Asier Mart¨ªnez, un cuarto enfurru?ado
El navarro de Zizur, de 20 a?os, crece como vallista a la sombra de Orlando Ortega, guiado en Pamplona por el t¨¦cnico Fran?ois Beoringyan
Como las cig¨¹e?as, Fran?ois Beoringyan, conocido como Swan, lleg¨® de Par¨ªs. Aterriz¨® en 2002 en Pamplona para estar con su pareja, pero en la cesta no llevaba a un ni?o sino una varita, quiz¨¢s m¨¢gica, con la que toc¨® a Asier Mart¨ªnez, que iba para saltador de altura, y su cuerpo, tan largo, tan delgadito, a¨²n lo indica, y le convirti¨® en corredor de vallas, vallista como su madre, Elena Echarte, y en nada, a los 20 a?os, ya es campe¨®n de Espa?a al aire libre y en pista cubierta, y ya est¨¢ en Torun, disputando una final europea de 60 metros. La pista se le queda corta. Sale mal y remonta y remonta, la cabeza siempre baja, hasta rozar las medallas, a cuatro cent¨¦simas del bronce. Termina cuarto, como Orlando Ortega hace dos a?os, con su mejor marca de siempre, 7,60s.
¡°Ser¨¢ sorpresa para muchos¡±, dice Beoringyan, ¡°pero para m¨ª, como lo vivo desde dentro, no es ninguna sorpresa. Hemos trabajado muy bien y con los datos que ten¨ªamos nos fijamos ese objetivo¡±. Gana un franc¨¦s, Wilhem Belocian, el mejor del invierno, con 7,42s.
La afici¨®n se emociona, ve en el delgado navarro de Zizur y en el alicantino Enrique Llopis, que cay¨® en las semifinales, la reencarnaci¨®n de la pareja Moracho-Salas, cuya rivalidad en los a?os 80 convirti¨® a las vallas en una de las pruebas favoritas de los espa?oles. Y tapando su progresi¨®n, ayud¨¢ndoles con su sombra enorme, comi¨¦ndose toda la presi¨®n, Orlando Ortega, el subcampe¨®n ol¨ªmpico que no pudo ir a Torun, lesionado.
Asier Mart¨ªnez (1,90m, 78 kilos) estudia Pol¨ªticas en Bilbao y se entrena en Pamplona, y corre la semifinal como si estuviera enfurru?ado, mirando al suelo, enfadado. Termina segundo (7,67s) y lo comprueba girando r¨¢pidamente la cabeza a la izquierda, porque quiz¨¢s no se lo cree, tan mal cree que ha corrido, derribando vallas. Llama por tel¨¦fono a Swan y este casi se r¨ªe oyendo sus razones para estar enfadado. ¡°Estaba muy nervioso antes de las semifinales porque sab¨ªa que era muy f¨¢cil pasar del ¨¦xito al fracaso y sali¨® un poco crispado¡±, dice Beoringyan, entrenador de la escuela francesa de vallas, una en la que no presionan a los j¨®venes porque no creen en los prematuros ¡ª¡±las vallas son una carrera de fondo, un largo proceso f¨ªsico y t¨¦cnico¡±, dice¡ª, y as¨ª lo hace ¨¦l en Pamplona, donde entrena a una veintena de atletas del Club Pamplona Atl¨¦tico. ¡°Y, adem¨¢s, es un chico que no suele tirar las vallas, y sufre mucho cuando derriba. Ya me dijo que no estaba nada contento de la carrera¡±.
Como Beoringyan, de 46 a?os, fue saltador de altura en su juventud, sab¨ªa bien lo que se necesita para ser uno bueno, y esas cualidades no las vio en Asier, pese a que a los 17 a?os saltaba 2,04m. ¡°Le vi pasar vallas, porque en el club hacemos de todo, y me di cuenta de que era un vallista natural, y ¨¦l tambi¨¦n se convenci¨® de que ser¨ªa su prueba, aunque m¨¢s los 110m vallas, porque es uno que desarrolla velocidad, que los 60m, tan explosivos. Y, eso, a¨²n tiene la tipolog¨ªa de un saltador pero poco a poco iremos musculando m¨¢s¡±, explica el entrenador, originario del Chad, que aparte de la escuela francesa tambi¨¦n declara su deuda con la cubana, con el t¨¦cnico Alexander Navas, con el que aprendi¨® a planificar para llegar al 100% a la competici¨®n. ¡°Lo mejor de los cubanos es que tienen un m¨¦todo que se adapta a la situaci¨®n de carencias materiales en la que viven. Y yo soy muy curioso y eso me gusta¡±. Y, educadamente, se abstiene de comentar que, pese a contar con atletas de much¨ªsimo talento, Pamplona no tiene una pista cubierta para entrenar en invierno.
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