El Athletic siempre ser¨¢ el Athletic
El Bar?a tambi¨¦n pierde las finales, falto de trazo y madurez, y el vasco sigue siendo un equipo con una fuerza y fiebre que tumban a rivales con las dudas de los azulgrana
Aunque parezca mentira en un f¨²tbol tan mercantilizado como el de hoy, todav¨ªa hay clubes que no son Sociedad An¨®nima Deportiva, como es el caso de los finalistas de la Supercopa: Barcelona y Athletic. La situaci¨®n financiera de ambos, as¨ª como la de Osasuna y Real Madrid ¡ªexentos igualmente desde 1990 de convertirse en SAD¡ª no es la misma y, sin embargo, los dos pasan por un momento de convulsi¨®n social: el azulgrana est¨¢ en periodo electoral y los socios del rojiblanco reprobaron en la ¨²ltima asamblea la gesti¨®n de la junta de Elizegi. Tambi¨¦n tienen serios problemas de estabilidad deportiva porque han cambiado de entrenador y su f¨²tbol ha sido cuestionado en los foros de Barcelona y en Bilbao. Necesitan reafirmar su identidad con urgencia, especialmente el Bar?a, porque su deuda es tan alarmante que los expertos dudan sobre la viabilidad de su actual estatus con independencia de que se implante o no la Superliga.
A los dos les hace falta capitalizarse deportivamente, y sus intereses coincidieron en la Supercopa, a la espera de la final de Copa contra la Real, en el caso del Athletic, y del remonte en LaLiga y los octavos de la Champions en el Bar?a. Ya no hay t¨ªtulos menores para los barcelonistas despu¨¦s de una temporada en blanco, extraviado precisamente desde la pasada edici¨®n de la Supercopa, derrotado por el Atl¨¦tico. Aquel partido provoc¨® la destituci¨®n de Valverde y, desde entonces, se suceden las calamidades en el Camp Nou. Un a?o despu¨¦s, y ahora en la final y ante el Athletic, se repiti¨® la derrota azulgrana en la Supercopa.
Hay hasta 14 futbolistas que no saben qu¨¦ es ganar un t¨ªtulo con el Bar?a y Messi no levant¨® m¨¢s que tres trofeos desde que sustituy¨® como capit¨¢n a Iniesta. El 10 es el hilo conductor de un equipo indefinido, a mitad de camino de no se sabe hacia donde, estirado por Alba y Griezmann como representantes del pasado y del futuro respectivamente, conducido por el posibilista Koeman. Ya no son aquel plantel fino y delicado que derrotaba a los rivales intensos y agresivos como el Athletic a partir de la velocidad de bal¨®n, ni tiene el vigor y la determinaci¨®n de Liverpool o Bayern. Juega a contemporizar, poco interesado en la posesi¨®n y el control, expuesto a la derrota ante contrarios solidarios e irreductibles como el Athletic. La fe rojiblanca y la efectividad en las jugadas de estrategia, bien planificadas por Marcelino, pesaron m¨¢s que los goles de Griezmann. El franc¨¦s y el equipo no se encuentran, como si viajaran por separado o jugaran dos partidos distintos: el d¨ªa que triunf¨® Griezmann perdi¨® el Bar?a. El Athletic crey¨® en la victoria hasta forzar la pr¨®rroga en el ¨²ltimo minuto y el Bar?a acab¨® tan desquiciado que Messi fue expulsado por vez primera desde que lleg¨® al Camp Nou. A falta de Aduriz, Villalibre fue el verdugo de Ter Stegen, siempre negado ante el Athletic.
Acostumbrado a la derrota, el Bar?a tambi¨¦n pierde las finales, falto de trazo y madurez, y el Athletic sigue siendo el Athletic, sea quien sea el t¨¦cnico y el presidente, un equipo con una fuerza y fiebre que tumban a equipos con las dudas del Bar?a.
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