?Qu¨¦ hacer con Superman?
El Movistar esperar¨¢ a que se enfr¨ªe el asunto antes de tomar una decisi¨®n sobre el ciclista colombiano, que pidi¨® perd¨®n a sus compa?eros y auxiliares por abandonar la Vuelta sin m¨¢s raz¨®n que su voluntad
Superman es un pajarito, un gorrioncillo en cielos de grandes rapaces, de depredadores que le han robado la gloria. M¨¢s humano que ninguno, tira de su carga, de su culpa. Corre tras ellos para recuperar su tesoro, que se aleja cada segundo m¨¢s. No atiende a razones. La rabia y la frustraci¨®n, su empecinamiento animal, su m¨¢s que perseverante obcecaci¨®n, lo empujan. A su rueda, c¨®modos, sus rivales se dejan llevar. Tambi¨¦n Egan Bernal, cuya rueda vigilaba Superman cuando aceleraron los de delante, y tambi¨¦n Haig, que iba cuarto y le quita el podio. Pero Egan no reacciona entonces. Se aparta para proteger el ataque de su compa?ero Yates, y el gesto le cuesta perder el maillot blanco de la Vuelta que habr¨ªa completado su colecci¨®n de blancos con los del Tour y el Giro. Han dejado aislado a Superman, condenado a pedalear contra el viento. Esperan su momento para, tambi¨¦n rapaces, dejar solo, herido, al pajarito que sigue intentando volar.
Le adelanta el coche de su equipo. Desde la ventanilla, el jefe, Eusebio Unzue, con el sentido com¨²n de quien ha vivido situaciones similares, unas cuantas, cada a?o, y lleva 40 en el ciclismo, le grita. Es absurdo, le dice. No tiene sentido que sigas tirando, le dice al irredento, si sigues as¨ª, los que llevas contigo te atacar¨¢n cuando desfallezcas y reventar¨¢s; espera que llegue Rojas, que est¨¢ a un minuto, recup¨¦rate a rueda suya y ataca en los ¨²ltimos kil¨®metros. A Superman las palabras le suenan no a consejo, sino a traici¨®n, a redenci¨®n. Le piden que no luche, que no pelee por el podio que vuela, ?por qu¨¦?, y, encima, su compa?ero Enric Mas va delante, a rueda de Roglic. La vida es rosa para ¨¦l. Terminar¨¢ segundo la Vuelta y ¨¦l, una vez m¨¢s, fuera del podio, como en el Tour del a?o anterior, como en el Giro de Carapaz, donde acab¨® pele¨¢ndose con un aficionado esloveno que le hab¨ªa hecho caer cuando atacaba en el Monte Avena¡ La cabeza le estalla. Se baja de la bici.
Lo nunca visto. Un candidato al podio, dice el fr¨ªo diagn¨®stico, reacciona a la frustraci¨®n como un ni?o al que no le compran un helado. Qu¨¦ complicado debe de ser ser ciclista, matizan su dureza los fr¨ªos. ¡°Yo siempre que he abandonado ha sido por ca¨ªdas graves¡±, dice Primoz Roglic, ¡°pero no voy a opinar. No es mi equipo, no es mi problema¡±.
En caliente, los protagonistas callan, las fanaticadas hablan, gritan, atizadas por la esposa y el suegro del ciclista, que agitan en Colombia el siempre latente sentimiento antiespa?ol.
Aun los imparciales reconocen que en la ni?er¨ªa rebelde de Superman el equipo de Unzue fue m¨¢s v¨ªctima que victimario, una Vuelta m¨¢s, como en la Covatilla 20, como en Escalona 19, el Movistar, que llegaba alegre al final con dos de los suyos en el podio, termina vinagre la carrera, quemada su imagen de nuevo por una pol¨¦mica viral.
Por la noche, en la cena en el hotel, Superman, siempre humano y sentimental, arrepentido al comprobar el alcance de su abandono, se levanta y pide perd¨®n a todos, a los compa?eros que le han trabajado (y termina la Vuelta Movistar con solo cuatro ciclistas), a los auxiliares, a los t¨¦cnicos, decepcionados, por una acci¨®n que a todos da?a. Y todos vuelven a ver ah¨ª al ciclista que lleg¨® tan humilde hace unos meses al equipo y tan bien se integr¨®, que sal¨ªa de pesca en Andorra con su compa?ero Verona y que cuando le dijeron, en la misma Andorra, que abandonara un Tour en el que se arrastraba malherido de cabeza y piernas ¨¦l se neg¨®. ¡°Estar¨¦ hasta que no pueda m¨¢s ayudando al equipo en lo que haga falta¡±, dijo, y tres d¨ªas despu¨¦s all¨ª estaba, en el col de Portet, el peor d¨ªa de Mas, tirando del mallorqu¨ªn que en la Vuelta no mira para atr¨¢s. Y despu¨¦s abandon¨®, cumplida su tarea.
Ninguna decisi¨®n sobre un posible castigo al ciclista que da?¨® al equipo se tomar¨¢ en caliente, se?alan fuentes del Movistar. ¡°Hay que dejar que se serenen los ¨¢nimos¡±, dicen, y nadie habla de una posible rescisi¨®n de un contrato que terminaba este a?o y que se alarg¨® dos temporadas m¨¢s despu¨¦s del Tour. Responsables de Telef¨®nica viajaron a Santiago para ver el final de la Vuelta, y tambi¨¦n vol¨® a la capital gallega Giovanni Lombardi, el agente del colombiano y tambi¨¦n de Enric Mas.
¡°Ay¡±, suspira Eusebio Unzue. ¡°Ay¡±, repite. ¡°Esto de salir con varios l¨ªderes y que decida la carretera luego siempre trae problemas. Nada de esto nos habr¨ªa pasado si tuvi¨¦ramos un ¨²nico gran l¨ªder, como en los tiempos de Indurain¡ Si tuvi¨¦ramos un Pogacar, un Roglic¡ Uno por encima, 20 a su servicio¡±.
O, incluso, podr¨ªa a?adir, m¨¢s suspiros, si tuvi¨¦ramos en el equipo de hombres a uno como Annemiek van Vleuten, la neerlandesa que lidera el equipo femenino desde esta temporada y acaba de a?adir la versi¨®n femenina de la Vuelta (la Ceratizit Challenge) y dos de sus etapas a su cuaderno de caza que, a sus 38 a?os, ya alcanza las 90 victorias, y 13 de ellas este 2021¡ Y con su hermoso maillot rojo y manguitas violeta sube al podio erigido en Santiago por la Vuelta, un elemento b¨¢rbaro cuya vulgaridad sujeta a la voluntad de sus anunciantes ensucia la belleza de la plaza del Obradoiro.
Y al triste lamentar del jefe del equipo Movistar se unen, tambi¨¦n suspirantes, los aficionados espa?oles, a quienes se les hace interminablemente tedioso el interregno que sigue a la ¨²ltima era dorada de su ciclismo, la del mejor Valverde, Contador, Purito¡ Y como los revolucionarios posibilistas a la fuerza, no piden uno que transforme el mundo, ni siquiera a uno que haga grandes discursos, simplemente les basta uno que hable, uno que les haga ver la posibilidad de la alegr¨ªa, que les robe la miseria del alma agria.
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