caminos que llevan al gol. Hay veces que tenemos la sensaci¨®n de que el ¨²nico jugador que sabe que al f¨²tbol se juega con porter¨ªas es Messi. Seti¨¦n, que es un admirable profeta de la posesi¨®n, no debe dejar que el empe?o por tenerla se convierta en un malentendido. Dicen que hay muchas maneras de pasarse el bal¨®n, yo solo distingo dos: al pie o al espacio. En Ibiza, cuando el Bar?a convirti¨® en vicio el pase al pie, sufri¨® una humillaci¨®n. Y le bastaron dos pases al espacio para salir del aprieto.
De Guti a Guti¨¦rrez. El Almer¨ªa de Jos¨¦ Mar¨ªa Guti¨¦rrez atrae miradas y ya pisa el primer puesto en Segunda Divisi¨®n. Guti fue un jugador de culto al que no supimos interpretar. Lo ve¨ªamos como un hombre conflictivo. En realidad, se trataba de un hombre libre cuando el f¨²tbol empezaba a pedir jugadores sumisos para atarlos a una estructura colectiva. Lo que a Guti le cost¨® entender como jugador, el inteligente Guti¨¦rrez lo incorpor¨® de inmediato como entrenador. El Almer¨ªa juega bien, lucha y gana porque su entrenador ve el f¨²tbol con claridad y es exigente. Pero cuando lo veo en la banda me resulta imposible no sentir nostalgia por aquel jugador que inventaba algo nuevo en cada jugada. Se dir¨¢ que Guti¨¦rrez dio un paso adelante para ser un gran entrenador y es verdad. Pero si ya no hay Gutis en el campo, el que dio un paso atr¨¢s es el f¨²tbol.
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