El fabuloso Higuita no deja de asombrar, y cada vez m¨¢s
El ciclista de Medell¨ªn, nuevo l¨ªder del Tour Colombia tras superar a Egan, Alaphilippe y Carapaz en un final espectacular en las calles de Santa Rosa de Viterbo
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
Si a alguien le dicen que la pel¨ªcula ¨Cporque aquello parec¨ªa una pel¨ªcula de esas tan perfectas, que tocan tanto la fibra, que saltan locas las ganas de aplaudir cuando el m¨¢s querido puede con los m¨¢s fuertes¨C se grab¨® en los ¨²ltimos metros de una Lieja o una Lombard¨ªa o un Mundial duro o una de las grandes etapas del Tour o del Giro, seguramente lo habr¨ªa aceptado sin rechistar despu¨¦s de verla y repasar su reparto y su desarrollo.
En ella luchan por el papel de protagonista el ¨²ltimo ganador del Giro, Richard Carapaz, que cuando ya se huele la meta y la expectaci¨®n de los aficionados, y su olor apaga el de los eucaliptos gigantes, tan bals¨¢mico, que invade el valle, ataca duro, dur¨ªsimo, como ¨¦l solo sabe, como lo hizo en el Giro llegando a Frascati, y dej¨® seco a Roglic; a por ¨¦l, cuando ya cree que tiene tomada la distancia exacta para su esfuerzo, a menos de 300 metros de la pancarta, salta el ciclista m¨¢s espectacular del ¨²ltimo Tour, en el que conquist¨® a todos sus compatriotas, Julian Alaphilippe, un especialista ¨²nico, que en dos pedaladas cierra un hueco de 20 metros, tan veloz va, tan fuerte; va fulminante, pero no va solo, a su sombra, diminuto, un casco amarillo brillante, un rostro enigm¨¢tico, ni un rasgo que delate sus emociones en ¨¦l, pedalea inteligente Sergio Higuita, y un pel¨ªn m¨¢s atr¨¢s el ganador del Tour, el gran Egan.
Cuatro de los mejores ciclistas del mundo se disputan la victoria de una carrera que no termina all¨¢, en Lieja o en Frascati o junto al lago de Como o en el Innsbruck de Valverde, sino en la Carrera 5 que desemboca en la gran plaza, junto al hotel Aerolito, de un peque?o pueblo de Boyac¨¢, de nombre hermoso, Santa Rosa de Viterbo, y altitud de v¨¦rtigo, 2.754 metros, rozando el cielo.
La altitud, justamente, ha enga?ado a Alaphilippe, pero no a Higuita, que aunque es de Medell¨ªn, casi mil metros m¨¢s abajo, donde naci¨® hace solo 22 a?os, y en su palmar¨¦s solo hay una lo controla todo imperturbable, y espera su momento, aparentemente tranquilo, y el coraz¨®n a 200. Cuando alcanza su cl¨ªmax el franc¨¦s, y parece que ya no puede m¨¢s ¨C"me qued¨¦ sin ox¨ªgeno, no pod¨ªa respirar los ¨²ltimos 30 metros", dice el franc¨¦s¨C, sale de su sombra el corredor m¨¢s asombroso y amado del momento, que acelera hasta morir, pero no muere, hace un hueco tremendo y levanta los brazos lejos a¨²n del arco, pero inalcanzable hasta para Egan, quien pudo con Alaphilippe pero no con su compatriota, el ni?o que todos querr¨ªan ser.
Y con la etapa, para Higuita tambi¨¦n el liderato de la carrera, que termina el domingo en la subida al Verj¨®n, en Bogot¨¢.
Todo esto, uno de los mejores finales de carrera, de cualquier carrera, de los ¨²ltimos a?os en el mundo, dio de s¨ª un repecho de cuatro kil¨®metros, a la salida de Duitama, un falso llano de tres, hasta la meta, y la voluntad y el deseo de cuatro grandes ciclistas, y sus equipos, el Ineos, el Deceuninck, que aceleran al pie de la subida como solo suelen acelerar en las grandes ocasiones, y Egan le cierra a Richeze, que le amenaza con tirarle de la bici y el colombiano va a disculparse con el argentino ¨C¡°esto se hace siempre¡±, le ruega¨C quien le dice que pida perd¨®n y se deje de explicaciones.
Y de todo el caos y toda la tensi¨®n y todo el derroche, surge como una exhalaci¨®n Higuita, el fabuloso Higuita, apenas 1,66 metros, 58 kilos, que ya no es el ni?o que ve¨ªa en su casa, en la Comuna Castilla de Medell¨ªn, cuatro horas diarias las etapas de la Vuelta, y quitaba la cadena de su bicicleta y ante el televisor pedaleaba en vac¨ªo, y so?aba ser uno de ellos. Ahora juega ya en el patio de los grandes, ¡°pele¨¢ndole a los mejores del mundo¡±, dice. ¡°Y cuando estoy corriendo cada carrera me la disfruto como si me estuviera viendo por la tele¡±, dice. ¡°Esto, poder hablar con los grandes todos los d¨ªas, es de ensue?o, no es un sue?o, es el sue?o¡±.
A Higuita lo conoce como nadie Luis Fernando Saldarriaga, el entrenador que se lo llev¨® al Manzana Postob¨®n despu¨¦s de salir de las manos de Efra¨ªn Dom¨ªnguez y de la escuela que su padre, Fernando Saldarriaga, tiene en Medell¨ªn. ¡°Higuita es la inteligencia conectada a los pedales¡±, le define Saldarriaga, que sabe que no es neutral, pues lo adora. ¡°Domina a la perfecci¨®n la tr¨ªada percepci¨®n-decisi¨®n-ejecuci¨®n, la marca de los campeones¡±.
De Higuita dice tambi¨¦n Saldarriaga que es un zorro, que tiene un perfil de oveja, tan sonriente tan de algod¨®n aparentemente, tan mimos¨ªn, pero que en realidad es un lobo cazador de oportunidades. ¡°Es muy h¨¢bil t¨¦cnicamente, en el pelot¨®n, en los descensos¡±, a?ade el t¨¦cnico de Medell¨ªn. ¡°Con ella lubrica con creces su vocaci¨®n para hacer equivocar a los dem¨¢s. Es la modernidad del ciclismo, la t¨¦cnica, la inteligencia, y el arrojo¡±.
Higuita lo oye, y sonr¨ªe. ¡°S¨ª¡±, asiente. ¡°Ha sido un final de inteligencia y calma¡±. Ya saben todos los grandes lo que les espera.
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