Abandona Almeida con covid el Giro de Italia, y Landa afirma: ¡°No me conformo con ser tercero. Tengo que soltar a Carapaz y Hindley¡±
Gana en Treviso De Bond al frente de una fuga de cuatro que enga?a al pelot¨®n de sprinters, en el que Juanpe, nueva maglia blanca, sufre y queda cortado
Est¨¢ en la fuga Gabburo, un muchacho de Verona, as¨ª, con dos bes y una erre por un error del escribiente del registro civil, porque su padre es Gaburro, con una be y dos erres, y Gaburro sigue, y le hace un favor as¨ª a su hijo, que ya goza de un signo de distinci¨®n en la vida, una aspiraci¨®n imposible para muchos ciclistas, tanta necesidad de ir a rueda en el pelot¨®n y, al mismo, tiempo, tanto deseo reprimido de ser diferentes, y, en etapas como esta, que bordea el monte Grappa que hizo gigante a Nairo siguiendo el descenso r¨¢pido del Brenta caudaloso por carreteras planas entre valles verdes y vi?edos de Cartizze en Valdobbiadene, el muro de Ca¡¯ del Poggio tumultuoso, prosecco que hace millonarios a campesinos pobres due?os de una obrada en las laderas, sus calabazas hierven al sol de cavilaciones, planes del weekend en el Friuli y en los montes p¨¢lidos de los Dolomitas, dar el golpe, d¨®nde, darlo, burlar el pito del sereno, ganarse para siempre a su novia Rosal¨ªa, como en la copla y la rumba, o, simplemente, una maglia diferente. Ser alguien, aunque solo sea un d¨ªa, un minuto.
O un segundo, el que le vale a Dries de Bondt, un r¨¢pido belga, para ganar la etapa en la que, hombres ¨²nicos los cuatro que la formaban --Affini, una locomotora como Ganna, Magnus Cort, el dan¨¦s que asombra siempre en la Vuelta, Gabburo y sus dos bes--, la fuga derrota a los equipos de sprinters, tan seguros, y se juega la victoria en los canales de Treviso, donde Nani Pinarello, gregario de Bartali, admirador de Coppi, y su hijo es Fausto, mont¨® un taller de bicicletas con las liras que le dieron por quedar ¨²ltimo, maglia nera, en el Giro de 1951, y sus herederos fabrican ahora las bicicletas fabulosas que hizo grandes Indurain y ahora monta Carapaz.
De Bondt, un belga de 30 a?os que quiso ser Boonen de ni?o, y luego creci¨® y quiso ser el rival de su ¨ªdolo, siempre sonr¨ªe, siempre est¨¢ de humor, aunque no gane, que es casi siempre, y un colega le pregunta por qu¨¦ en la conferencia de prensa. ¡°Porque vivo un sue?o¡±, dice De Bondt, habitual lanzador de los sprinters de su Alpecin, Van der Poel, Merlier o Philipsen. ¡°Porque a los 22 a?os, antes a¨²n de ser ciclista profesional, a¨²n antes de saber lo fabuloso que es el ciclismo, me romp¨ª la crisma por varios sitios, estuve dos semanas en coma, me resucitaron, volv¨ª a aprender a andar, a hablar, a tragar, a pedalear¡ Y en 206 gan¨¦ una carrera, y en 2020 fui campe¨®n belga, y ahora esto¡ Y me siento una inspiraci¨®n para muchos, y es un honor poderme sentir un ejemplo. Y por eso estoy siempre contento. La persistencia es la clave. Nunca puede nadie dejar de creer en ¨¦l mismo¡±.
¡°Ay¡±, lamenta Roberto Damiani, uno de los directores, miembro de la guardia de corps que vigila que nadie se salte la uniformidad, algo as¨ª como la aspiraci¨®n m¨¢xima de todos los due?os de equipo, el instinto anestesiado. ¡°A veces no escuchamos los deseos de los corredores, no sentimos su respiraci¨®n, todos van de negro y al que quiere ir de blanco le decimos que olvide, que no arriesgue. Pero solo somos un reflejo de la sociedad¡¡± Y habla Damiani de su corredor m¨¢s diferente, de Guillaume Martin, pensador racional y ciclista loco que cada d¨ªa va en fuga, y se busca, la carrera como una excusa para la aventura, el camino de vida, y confiesa que le cuesta trabajo entenderle, y tambi¨¦n a uno como Mathieu van der Poel, su ciclismo insensato para las cabezas tradicionales, pero que lo admira: ¡°No tiene piernas, pero tiene un coraz¨®n ¨²nico¡±.
Habla de Martin y Van der Poel, pero podr¨ªa hablar, con m¨¢s propiedad casi, porque este s¨ª que viste de blanco en un pelot¨®n de colorines, de Juanpe L¨®pez, el lebrijano, que suda el d¨ªa de su estreno inesperado. Al ciclista de 24 a?os que visti¨® de rosa 10 d¨ªas (y, como real maglia blanca de mejor joven cada d¨ªa recib¨ªa un lote de ropa interior de su patrocinador: calcetines, calzoncillos, camisetas, un verdadero ajuar) le cay¨® de nuevo el liderato de la clasificaci¨®n de j¨®venes porque, al d¨ªa siguiente de ceder al fin en la carretera, Joao Almeida se levant¨® con dolor de garganta y s¨ªntoma de gripe. Un test r¨¢pido revel¨® que el cuarto clasificado en la general sufr¨ªa covid, lo que, por protocolo, le oblig¨® a retirarse. Desde el d¨ªa en el que se enfrent¨® en el Etna a su destino, Juanpe se ha ido descubriendo, y la afici¨®n le descubre, y Landa se descubre ante ¨¦l: ¡°?Qui¨¦n hubiera tenido un debut en el Giro como el suyo!¡± Pero Juanpe sufre porque la etapa, tan llana, no da respiro. Pelot¨®n y fuga, gato y rat¨®n, Tom y Jerry: el rat¨®n es siempre m¨¢s listo. Los cuatro marcan el ritmo del pelot¨®n: lento al principio, acelerado a tope al final, a m¨¢s de 60 hacia Treviso, y el pelot¨®n no les alcanza, y la media de toda la etapa de de 46,5 kil¨®metros por hora, y llega partido detr¨¢s, porque despu¨¦s de subir el muro del prosecco la aceleraci¨®n exagerada deja a los ¨²ltimos 50 fuera de rueda, y entre ellos est¨¢ Juanpe. Su Trek muere por ¨¦l. Pierde tres minutos. Conserva la blanca por cinco sobre Buitrago. Si la conserva, ser¨¢ el primer espa?ol que gana el premio al mejor joven del Giro, que se otorga desde 1976.
Y podr¨ªa hablar, y m¨¢s que de nadie, de Landa, que se ha cortado el pelo, y parece un casco su corte por debajo del casco, pura distinci¨®n, y, antes de salir, mira nost¨¢lgico el lago de Levico, el camino que lo bordea lleno de caminantes, y la mirada del ciclista, m¨¢s tercero que nunca, cuatro minutos sobre Nibali, cuarto, tras la baja de Almeida, est¨¢ adelante, en los que le aventajan, en lo que llega, un puertarraco el viernes en la frontera eslovena, el Pordoi, cima Coppi, y la Marmolada, el s¨¢bado. ¡°Antes de venir al Giro, ser tercero me parec¨ªa muy bien¡±, dice, ¡°pero, llegados a d¨®nde estamos, no me conformo, quiero m¨¢s, aunque eso signifique arriesgar¡ y tengo que lograr soltarlos, a Hindley y Carapaz¡±. Y ah¨ª, m¨¢s que en ning¨²n sitio, habla su orgullo. Y como sabe que su equipo es t¨ªmido, como todos, y huye del riesgo, anima a los rivales. ¡°Si solo el Bora de Hindley volviera a hacer el s¨¢bado en el Pordoi lo que hizo en Tur¨ªn, ese caos me beneficiar¨ªa¡±, dice Landa, fino conocedor de la historia, y de su paisano Paco Galdos, que tantos a?os en su pizzer¨ªa de Vitoria, Il Dolomiti, rumiaba cotidianamente su frustraci¨®n por no haber podido soltar a Fausto Bertoglio en el Stelvio del 75, y perdi¨® el Giro por 41s. ¡°Es lo que m¨¢s necesito, soltar a esos dos, y atacar de lejos¡¡±
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