Futbolistas, suyo es el reino
En Arabia Saud¨ª el Real Madrid dej¨® al descubierto la m¨¢s especial de sus esencias: sigue siendo un club que lo f¨ªa todo al reclutamiento de los mejores jugadores del mundo
El f¨²tbol no entiende de malos escenarios, lo resiste todo, se impone a los caprichos del dinero y a la voluntad tenue de quien disfraza de obra ben¨¦fica la venta de su alma a un pa¨ªs como Arabia Saud¨ª. Los dos grandes de la escena mundial se fajaron en un partido inmenso, de los que dejan en mal lugar a quienes predican que en Inglaterra se juega a otra cosa, que nos sacan un lustro de ventaja en cuanto a conceptos, preparaci¨®n f¨ªsica, entusiasmo y todas esas cosas que soporta el papel cuando se deja en manos de cantama?anas como el aqu¨ª firmante. Poco o nada tienen que envidiar Bar?a y Madrid a los grandes clubes de la Premier League, si acaso algo m¨¢s de tiempo el uno y un plus de profundidad en su plantilla el otro.
En Espa?a se ha instalado casi definitivamente el relato de que el f¨²tbol pertenece a los entrenadores, posiblemente alentado por la necesidad de reducirlo todo a unas pocas l¨ªneas de texto, o a un simple tuit. Pero lo cierto es que el deporte rey sigue siendo un negocio dependiente de sus verdaderos protagonistas, los futbolistas: suyo es el reino, suyo es el poder y la gloria por siempre, que dicen los curas en alg¨²n momento de las misas refiri¨¦ndose a Dios. Cierto es que algunos t¨¦cnicos tienen la capacidad de influir de una manera m¨¢s directa sobre aspectos m¨¢s o menos capitales del juego, pero ninguno de ellos, incluso los m¨¢s evidentes, puede controlar los movimientos y las decisiones de sus huestes como si estuviese jugando a la PlayStation.
En Arabia Saud¨ª, con las autoridades sentadas en sillas que parecen tronos y las mujeres tapadas de pies a cabeza, el Real Madrid dej¨® al descubierto, una vez m¨¢s, la m¨¢s especial de sus esencias: sigue siendo un club que lo f¨ªa todo al reclutamiento de los mejores jugadores del mundo sin ning¨²n tipo de tara ideol¨®gica. Ah¨ª est¨¢n Kroos, Modric o Benzema, fichados en un tiempo donde los titulares de la prensa facilona aseguraban que en el Santiago Bernab¨¦u no gustaban los futbolistas con querencia -y hasta devoci¨®n- por la pelota: ¡°ok, boomers¡±. Va a ser cierto eso de que se coge antes a un mentiroso que a un cojo, sobre todo cuando el primero necesita explicar el juego en funci¨®n del resultado y el segundo, porque va m¨¢s lento y dispone de m¨¢s tiempo, puede entretenerse disfrutando del proceso.
El Bar?a, por el contrario, tiene y no tiene la misma naturaleza que el Real Madrid por una mera cuesti¨®n pol¨ªtica: a la b¨²squeda de los mejores futbolistas posibles hay que sumarle aquello del ADN Bar?a o, lo que es lo mismo, que lo nuevo recuerde en cierta manera a lo viejo, lo que no tiene por qu¨¦ ser malo de por s¨ª, bien al contrario. Unir la identidad futbol¨ªstica de un club al modelo de ¨¦xito dominante en tiempos pasados es cuesti¨®n de pura l¨®gica siempre y cuando se pase de las palabras a los hechos, que es lo m¨¢s dif¨ªcil de conseguir en todo lo apellidado cruyffismo. El talento de sus futbolistas est¨¢ ah¨ª. Y tambi¨¦n el entusiasmo. Falta instruirlos en el arte de la guerra y que tomen conciencia de que son ellos los que ganan y pierden los partidos: ni el club, ni el escudo, ni mucho menos el entrenador.
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