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Cristiano se nubla, Jo?o F¨¦lix se ilumina
El punta del United escenifica la crisis an¨ªmica de su equipo ante el mediapunta del Atl¨¦tico, uno de sus herederos m¨¢s prestigiosos
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
La primera canci¨®n que atron¨® en el cilindro monumental del Wanda cuando abri¨® sus puertas a la ida de los octavos de final de la Champions fue Fortunate Son, de la Creedence. Toda una declaraci¨®n que posiciona al Atl¨¦tico y a sus correligionarios en la orilla pobre de la divisoria espiritual que la hinchada sigue trazando por costumbre, o por diversi¨®n, m¨¢s que por coherencia. Ven¨ªa a decir que el United, anta?o el club m¨¢s rico de la Tierra, pertenece a universo de los antagonistas poderosos, y que las personalidades como Cristiano Ronaldo ¡ªembutidas en el uniforme rojo, lo mismo que en el blanco¡ª deben ser recibidas como villanos en el barrio de San Blas.
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Cuando los proleg¨®menos folcl¨®ricos de la velada dieron paso a la acci¨®n, el f¨²tbol habl¨® con un lenguaje menos ret¨®rico, m¨¢s puro. Si la espina dorsal del Manchester United es un conducto nervioso que en su segmento m¨¢s sensible debe conectar a Bruno Fernandes con Cristiano Ronaldo, lo primero que exhibi¨® el juego fue la presencia de un equipo visitante amenazado de par¨¢lisis.
Presion¨® el Atl¨¦tico en el minuto uno y Herrera le rob¨® la pelota a Bruno. Cosa rara en el interior portugu¨¦s perder una pelota, no digamos dos, cuando al minuto siguiente fue de nuevo Herrera quien le cuerpe¨® y le quit¨® la pelota mientras Bruno buscaba una salida, conduc¨ªa y levantaba la cabeza, y en lugar de compa?eros que se ofrec¨ªan ve¨ªa camisetas rojiblancas que lo rodeaban.
Encendido ante la doble afrenta, Bruno no se volvi¨® para intentar recobrar la pelota perdida sino que se desentendi¨® de sus deberes t¨¢cticos y avanz¨® en direcci¨®n contraria a la acci¨®n, hacia el campo del Atl¨¦tico, en busca del que cre¨ªa principal responsable de su doble despojo. Lo encontr¨® en la zona desmilitarizada, detr¨¢s de Vrsaljko, a espaldas de Gim¨¦nez, elegantemente peinado para la gala, trotando con el garbo de un purasangre en la pista.
Ah¨ª estaba Cristiano, el mism¨ªsimo Hijo Afortunado del que hablaba la canci¨®n. Al verlo, Bruno le lanz¨® un grito que son¨® a imprecaci¨®n al tiempo que le se?alaba con el dedo ¨ªndice y le hac¨ªa la clase de aspavientos que se le hacen a un compa?ero cuando se le manda a por habas y los c¨®digos del vestuario se deshacen bajo el peso de los c¨®digos del juego.
Si Bruno, el hijo segund¨®n del f¨²tbol portugu¨¦s, incumpli¨® alguna normativa formal, Cristiano, el primog¨¦nito, fue reo de una infracci¨®n sagrada: al compa?ero en apuros hay que ofrecerle ayuda como corresponde a los valientes de verdad, y esto equival¨ªa, dadas las circunstancias, a bajar a pedir la pelota por delante de los pivotes y no a esperarla por detr¨¢s de los centrales, como dir¨ªa Luis Aragon¨¦s, donde los cocodrilos no muerden.
El 1-1 constituye un parche provisional. El fondo de la situaci¨®n es turbio. El desencuentro p¨²blico, notorio, de dos jugadores que se supone hermanados por la selecci¨®n nacional, compuso el peor indicio imaginable para el United en el comienzo del partido contra el Atl¨¦tico. De alg¨²n modo, los gestos revelaron la descomposici¨®n an¨ªmica de un equipo que apenas se aferra al cuarto puesto de la Premier amenazado por el West Ham desde el quinto. No por nada desde 2013 la instituci¨®n m¨¢s representativa del f¨²tbol brit¨¢nico atraviesa una de las crisis m¨¢s profundas de su historia, por m¨¢s que la constate inyecci¨®n de capital en forma de fichajes caros le brinde cierta apariencia de equipo amenazante. No lo fue, ni siquiera contra este Atl¨¦tico sufrido que lo domin¨® en casi todos los departamentos, tambi¨¦n en el que se asigna a la creatividad y el acierto individual, ya que no hubo sobre el campo de juego otro futbolista m¨¢s brillante que Jo?o F¨¦lix. El tercer luso en discordia, delf¨ªn de la corona de la selecci¨®n de Portugal, fue el mejor en la cancha.
Ah¨ª donde Jo?o F¨¦lix bajaba a jugar a un toque que aclaraba caminos, Cristiano se enredaba en bicicletas y pisadas; ah¨ª donde Jo?o marcaba el 1-0, su paisano fatigaba por conseguir una buena posici¨®n de tiro sin lograrlo. ¡°Deber¨ªa meter m¨¢s goles¡±, le critic¨® hace una semana su entrenador, Ralf Rangnick, por m¨¢s que sume 15 en 30 partidos. No son buenos tiempos para Cristiano y mucho menos en el Wanda.
Rangnick: ¡°Nos falt¨® pasi¨®n¡±
¡°Fue un gran centro de Lodi y un fant¨¢stico desmarque de Joao F¨¦lix y fue muy dif¨ªcil de defender¡±, dijo Ralf Rangnick, en relaci¨®n al 1-0 del Atl¨¦tico. El entrenador del United se mostr¨® cr¨ªtico con la falta de entusiasmo que detect¨® en sus jugadores para sobreponerse a la presi¨®n atmosf¨¦rica y futbol¨ªstica en la primera parte y se?al¨® que solo cuando hizo los cambios detect¨® una mejor¨ªa. ¡°Anthony Elanga¡±, se?al¨®, a prop¨®sito del autor del 1-1; ¡°demostr¨® la clase de pasi¨®n y determinaci¨®n que necesitamos en todas las posiciones, no solo para crear problemas al Atl¨¦tico sino para pasar cuartos. No hay que hablar tanto de t¨¢ctica ni de planes de pizarr¨®n. Estos partidos se ganan con convicci¨®n y energ¨ªa, y hoy, tal y como han ido las cosas, debemos estar satisfechos con el 1-1¡±.
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