El Celta choca contra el Eibar y su propia ansiedad
El equipo gallego sigue en puestos de descenso, incapaz de marcarle gol a un rival directo por la permanencia en un partido que domin¨®
En un partido fronterizo nadie cambi¨® de territorio: el Celta sigue en puestos de descenso y el Eibar no se aleja de ellos, ambos mantienen entre s¨ª una distancia de seis puntos en favor de los vascos. Pero le duele al Celta, que necesita que algo suceda, que muden tantas cuestiones por las que se afana y no logra variar. En un partido dominado por el cuadro vigu¨¦s, en el que puso el gasto para proponer y generar m¨¢s soluciones en ataque, no se movi¨® el marcador. Gener¨® as¨ª una sensaci¨®n agria que se acrecent¨® con el paso de los minutos. Para los vascos el triunfo era el premio gordo, pero el Celta un alivio, as¨ª que cabe deducir que la igualada satisfizo m¨¢s al equipo armero, que apenas ha perdido en uno de sus ¨²ltimos cinco partidos de Liga, el ¨²nico en el que concedi¨® gol.
A estas alturas el Celta ya sabe que pelear¨¢ por mantener la categor¨ªa, que su p¨ªrrica suma de puntos le condena al sufrimiento en una campa?a que hab¨ªa amanecido con aspiraciones europeas. En esa lucha anda de b¨²squedas, abrigado en un esquema (el 4-3-3) que el entrenador con el que abri¨® la temporada no consideraba id¨®neo por las caracter¨ªsticas del plantel. Escrib¨¢ se tuvo que ir y los hermanos Garc¨ªa Junyent tienen otra pauta. Pero sigue sin brotar la sinfon¨ªa. Y eso que, aunque sea a empellones, el equipo logra sobreponerse a sus urgencias y llama al f¨²tbol. Al Eibar lo someti¨®, lo borr¨® en algunos sectores del campo porque los chicos de Mendilibar apenas hicieron cosquillas a la zaga celeste cuando esta, incapaz de cerrar un partido sin sustos, se dej¨® hacer. Fue m¨¢s el Celta, que comenz¨® abrochado a Santi Mina, incisivo cuando se fue a la izquierda para causarle problemas a ?lvaro Tejero.
Creci¨® el cuadro local cuando tras un inicio fr¨ªo se atemper¨® en la presi¨®n y empez¨® a recuperar la pelota en campo contrario. Justo ese era el plan del Eibar, pero pocas veces lo cumpli¨®. Parti¨® de atr¨¢s con limpieza el Celta, encontr¨® espacios. Debi¨® marcar. Por ejemplo en una doble ocasi¨®n en la que primero Dmitrovic y luego Bigas frustraron los intentos de Fran Beltr¨¢n y Santi Mina. Caminaba el partido hacia la media parte, un tiempo en el que cab¨ªa esperar que el Eibar se rearmase para al menos ofrecer otra versi¨®n en ataque. Pero no pas¨® de tibio en un partido que se puso al rojo vivo porque al Celta le empezaron a comer las prisas. Apareci¨® entonces Aspas para trazar dos zurdazos desde el perfil diestro que obligaron a dos magn¨ªficas respuestas del portero Dmitrovic.
Pero con el apuro llegaron los nervios. Los de Pione Sisto, al que no le gust¨® que el entrenador lo sustituyese cuando quedaba media hora por jugar. En realidad tampoco le agrad¨® la decisi¨®n a unos cuantos aficionados, que silbaron el cambio. Todo acab¨® con un reproche de ?scar Garc¨ªa Junyent al futbolista. Quiz¨¢s no sea el momento de mirar por cuestiones individuales cuando el colectivo no logra engranarse.
Entre conflictos, ahogos y contratiempos, el Celta quiso y no pudo. Lo intent¨® hasta el final, con Aspas hiperactivo y siempre capaz de generar ventajas, con un bal¨®n al poste tras una falta botada por Olaza en la que la pelota transit¨® entre un mar de futbolistas para sacar veneno, con un remate final de Rafinha que se fue alto por un par de palmos. Se estrell¨® el Celta contra el muro del ?ibar. No es el ¨²nico contra el que choca. Hay otro propio, el de la ansiedad por la ausencia de buenos resultados, que no logra franquear y que cada vez parece m¨¢s grueso y elevado.
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