El ¡®Kun data¡¯
No solo se desped¨ªa un jugador sino una ¨¦poca. De cuando no hab¨ªa m¨¢s escuela que la del barrio y la calle
El sorteo del desprestigio
En el sorteo de Champions, un programa inform¨¢tico se distrajo y se arm¨® la de Dios es Cristo. Hubo que barajar y dar de nuevo para no terminar en un juzgado. Al Madrid, primero de grupo, le hab¨ªa tocado el Benfica, y Atl¨¦tico y Villarreal, segundos, hab¨ªan sido castigados con el Bayern y el City. En la tele me qued¨® redonda la frase: ¡°ha quedado expresado el privilegio de ser primero y la condena de ser segundo¡±. Pero si al f¨²tbol le das una segunda oportunidad, seguro que es para hacerte quedar como un mentiroso; o peor a¨²n, como un ingenuo. En efecto, el segundo sorteo castigaba al Madrid con el PSG, al tiempo que aligeraba al Atl¨¦tico y al Villarreal con el United y la Juventus. En ese momento yo me hab¨ªa marchado de la tele y menos mal porque, m¨¢s confundido que el programa inform¨¢tico, a¨²n no se me ocurri¨® ninguna frase para salir del l¨ªo.
Las desgracias nunca vienen solas
Tras promocionar a UNICEF gratis en la camiseta, ir a jugar un amistoso a Arabia Saud¨ª por unos pocos millones es una decisi¨®n que se paga con prestigio. La mala preparaci¨®n del equipo en los ¨²ltimos tiempos se paga con lesiones, como la mala administraci¨®n se paga con una crisis econ¨®mica. De todo esto habr¨¢ responsables, pero en este Bar?a ya hay, tambi¨¦n, algo de castigo b¨ªblico. En efecto, si se deval¨²a tu imagen porque te caes a la UEFA Europa League, es un ensa?amiento del azar que te toque un rival como el N¨¢poles. Si traes a Ag¨¹ero para ocupar un puesto clave y contentar a Messi, es un drama shakespeariano que se pire Messi y se retire Ag¨¹ero. Hay responsables, hay fatalidad y lleg¨® el momento de espantar al tercer invitado: la desmoralizaci¨®n.
Se va el Kun, se va la calle
En el d¨ªa de su despedida del f¨²tbol, al Kun Ag¨¹ero se le cayeron los hombros por el peso de su glorioso pasado o de su incierto futuro. Ni siquiera ¨¦l lo sab¨ªa porque en el d¨ªa del adi¨®s todo se confunde. A m¨ª me pareci¨® que no solo se desped¨ªa un jugador sino una ¨¦poca. De cuando no hab¨ªa m¨¢s escuela que la del barrio y la calle; de cuando los mayores les ense?aban la astucia del juego a los m¨¢s chicos; de cuando dos piedras simulaban una porter¨ªa y con algo de suerte descubr¨ªamos a un goleador, como el Kun, singular. Porque de ese cuerpo de piernas cortas, culo bajo y andar perezoso, uno no pod¨ªa pensar jam¨¢s que pudieran bastarle tres zancadas para pasar de 0 a 100, espantar rivales como si fueran moscas y, en un visto y no visto, marcar goles para encuadrar.
El laboratorio del potrero
El Kun debut¨® con 15 a?os en Independiente y muy pronto se dispararon las expectativas: era, seg¨²n el ojo cl¨ªnico de Menotti, un ¡°pich¨®n de Romario¡±. Antes de ser mayor de edad ya estaba en Espa?a donde apareci¨® en el Atl¨¦tico, se despidi¨® en el Bar?a y no estuvo lejos del Real Madrid. Pero su obra magna la complet¨® en el City donde, 260 goles mediante, se convirti¨® en leyenda. Era hermoso ver a ese ejemplar que aprendi¨® el oficio en los potreros de la ¡°Villa los Eucaliptus¡±, ejercer su magisterio en el laboratorio t¨¢ctico de la Premier, rodeado de rivales que le doblaban en tama?o y le estudiaban con lupa cada uno de sus movimientos. Pero claro, se estudia lo que ocurri¨® no lo que va a ocurrir y, dentro del ¨¢rea, a la magia del Kun no la descifraba ni el Big Data. Levanta esos hombros, Kun, que regalaste demasiada felicidad como para marcharte triste.
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