Pogacar recorta con Roglic
Vence en la llegada en alto a su compatriota y se lleva la bonificaci¨®n, que le deja a 20 segundos
La Itzulia se cuenta a c¨¢mara lenta, aunque la carrera discurra a toda velocidad, la que le pone la pareja Roglic-Pogacar, o viceversa, que si Eslovenia fuera Espa?a y los a?os veinte del nuevo milenio viajaran en el tiempo a los cincuenta del franquismo ser¨ªan el remedo de las luchas entre Bahamontes y Loro?o, o diez a?os atr¨¢s en Italia, las de Coppi y Bartali, antagonistas en la carretera y en la pasi¨®n del p¨²blico. Fotograma a fotograma, los dos kil¨®metros finales de la etapa, que culminan en Ermualde, a poca distancia del centro de Llodio, donde Wilco Kelderman y Michael Woods tropiezan en una curva y pierden sus opciones, se desarrollan veloces aunque parezca lo contrario, porque la pel¨ªcula de la etapa, que se escribe siempre cada diez o cada veinte kil¨®metros, pasa a redactarse de metro en metro.
Todo empieza a 2,5 kil¨®metros, cuando Pogacar ya no puede seguir atado a la disciplina de un pelot¨®n paciente, y acelera, en la zona de sombra, con el 17% de pendiente. Reacciona Roglic, qui¨¦n si no, y se pega a su rueda. Ya no queda casi nadie en el grupo, s¨®lo los m¨¢s fuertes, y aquellos que alg¨²n d¨ªa fueron aspirantes a ganar la Itzulia, pero ahora se sienten impotentes con esos monstruos que tragan todo lo que les echan, y salen a ganar cualquier carrera. Ya nadie sale a preparar la siguiente. La que cuenta es la que est¨¢ en juego. A 2,4 kms. Es Carapaz, desdichado el d¨ªa anterior en La Asturiana, ca¨ªdo en una curva cuesta arriba, quien aparece por la cabeza. Agacha la testuz y acelera sin mirar atr¨¢s. El GPS indica que la pendiente es ya del 20%, pero nadie cede.
Cuando el ciclista ecuatoriano desiste, vuelven los eslovenos. Otra vez lo intenta Pogacar, una vez m¨¢s Roglic se pega a su rueda trasera con cemento. Restan dos kil¨®metros para la meta, para el rodillo, el masaje y el descanso. Se miran, bajan el pedaleo y por detr¨¢s, haciendo un supremo esfuerzo aparecen los aspirantes: Yates, Gaudu y Mikel Landa, que se entrena a menudo por esas carreteras; que se las conoce al dedillo y sabe d¨®nde apretar, d¨®nde ceder. Pero al franc¨¦s, al vasco y al brit¨¢nico no les dejan respirar ni un segundo. Intentan coger la rueda, pero se les escapa de las manos como si estuviera enjabonada. Otra vez Pogacar, queda kil¨®metro y medio. ?Qui¨¦n le sigue? Roglic, claro est¨¢, no hay otra respuesta.
Marcan las indicaciones que restan 1.100 metros para la pancarta y entonces acelera Roglic por primera vez. Los dos eslovenos descuelgan a sus acompa?antes y parece que el l¨ªder guardaba fuerzas para algo m¨¢s. Noticia: por detr¨¢s aparece tambi¨¦n Alejandro Valverde, que ha regulado en la ascensi¨®n, como siempre, sin cebarse ni gastar fuerzas innecesarias, pero la victoria ya est¨¢ lejos para los teloneros, porque los actores principales ya se la est¨¢n disputando. En el sprint entre el joven y el menos joven, gana el vencedor del Tour, que con su presencia da brillo a la Itzulia, y m¨¢s si se sube al podio. Roglic sigue l¨ªder, pero ahora Pogacar es segundo, a s¨®lo 20s. NcNulty, que no perdi¨® mucho, es tercero a medio minuto, y luego Yates a 39s y quinto el eterno Valverde a 50. En el ecuador de la carrera, los colores de Eslovenia siguen con el brillo del inicio, o m¨¢s todav¨ªa.
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