El Real Madrid o c¨®mo cuidar la leyenda
El equipo sigue vivo tras muchos golpes emocionales y aun as¨ª conserva un aire de grandeza competitiva que sale del fondo de su historia
Una Liga, un mismo rival. La Liga fue siempre una carrera de resistencia que atraviesa todas las estaciones. Un largo tiempo que aten¨²a el factor suerte y exalta el m¨¦rito. Pero este a?o la palabra resistencia se queda corta y hay que hablar de supervivencia. Sin pretemporada que apuntale el f¨ªsico, sin aficionados que fortalezcan la ¨¦pica y con el virus complicando la econom¨ªa y amenazando la vida, esta Liga confirma al f¨²tbol como espect¨¢culo dram¨¢tico. A lo m¨¢ximo que podemos aspirar es a que el final de un partido compense el sufrimiento acumulado. La carrera de Simeone festejando el final del encuentro frente a la Real conten¨ªa m¨¢s alivio que alegr¨ªa. Cuando una distracci¨®n o un error pueden costar el campeonato, es m¨¢s f¨¢cil distraerse o cometer errores. En esa fina l¨ªnea vive la angustia. Todos los aspirantes est¨¢n igual porque juegan contra un mismo rival: el miedo.
El capital cultural. El Madrid sigue vivo tras muchos golpes emocionales, con jugadores cansados y canteranos para suplir a suplentes de los suplentes. Es como pretender ganar la guerra con sables cubiertos de ¨®xido, fusiles viejos y ca?ones encasquillados¡ A¨²n as¨ª, conserva un aire de grandeza competitiva que sale del fondo de su historia, aunque para muchos sea como creer en los reyes magos. Pero funciona. En ese vestuario ya estelar a¨²n habitan las viejas leyendas que, desde Di St¨¦fano hasta aqu¨ª, dejaron un legado que se titula ¡°El Madrid nunca se rinde¡±. En todos los clubes existe un acuerdo t¨¢cito sobre el que la historia va trabajando. En el Madrid, esa fuerza gravitacional prefiere personalidades como las de Molowny, si vamos muy atr¨¢s, Del Bosque, hace menos, Zidane ahora y Ra¨²l en el futuro. Gente competitiva pero discreta y con valores s¨®lidos aprendidos en el club.
Eslabones de leyenda. Esta semana aparecieron en el Madrid Miguel Guti¨¦rrez y Marvin, canteranos que estuvieron a la altura. Durante la temporada estuvieron a las ¨®rdenes de Ra¨²l, aquel futbolista que parec¨ªa el himno del Madrid jugando al f¨²tbol y que hoy convirti¨® la acci¨®n en un claro mensaje. Los chicos fueron exprimidos al m¨¢ximo. Recibieron consuelo, ense?anzas y exigencias cuando perdieron; felicitaciones, ense?anzas y m¨¢s exigencia cuando ganaron. En un a?o maduraron una barbaridad y llegar¨¢n al primer equipo con el gran t¨®pico del club en la sangre: ¡°No nos rendimos¡±. Esa es la cadena cultural cuyos ¨²ltimos eslabones los representan Zidane y Ra¨²l y que el club debe procurar no romper. Todo esto para decir que esperar a ver si el Madrid es o no campe¨®n para ponerle nota al equipo es una mezquindad. Jugaron, lucharon y compitieron muy por encima de las expectativas y fueron dignos del club. La historia dice que eso tambi¨¦n se llama triunfo.
Como Pedri por su casa. La temporada nos descubri¨® a un crack. En el f¨²tbol las cosas tienen un orden secreto que yo no sabr¨ªa explicar. Pero el tiempo me ense?¨® qui¨¦n atenta contra ese orden y qui¨¦n lo perfecciona. S¨¦, por ejemplo, que Pedri siempre tiene raz¨®n. Que hace lo que debe hacerse, que la velocidad de interpretaci¨®n es siempre la justa, que lo que el juego tiene de ciencia, su pie lo sabe de pe a pa. Tambi¨¦n deslumbra con el desequilibrio del regate. Pero su inteligencia sirve, sobre todo, para armonizar. Hace del f¨²tbol una cuesti¨®n colectiva, como si con pases fuera uniendo una l¨ªnea de puntos con una l¨®gica que solo ¨¦l conoce, pero que hace del f¨²tbol un juego comprensible para todos. Tiene una carrera relajada, como si el juego fuera f¨¢cil, y una cabeza algor¨ªtmica con un conocimiento predictivo que encuentra siempre la mejor opci¨®n. Si la temporada del Bar?a necesita un consuelo, se llama Pedri.
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