Las ¨¢reas son blancas en el cl¨¢sico
El Real Madrid controla un duelo en que el Barcelona se desfonda despu¨¦s de fallar en el remate en un encendido Camp Nou
La energ¨ªa del viejo Camp Nou, bravo y encendido como demandaba el cl¨¢sico, ya no alcanza tampoco para sostener al Bar?a, un equipo sin edad, sometido por el maduro y pu?etero Madrid. Juegan los madridistas para ganar mientras los barcelonistas huyen de la derrota en momentos de transici¨®n, d¨ªas en que cuando no muere lo viejo y no acaba de nacer lo joven ¡ªpalabra de Gramsci¡ª aparecen los personajes m¨¢s insospechados, propios y extra?os, como por ejemplo Alaba. El madridista se estren¨® como goleador y anunci¨® la victoria de su equipo para alegr¨ªa de los hinchas que con sus camisetas blancas salpicaban las coloreadas gradas despu¨¦s de comprar alguna de las 35.000 entradas puestas a la venta en el Camp Nou.
El Bar?a se apag¨® como una vela prendida por el Madrid. El encuentro se mantuvo abierto solo por la bondad visitante. Incluso sorprendi¨® que un club depredador como el blanco tuviera a un equipo tan compasivo como el que se vio en el Camp Nou. A los azulgrana les vienen grandes los partidos exigentes y se vencen irremediablemente, sin que importe la diferencia de puntos, incapaces por ahora de dar sentido a las temporadas que se cuentan como perdidas, conforme la afici¨®n con intentar ganar partidos como el cl¨¢sico del Camp Nou. Una tarea imposible por el car¨¢cter inofensivo del equipo de Koeman. No tiene ¨¦pica ni sorpresa, tampoco mentalidad ni suficiente defensa, para vencer al Madrid.
La carga ambiental invit¨® al Bar?a a jugar en cancha del Madrid despu¨¦s de que los dos entrenadores apostaran por dar amplitud a sus equipos desde las alineaciones, atrevidas ambas, sobre todo la del Madrid, m¨¢s que nada por la presencia de Lucas V¨¢zquez y Rodrygo. Los futbolistas de Ancelotti le tienen muy tomada la medida a sus puestos, todos familiarizados con el juego de los espacios, mientras que a varios de los de Koeman les cuesta encontrar el sitio, alguno porque no para de dar vueltas, como Mingueza, ahora lateral, o Dest, convertido en un 7, o el inocuo Memphis. El m¨¢s extraviado de todas maneras sigue siendo De Jong.
No hay carencia que sin embargo no se pueda disimular con la presi¨®n, la intensidad y la recuperaci¨®n, los 11 azulgrana dispuestos a correr cuando cuesta jugar, m¨¢s fuertes an¨ªmica que futbol¨ªsticamente, muy metidos en el partido como pide Koeman. Aunque no remataba, el Bar?a no dejaba salir de su campo al equipo resguardado por Courtois. La impaciencia azulgrana contrastaba con la tranquilidad del Madrid, sabedor de que la mayor¨ªa de los indicadores le eran favorables, siempre m¨¢s result¨®n en el Camp Nou que en el Bernab¨¦u, y Ancelotti advirti¨® una posibilidad ¨²nica para acabar por fin con su gafe en el estadio del Bar?a.
Acabar la jugada
Ocurri¨® que el Madrid era m¨¢s vulnerable cuando atacaba que en los momentos en que defend¨ªa y permit¨ªa las transiciones barcelonistas, ninguna tan clarividente como la que fall¨® Dest, tan solo como torpe en el tiro ante Courtois. No acab¨® bien la jugada Dest despu¨¦s de que Vinicius mantuviera en suspense al gol norte con sus regates ante Mingueza y Ter Stegen. El madridista pidi¨® penalti por la entrada de Mingueza en una jugada que no fue sancionada por fuera de juego hasta que el remate sali¨® fuera del arco del Bar?a. A diferencia del Barcelona, no perdonar¨ªa el Madrid en la contra armada y rematada por Alaba.
El central le quit¨® la pelota a Memphis y atraves¨® la cancha, limpiada por los desmarques de Vinicius y Benzema, hasta alcanzar el ¨¢rea, recibir de Rodrygo y rematar con un zurdazo cruzado a la izquierda de Ter Stegen. La efectividad del Madrid, mejor en el manejo del partido, contrastaba con la falta de definici¨®n del Bar?a, m¨¢s jovial, impreciso y desordenado, menos experto que el plantel de Ancelotti. Tampoco encontr¨® la porter¨ªa Piqu¨¦ con un cabezazo impecable ante Courtois. El desespero de Koeman, que se remite a la condici¨®n de perdonavidas de su equipo para explicar los malos resultados, le llev¨® a recurrir a su querido Coutinho.
Apretaba el Bar?a a partir de la agresividad de Gavi y se defend¨ªa sin sudar el Madrid, tranquilo por la esterilidad azulgrana y confiado en poder resolver el partido en un contragolpe de manual como el de Alaba. La falta de contundencia azulgrana, d¨¦bil en las dos ¨¢reas, hipotec¨® el esfuerzo grupal, objetivable hasta el descanso y perdido al inicio del segundo tiempo, cuando se consolid¨® el gobierno del Madrid. El partido se puso tan f¨¢cil para el equipo blanco que se adorn¨® en exceso ante Ter Stegen. Vinicius y Benzema fueron excesivamente condescendientes en el tiro y dieron algunos instantes de vida al Bar?a.
La entrada del Kun Ag¨¹ero no solucion¨® las disfunciones del Barcelona, cada vez m¨¢s fatigado y desesperado, quebrado por la mitad, hasta el arrebato final, cuando pele¨® por el empate por la condescendencia del Madrid. Tampoco pudo ganar en el intercambio de golpes porque cada ataque azulgrana fue replicado por una transici¨®n vertiginosa del Madrid. As¨ª lleg¨® el gol de Lucas V¨¢zquez despu¨¦s de que Piqu¨¦ pidiera un penalti de Carvajal. El gol del Kun solamente sirvi¨® para acreditar el orgullo y tambi¨¦n la inferioridad del Barcelona.
Ansu no pudo levantar al Bar?a. El Madrid tampoco necesit¨® a Vinicius ni a Benzema. Los goleadores fueron Alaba y Lucas V¨¢zquez en un cl¨¢sico sin delanteros con pegada, conscientes ambos equipos de que lo m¨¢s normal era que ganara el Madrid, jugara quien jugara y marcara quien marcara en el Camp Nou.
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