McNulty apea del amarillo a Roglic
Ion Izagirre le gana la etapa de la Itzulia a Pello Bilbao por un cuarto de rueda
Hablan en euskera Ion Izagirre y Pello Bilbao, los dos primeros en la meta de Hondarribia, segundos despu¨¦s de que se confirmara la victoria del primero. ¡°Ahora me entero, chaval¡±, dice Ion. ¡°Te he pasado despu¨¦s de la meta¡±, contesta Pello, ¡°felicidades¡±. El triunfo del d¨ªa ya ha quedado claro entre los dos protagonistas. Falta desentra?ar el guion de la etapa, porque los dos ciclistas vascos se han disputado la gloria ef¨ªmera de la jornada junto a otros cuatro corredores: McNulty, Vingegaard, Buchmann y Chaves. No son figurantes; est¨¢n m¨¢s cerca de ser figuras, y nadie se explica c¨®mo han podido sortear la vigilancia de los favoritos. El ciclismo tiene razones que la raz¨®n no entiende, por muchas vueltas que se den a los pedales.
Son las que propician que lo que parec¨ªa un duelo entre Roglic y Pogacar se desenfoque y aparezcan otros protagonistas inesperados, sobre todo despu¨¦s de que la pareja eslovena marcara territorio en las tres primeras etapas. Pero llega la cuarta y los dos ciclistas que dominan, se enredan en la vigilancia mutua, y los secundarios del Jumbo y el UAE toman vuelo. O tal vez s¨ª sea un duelo entre Roglic y Pogacar y los ¨¢rboles no dejen ver el bosque. Hay veinte segundos entre ambos a favor del primero y todav¨ªa est¨¢ por delante la etapa de Arrate, la m¨¢s dura de la carrera, en la que tal vez pretendan, uno y otro, afianzar su dominio. Puede pasar que, ciegos a cualquier otra circunstancia que no sea su rivalidad, suceda como en Hondarribia y les adelanten por la izquierda o por la derecha.
En Erlaitz, despu¨¦s de las rampas m¨¢s duras, cuando enfilan los ciclistas hacia el mar y la frontera, viajan Roglic y Pogacar en sill¨®n, y entonces a Esteban Chaves se le ocurre ponerse en cabeza y acelerar. A su rueda aparece Pello Bilbao, y un rato m¨¢s tarde, los otros cuatro protagonistas de la etapa. Pogacar deja hacer a McNulty, que est¨¢ muy cerca en la general y puede ser una alternativa viable, pero es dif¨ªcil comprender el movimiento de Vingegaard, el compa?ero de Roglic, que no mira atr¨¢s y tambi¨¦n enfila hacia Hondarribia, olvidando las tareas de dom¨¦stico. O tal vez obedeciendo ¨®rdenes, qui¨¦n sabe.
Detr¨¢s no se mueve nadie. Ya lo ha hecho Landa en la ascensi¨®n y ahora tiene a Bilbao delante. S¨®lo Alejandro Valverde se rebela un poco, para activar la velocidad en el descenso, pero sin continuidad. Roglic mira y calla, lleva a otro compa?ero de equipo que no tira de ¨¦l. Pogacar, como su compatriota, mira y calla. Le basta con tener a McNulty delante, as¨ª que la desidia se instala en el grupo y las diferencias aumentan. Era una etapa en la que no hab¨ªa grandes expectativas, salvo en los paisajes, y que de repente marca el destino de la Itzulia.
Delante no paran, detr¨¢s s¨ª, porque el grupo es el ej¨¦rcito de Pancho Villa, o lo parece por la actitud de sus componentes. Llega la recta final, Izagirre le gana a Bilbao por un cuarto de rueda, se entera de su victoria un par de minutos m¨¢s tarde y lo celebra con sus compa?eros, mientras la General da un vuelco. Roglic pierde el amarillo, que pasa a McNulty; Vingegaard es tercero y Pello Bilbao cuarto. La revoluci¨®n de los secundarios ha triunfado. Habr¨¢ que esperar para saber si la vigilancia mutua entre Pogacar y Roglic les beneficia a ellos o a alg¨²n actor inesperado.
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