Los Dolomitas aparecen en el Giro como una pel¨ªcula de terror
El belga Victor Campenaerts se impone a la fuga en la Gorizia reunificada, mitad Italia, mitad Eslovenia, y Egan Bernal afronta de l¨ªder el lunes la etapa reina del Giro de Italia
¡°Ah, Gorizia, t¨² eres maldita¡±, cantan anarquistas y antimilitaristas desde que en una batalla de la Primera Guerra Mundial en los confines nororientales de la Pen¨ªnsula entre Italia y el Imperio Austroh¨²ngaro murieron 100.000 soldados por nada, mitad y mitad de cada ej¨¦rcito, y sus huesos amontonados son un monumento, y cuando cae el granizo del cielo negro y la tromba de agua que golpea y ba?a al pelot¨®n y a los fugados, y hace de las calles pistas de patinaje, el ¡°maldita Gorizia¡± a la ciudad m¨¢rtir lo podr¨ªan entonar todos los ciclistas, condenados a participar en una batalla aparentemente incruenta, y uno solo levanta el brazo en Piazza Vittoria, junto a la fuente de Neptuno.
Es belga, se llama Victor Campenaerts, desaf¨ªa loco los charcos y las curvas con la determinaci¨®n de un equilibrista en la calle Scaramuzza, que le da ideas; es conocido por su genio incontrolable, sus nervios, su misantrop¨ªa a veces, la que le lleva a encerrarse meses en Namibia para preparar un r¨¦cord de la hora que deja en 55,089 kil¨®metros en Auguascalientes (M¨¦xico), por la forma ag¨®nica con que interpreta las contrarrelojes, siempre al l¨ªmite del esfuerzo. Ha ensayado los sprints, explica, y le da al Qhubeka la tercera victoria de etapa, tras las de Schmid en Montalcino y la de Nizzolo en Verona.
Quiz¨¢s ¨¦l s¨ª que bendiga a la Gorizia ya reunida que le abre los brazos, s¨ªmbolo antes de lo peor en lo que puede caer el ser humano en tantas guerras, s¨ªmbolo ahora de lo hermoso que puede ser un mundo sin fronteras, y el pelot¨®n, y los fugados, recorre la plaza Transalpina, y los que van por la izquierda est¨¢n en Eslovenia, Nova Gorica se llama, y los de la derecha de la misma carretera, en Italia, Gorizia, pues por medio pasa la l¨ªnea fronteriza que hasta hace 17 a?os era un muro, m¨¢s duradero que el de Berl¨ªn, y ahora, desde 2004, un c¨ªrculo y una l¨ªnea en la que se fotograf¨ªan los turistas, un pie en cada pa¨ªs, a un lado y otro los mismos j¨®venes, la misma alegr¨ªa, y, aunque no est¨¦n los suyos, los Roglic y Pogacar de los vecinos, es el mismo Giro que pisa al mismo tiempo dos pa¨ªses, y empieza junto a las playas inmensas de Grado, al norte de Venecia, con un vendaval y aires de masacre, ruido de sirenas, gritos de 35 ciclistas ca¨ªdos en el kil¨®metro dos, a toda velocidad, con el viento de culo. La carrera se detiene media hora, el tiempo que tardan las ambulancias en transportar heridos a los hospitales y regresar vac¨ªas para seguir al pelot¨®n.
Cuatro se retiran. Uno es el alem¨¢n Buchmann, que se ha partido la boca. Iba sexto en la general. Se podr¨¢, no es mal consuelo, quedar en la cama el lunes, durante la etapa dolom¨ªtica, que se anuncia como una pel¨ªcula de terror: 212 kil¨®metros (o sea, casi siete horas de carrera), 5.700 metros de desnivel positivo, tres puertos de gran nombre y altura, de m¨¢s de 2.000m, y solo su nombre asusta, Marmolada, Pordoi (cima Coppi) y Giau; lluvia a todas horas y quiz¨¢s nieve por encima de los 2.000, y un final en descenso vertiginoso hacia la ol¨ªmpica Cortina d¡¯Ampezzo que quiz¨¢s le haga pensar a Remco por qu¨¦ narices cambi¨® el f¨²tbol, que tan bien se le daba, por el ciclismo, que tantos traumas le genera.
El l¨ªder, Egan Bernal, no teme al fr¨ªo porque conf¨ªa en todos los modernos h¨¢bitos de abrigo, ligeros y confortables, y en que su equipo podr¨¢ controlar la jornada. ¡°Me pondr¨¦ todo lo que haga falta¡±, promete el ciclista de las manos desnudas que se prepara para una jornada de pura supervivencia, como todos. ¡°Y esta vez s¨ª que usar¨¦ guantes, ?eh?¡±.
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