La Champions de los traidores
Acostumbrados a una din¨¢mica empresarial en la que no dan explicaciones, los ricos abrazaron la Superliga
El choque
Florentino P¨¦rez est¨¢ convencido de que la Superliga es posible. Rema contra la corriente de los hechos exponi¨¦ndose con torer¨ªa, respaldado por incondicionales acr¨ªticos y por un madridismo que conf¨ªa en ¨¦l y no le pide cuentas. Y sigue considerando a la UEFA como su gran enemigo. Pero es hora de mirar las cosas desde una nueva perspectiva. Doce clubes ricos presentaron en sociedad una Superliga que romp¨ªa el estatus quo y la UEFA, que se sinti¨® amenazada, defendi¨® su castillo con la vehemencia que hubi¨¦ramos puesto usted o yo. Jug¨® sus cartas y encontr¨® el respaldo de la clase pol¨ªtica y de la opini¨®n p¨²blica. Sobre todo, en Inglaterra, donde est¨¢ el grueso de los equipos secesionistas. ?Qui¨¦nes son? Seis grandes clubes cuyos due?os fueron atra¨ªdos por la lluvia de millones que promet¨ªa la Superliga sin llevar el an¨¢lisis mucho m¨¢s all¨¢.
El susto
Esos ricos de distinta procedencia desconocen el arraigo popular del f¨²tbol: las emociones que crean comunidad, las tradiciones que identifican a padres y a hijos. Una trama sentimental que nos hace sentir parte de una tribu que, unida, sufre y disfruta en parecida medida. En esas febriles 48 horas, los due?os descubrieron que todo eso tambi¨¦n se llama f¨²tbol y est¨¢ en la base del negocio. Acostumbrados como est¨¢n a una din¨¢mica empresarial en la que toman decisiones entre cuatro paredes sin que nadie les pida explicaciones, confiaron en su instinto voraz y abrazaron la Superliga. Pero esta vez tuvieron que abrir las ventanas de sus despachos y confrontar con una opini¨®n p¨²blica enfurecida. La salvaje afici¨®n a la que pretend¨ªan modificarle su juguete. Como si fuera poco, el primer ministro ingl¨¦s los amenaz¨® con una ¡°bomba legislativa¡±. El siguiente paso fue salir corriendo del l¨ªo en el que se hab¨ªan metido.
Las traiciones
Esos s¨²per empresarios que abrazaron la Superliga para luchar contra un sistema que los oprim¨ªa terminaron pele¨¢ndose entre ellos para ver qui¨¦n ped¨ªa antes perd¨®n por un error que amenazaba su prestigio y su negocio. Hasta JP Morgan se disculp¨® por haber descubierto tarde el poder popular del f¨²tbol y haber apoyado econ¨®micamente un proyecto elitista. Solo Florentino sigui¨® peleando contra los molinos equivocados. Porque su aut¨¦ntico rival no ha sido la UEFA, sino sus compa?eros de viaje, que lo traicionaron vilmente para volver a esconderse en sus despachos a la espera de una oportunidad menos arriesgada que les ofrezca el mercado. Mientras tanto, el mismo Florentino y todo el madridismo podremos refugiarnos en las semifinales de la Champions frente al Chelsea, uno de los casquivanos compa?eros de la revolucionaria aventura. Qui¨¦n sabe si para ganar una gloriosa decimocuarta, en la competici¨®n que hizo del club una leyenda mundial y a la que estuvimos a punto de traicionar.
El juego
Porque esta semana el f¨²tbol grande abandon¨® los despachos para volver a la cancha con todo su poder seductor. La Champions viaja a Inglaterra, donde entre Londres y M¨¢nchester se dirimir¨¢n los finalistas. En los dos estadios veremos el juego que durante m¨¢s de un siglo fue incorporando palabras que intentan definir su complejidad, sin lograrlo: apasionante, feroz, astuto, virtuoso, calculador, cambiante, dram¨¢tico, met¨®dico, inspirado¡ La Superliga, terremoto fugaz como todas las revoluciones de este tiempo, solo ser¨¢ un tel¨®n de fondo que servir¨¢ para que miremos a los ¨¢rbitros con una sospecha que los dos primeros partidos demostraron ser infundada. Sabemos que el bal¨®n ser¨¢ del City, que el peligro lo pondr¨¢ Neymar, la velocidad para llenar espacios el Chelsea y la experiencia en pisar cumbre el Real Madrid. Y, como siempre, la moneda al aire la tirar¨¢ el f¨²tbol, ese juego arisco, brutal y sorprendente que no hay dinero que pueda domesticar.
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