Leo Messi es mi hermano peque?o
El Barcelona es un club arruinado, pero ni eso parece tener importancia alguna cuando rompe el 10 a llorar porque tiene que irse
?l no lo sabe, pero Leo Messi es mi hermano peque?o. Las excepciones existen para empujar los l¨ªmites de lo conocido, pero tambi¨¦n para rellenar ausencias, algunas tan escandalosas que solo la imaginaci¨®n te puede salvar de la realidad impuesta. Al poco de nacer yo, un famoso ginec¨®logo de la ciudad confundi¨® los dos ovarios de mi madre con sendos tumores y orden¨® que se los extirparan de urgencia: cosas que pasan. ¡°No me llore tanto, que ya tiene usted un hijo y hay muchas mujeres por ah¨ª sin ninguno¡±, le dijo la primera vez que acumul¨® fuerzas para pedir explicaciones. Es una tonter¨ªa, lo s¨¦, pero me gusta pensar que algunas de esas mujeres tambi¨¦n terminaron por adoptar a Messi como hijo suyo.
Racionalidad, menuda palabra. Cada cierto tiempo, casi siempre al amparo de la actualidad o de cualquier oportunidad para mostrar la patita, aparece alg¨²n tecn¨®crata, alg¨²n intelectual o alg¨²n pedante en el exilio a explicarnos que la relaci¨®n que tenemos con nuestro equipo, con nuestro jugador favorito, o con nuestro hermano imaginario, es del todo irracional: vaya, hombre, menudo sopapo a la nada; ap¨²ntese usted a karate que, seg¨²n he podido comprobar en los ¨²ltimos JJOO de Tokio, tambi¨¦n va un poco de eso. Pues claro que es irracional sentir dolor por el adi¨®s de un futbolista al club de toda su vida, pero ah¨ª est¨¢: mordisqueando millones de entra?as a lo largo y ancho del planeta. All¨¢ cada cual con sus planteamientos filos¨®ficos, pero menuda vida esa que solo se compone de aquello que podemos comprender, controlar o, en ¨²ltimo caso, expulsar.
A la despedida de Messi le sobra todo aquello que no sean l¨¢grimas y amenazas de inundaciones, aunque tambi¨¦n se aceptan otros tipos de Apocalipsis. Se nos acaba el mundo porque alg¨²n d¨ªa se nos ten¨ªa que acabar y no pasa nada por buscar culpables o azotar revoluciones. El Bar?a es un club arruinado en lo econ¨®mico por una gesti¨®n infame durante la ¨²ltima d¨¦cada, pero ni eso parece tener importancia alguna cuando rompe Messi a llorar porque tiene que irse. A fin de cuentas, lo ¨²nico que pedimos es que se quede sin importar las consecuencias. Que se le caigan cascotes del vetusto Camp Nou en la cabeza, pero que no se marche. Queremos que le broten margaritas de las botas cuando ya no pueda moverse, cuando se quede petrificado en el balc¨®n del ¨¢rea por el paso del tiempo. Y votaremos entonces ¨Cencantados, claro¨C por exprimir los ¨²ltimos euros de una entidad centenaria que compr¨® un halc¨®n para evitar que se le caguen encima las palomas: eso queremos los que todav¨ªa conservamos la capacidad de sentir o, mejor dicho, eso quer¨ªamos.
¡°Mi hermano est¨¢ fuera, estudiando¡±, responder¨¦ a cualquiera que me pregunte por Messi a partir de hoy. ¡°Ya volver¨¢¡±, pensar¨¦ para mis adentros... Y eso suponiendo que, en unos a?os, todav¨ªa exista un F¨²tbol Club Barcelona al que pueda volver, que en eso andar¨¢n ahora mismo los actuales dirigentes. Yo, por mi parte, seguir¨¦ viendo todos sus partidos, cantando sus goles como si me fuera la vida en ello, y dej¨¢ndome caer cada d¨ªa por su cuenta de Instagram para pon¨¦rsela toda perdida de corazones: que no piense, ni por un momento, que me he olvidado de ¨¦l. Los hermanos mayores tenemos responsabilidades y la m¨ªa, ahora lo entiendo, es mantener viva la llama de lo que nunca, jam¨¢s, existi¨®.
Puedes seguir a EL PA?S DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.