Alejandro Valverde dice adi¨®s a la Flecha Valona desde el podio
El belga Dylan Teuns supera en el muro de Huy al murciano, que buscaba su sexta victoria en la cl¨¢sica belga a los 41 a?os, la temporada de su despedida del ciclismo
El alma del artista, dicen los artistas, solo tiene un l¨ªmite, el que fija su imaginaci¨®n, y as¨ª parece el alma de Alejandro Valverde, que artista es, y ciclista longevo, y en el Muro de Huy, su jard¨ªn privado, a los casi 42 a?os que cumple el lunes 25, se exalta y hace un prodigio de fantas¨ªa, curvas y deseos de la Flecha Valona, la cl¨¢sica m¨¢s cuadriculada, 200 kil¨®metros llanos, un muro de 1.300 metros, un sprint de forzudos. Y el coraz¨®n a 200. Y en 300 metros, los ¨²ltimos 300 metros de un camino vertical, el camino de las Capillas, el del calvario, mejor, siete capillas en la ladera, y cirios ardientes brillan, en 56 segundos de apnea, pues la afici¨®n, hipnotizada, se olvida de respirar 20 veces, condensa en pedaladas, de pie sobre la bicicleta, y en el dolor de los brazos que tiran del manillar, todo lo que ha sido, lo que es, el ciclismo, y lejos de ¨¦l los aspavientos de la modernidad: la ciencia de la carrera, la espera, la persecuci¨®n, la aceleraci¨®n, el adelantamiento que no se consuma, la victoria que le grita, vamos, en la que cree, el dedo que cambia de pi?¨®n, las piernas que intentan acelerar m¨¢s, pegadito a la valla, los m¨²sculos que se rebelan, el ay del agotamiento, la mirada hacia atr¨¢s, la mirada al suelo, la derrota. Todo.
Termina segundo y el mundo, boquiabierto, aplaude. Puede con Tadej Pogacar, el canibalito, el nuevo ciclismo, la faz irracional, que dice que crey¨® en todo hasta que a 300 metros del final se apag¨® la luz, y sigue sin entender al muro de Huy, una subida que, dice el nuevo Merckx, siempre le empuja m¨¢s all¨¢ de sus posibilidades. Puede con Julian Alaphilippe, el hombre del arco¨ªris, su heredero, que, cuando termina, suspira y dice, qu¨¦ alivio que esto haya terminado, y se r¨ªe y dice que simplemente ha llegado no hasta donde su imaginaci¨®n le guiaba sino solo hasta donde las piernas le han permitido.
Puede Valverde, el rey de Huy, 16 Flechas disputadas, cinco ganadas (m¨¢s que nadie en la historia), tres segundos puestos, un tercero, con los favoritos, con todos, pero, y al ciclismo le gu¨ªa m¨¢s que nada una suerte de justicia po¨¦tica, de esperanza recompensada, de deseos cumplidos, no logra superar a un belga tenaz y veterano que gana en el Muro, por fin, su obsesi¨®n, al octavo intento.
Se llama Dylan Teuns. Es un especialista en muros imposibles. Ha podido dos veces con la Planche des Belles Filles en el Tour, ha brillado en el Balc¨®n de Bizkaia en la Vuelta. Ha ganado la etapa de los Alpes que le dio a Pogacar el Tour del 21. Acaba de cumplir 30 a?os. Hace cinco, estuvo ya a punto de ganar en Huy. Se movi¨® igual. Y tambi¨¦n le persigui¨® Valverde. Entonces, el murciano le adelant¨®, y tambi¨¦n el irland¨¦s Dan Martin. Fue entonces, 2017, la ¨²ltima victoria de Valverde en la carrera a la que no volver¨¢ m¨¢s.
¡°Dylan ha arrancado muy bien, muy continuo; quiz¨¢s haya sido la subida m¨¢s r¨¢pida de la historia, o al menos de las que llevo en la Flecha Valona¡± dice el murciano. ¡°Hay d¨ªas en que tienes la sensaci¨®n de que pod¨ªas haber sufrido un poco m¨¢s para lograr el triunfo, pero hoy lo he dado todo¡±.
A 300 metros de la cima, la pendiente se suaviza, y ya no es la cuesta imposible del 19% en la que Enric Mas, acelerando hasta no poder m¨¢s, ha llevado a su amigo Valverde al lugar que ama, delante de todos, al lugar desde el que puede vigilar y decidir, y se siente como un general con el campo de batalla a sus pies. All¨ª, al 13%, todos recuperan el pulso, y Valverde amaga, y su movimiento es la se?al que esperan Teuns y Vlasov, el ruso paciente, para moverse, y su movimiento es lo que espera Valverde, que se pone a rueda y espera. A 200 metros acelera m¨¢s Teuns. Con Vlasov intentando solo no perder su rueda, Valverde resiste. Espera el cartel de los 150 metros. Pendiente del 9%. Y all¨ª ataca, ataca, gana cent¨ªmetro a cent¨ªmetro. Podr¨¢, podr¨¢. Su rueda delantera est¨¢ a cent¨ªmetros de superar a la del belga. La afici¨®n cree. Necesita un prodigio. La afici¨®n le grita: tu l¨ªmite no es tu imaginaci¨®n sino la nuestra, que es ilimitada, inabarcable. Absoluta. Su l¨ªmite, sino es la ley del envejecimiento, es la ley de la gravedad a la que desaf¨ªa, a la que tantas veces ha derrotado. Al final, es el final, le empuja contra el sill¨ªn, le abate. Y ¨¦l habla. ¡°Es un segundo que vale como una victoria. Da mucha felicidad. En cinco d¨ªas cumplo los 42, era la ¨²ltima Flecha¡¡±, dice Valverde, que se retir¨® enfermo de su ¨²ltima competici¨®n, la Volta a Catalunya, la ¨²ltima semana de marzo. ¡°Quer¨ªa comprobar el estado de forma, yo ve¨ªa que en casa estaba bien, pero en competici¨®n es otra cosa. Llegar aqu¨ª, terminando bien, sufriendo pero terminando bien, me da mucha esperanza para Lieja el domingo¡±.
El domingo, en Lieja, la 108? edici¨®n de la carrera m¨¢s antigua, a Valverde, el ciclista antiguo, le espera Merckx, el can¨ªbal que fij¨® todos los l¨ªmites del ciclismo. Gan¨® cinco veces la Decana. Valverde, cuatro. ¡°El desaf¨ªo no me asusta por dif¨ªicl que pueda parecer¡±, dice. ¡°Lo que no quiero es que llueva¡±. La imaginaci¨®n no se agota nunca.
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