Aranburu tiene prisa
El corredor guipuzcoano del Astana vence en solitario en la meta de Sestao, en la segunda etapa de la Itzulia
Tiene prisa Alex Aranburu. Mira el reloj y se le hace tarde, se mueve inquieto en el sill¨ªn. Ha le¨ªdo los titulares de los peri¨®dicos del d¨ªa, esos que seg¨²n los comunic¨®logos de anta?o serv¨ªan para envolver el pescado al d¨ªa siguiente; o para met¨¦rselos bajo el maillot en los descensos g¨¦lidos, seg¨²n los ciclistas, como un goretex primitivo en tiempos en los que no hab¨ªa goretex. Los peri¨®dicos de papel, y los digitales, hablan de ¨¦l, un ciclista que ha ganado dos carreras: el Circuito de Getxo y una etapa de la Vuelta a Burgos, pero que ha sido capaz de acabar dos veces entre los diez primeros de la Mil¨¢n-San Remo las dos veces que la ha disputado con el Astana.
Lee Aranburu que Sestao le espera como ganador; que la llegada es ideal para su forma de correr, y que como ha disputado victorias a Alaphilippe o a Van der Poel en finales similares, es uno de los favoritos para el triunfo a expensas de lo que hagan los monstruos del pelot¨®n, eslovenos ambos. Y despu¨¦s de leer eso, Aranbur se convence de que puede que s¨ª, que esa sea la etapa que m¨¢s le conviene. Probablemente es una convicci¨®n que tiene hace mucho tiempo, y se ha estudiado el recorrido, y la tachuela final, y las curvas de La Asturiana, el puerto de monta?a en Muskiz, en plena zona minera.
As¨ª que tiene prisa el ciclista del Astana, un equipo que no tiene prisa, sino urgencia por conseguir la primera victoria de la temporada, que pod¨ªa haber llegado el s¨¢bado, aunque un irresistible Valverde se la arrebat¨® en sus mismas narices. Y como Aranburu tiene prisa, no espera a nadie, y en vez de aguantar hasta ese repecho que lleva al centro de Sestao, al lado del estadio de Las Llanas, donde el m¨ªtico River verdinegro escribi¨® p¨¢ginas enteras de f¨²tbol de otras ¨¦pocas, arranca mucho antes, en el descenso hacia Trapagaran, a diez kil¨®metros. Tiene buenas piernas Aranburu, est¨¢ en forma. Lo mostr¨® el lunes en Bilbao, noveno en la crono, apretando en el muro del parque Echebarria, a s¨®lo 31 segundos de Roglic, as¨ª que su equipo le prepara el aceler¨®n. Provoca un par¨®n m¨ªnimo en la marcha y Alex adelanta por la izquierda, mientras Omar Fraile mira si hay alg¨²n atrevido que le siga. Nadie.
Aranburu entra en Trapagaran en solitario, conduce por la recta hacia Sestao sin enemigos a su alrededor, atraviesa las ruinas industriales de Altos Hornos, de Tubos Reunidos y otras f¨¢bricas que fueron y ya no son, y llega a los pies de la ¨²ltima subida con medio minuto de diferencia con los perseguidores, y all¨ª, en la cuesta en la que deb¨ªa apretar para intentar ganar, ya ha ganado, y cede algunos segundos porque sabe que subir¨¢ al podio a recibir el ramo y la txapela. Gana porque le entraron esas prisas a diez kil¨®metros de la meta, y se pone segundo en la general, a cinco segundos de Roglic, impasible ante el ataque de Aranburu, y frente a los que recibi¨® en La Asturiana. Fue Pogacar el que m¨¢s empe?o puso, pero el l¨ªder recort¨® la diferencia sin levantar el trasero del sill¨ªn, como quien lava. Luego fue ¨¦l quien junto a McNulty e Higuita se uni¨® a la intentona de Schachmman. Los cuatro abrieron hueco en el ascenso al ¨²ltimo puerto, pero lo cerr¨® Pello Bilbao en el descenso. Luego, a Alex Aranburu le entraron las prisas. Todo se aprieta antes de la tercera etapa, entre Amurrio y Ermualde, que acaba en un puerto de primera.
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