El Madrid se ocupa de los t¨ªtulos; de la l¨®gica, los otros
?Es el mejor equipo de Europa? Probablemente no, pero esa cuesti¨®n es secundaria en el Real de ahora y de antes
El Real Madrid cerr¨® en Par¨ªs el m¨¢s extraordinario de los recorridos en la Copa de Europa y proclam¨® a los cuatro vientos que es una especie ¨²nica, inclasificable, en el mundo del f¨²tbol. Su originalidad procede de una ecuaci¨®n que mezcla lo divino, lo humano y lo extravagante en proporciones desconocidas para los dem¨¢s clubes y para cualquiera que lo intente. Aunque las estad¨ªsticas le explican perfectamente, tanto en las competiciones nacionales como en las internacionales, donde ning¨²n otro equipo se le acerca, un aspecto fascinante del Madrid es su capacidad para rechazar las obviedades del f¨²tbol y exponerlo a sus contrastes y contradicciones.
Es f¨¢cil definir al Madrid como un club de ¨¦xito que traslada a su equipo la m¨¢xima impronta de eficacia. En los t¨¦rminos cl¨¢sicos que se utilizan para analizar el f¨²tbol, cumple uno por uno con todos los requisitos para explicar su privilegiada posici¨®n. Est¨¢ edificado sobre una abigarrada colecci¨®n de t¨ªtulos, reunida durante d¨¦cadas por varias generaciones de grandes jugadores, llamados a jugar en el Real Madrid por la fascinaci¨®n que produce el club en todos los rincones del mundo.
La incuestionable autoridad del Real Madrid se debe en gran medida a aspectos b¨¢sicos del f¨²tbol: una potent¨ªsima maquinaria econ¨®mica, calidad en la gesti¨®n y un seguimiento masivo en todo el planeta. Todas estas premisas no son ¨²nicas del Madrid, ni explican otros aspectos que se escapan a sus competidores, igual de ricos y perfectamente preparados para el ¨¦xito, pero sin su singular ductilidad para adaptarse a todas las circunstancias. Si algo distingue al Madrid es su capacidad para desfigurar la l¨®gica del f¨²tbol y adecuarla a sus objetivos.
En la p¨ªldora de la final se concentraron todos los elementos que han presidido la excepcional temporada del Real Madrid, memorable por la resonancia de las victorias sobre el PSG, Chelsea, Manchester City y Liverpool, y por los t¨¦rminos en que se produjeron. No se recuerda una sucesi¨®n comparable de angustia, drama y j¨²bilo. De ese agitad¨ªsimo c¨®ctel de partidos y victorias desesperadas surgi¨® el campe¨®n en Par¨ªs. ?Es el mejor equipo de Europa? Probablemente no, pero esa cuesti¨®n es secundaria en el Madrid de ahora y de antes.
El Madrid no est¨¢ en el f¨²tbol para hacer ¨¦poca por su magisterio t¨¢ctico, ni para establecer innovaciones para la posteridad. No es material para los cerebritos de laboratorio. Varios de sus t¨ªtulos en Europa los ha conseguido en temporadas deficientes en Espa?a, envuelto en sonoras crisis, con t¨¦cnicos reclamados a mitad de obra, como ocurri¨® con Del Bosque y Zidane. A diferencia de la mayor¨ªa de sus grandes rivales -Bar?a, Liverpool, Manchester United, Manchester City-, el entrenador importa, pero no es referencial. Al Real Madrid se le identifica por sus jugadores, la huella de sus presidentes en el caso de Bernab¨¦u y Florentino P¨¦rez y un insaciable apetito de t¨ªtulos.
Es un af¨¢n que en ocasiones se escapa a las explicaciones en el entorno madridista. Esta vez ha ganado la Copa de Europa despu¨¦s de amenazar con dinamitarla, enfrentado a la UEFA en una guerra sin cuartel, pero con un ep¨ªlogo parad¨®jico: el Madrid ha elevado esta edici¨®n, y por lo tanto al torneo, al grado m¨¢ximo de esplendor. Se ha coronado adem¨¢s despu¨¦s de tres discretas despedidas, sin Cristiano Ronaldo, sin Sergio Ramos, con Bale en un rinc¨®n. Catalogado como un producto de entreguerras, a la espera de la estrella que no llegar¨¢ en los pr¨®ximos tres a?os, ha reventado cualquier idea sobre los procesos de transici¨®n en el f¨²tbol. Una vez m¨¢s, el Real Madrid ha dejado que los dem¨¢s se ocupen de la l¨®gica. De los t¨ªtulos, se ocupa ¨¦l.
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