Nadal despega ante Sonego y ya est¨¢ ah¨ª
El espa?ol firma un triunfo convincente contra el italiano, enmara?ado en la recta final (6-1, 6-2 y 6-4), y se medir¨¢ en los octavos de Londres con Van de Zandschulp
No hay sosiego en este Wimbledon. No lo hay para nadie, y eso incluye tambi¨¦n a Rafael Nadal, que est¨¢ cerca de cerrar un duelo aparentemente pl¨¢cido y vitam¨ªnico contra Lorenzo Sonego y, de repente, se encuentra en medio de una situaci¨®n pantanosa que logra solucionar. Va llegando la noche al distrito SW19 de Londres y el rival solicita al juez de silla que se cierre el techo y se aplique la luz artificial porque no termina de ver bien la bola. El espa?ol, de 36 a?os, que las ha visto de todos los colores y se las sabe todas, ya ha decantado los dos primeros sets y est¨¢ a falta de solo dos juegos (4-2) en el tercero para sellar su pase a los octavos de final. No termina de entenderlo.
¡°Hab¨ªa una directriz clara a la hora de saber cu¨¢ndo se iba a cerrar el techo antes del partido. El ¨¢rbitro hab¨ªa dicho que se iba a hacer cuando terminara un set. Es surrealista. No s¨¦ cu¨¢ndo se ha cerrado en la Pista 1 [donde en esos momentos tambi¨¦n se disputaba el Stefanos Tsitsipas-Nick Kyrgios], pero me da la sensaci¨®n de que ha sido despu¨¦s del nuestro¡±, explica.
El ¨¢rbitro accede a la petici¨®n, se interrumpe el duelo y, en consecuencia, tambi¨¦n el ritmo. Nadal (6-1, 6-2 y 6-4 a su favor; citado el lunes con Botic van de Zandschulp) pone cara de circunstancias e intenta no enfriarse durante el cuarto de hora que tarda en cerrarse la cubierta retr¨¢ctil de la central. Est¨¢ mosqueado. Cuando se reanuda la acci¨®n, Sonego le rompe el saque y equilibra, y el balear percibe un soniquete que tampoco termina de gustarle. Considera el campe¨®n de 22 grandes que el italiano prolonga sus gritos despu¨¦s de golpear a la bola m¨¢s de lo necesario y le insta a acercarse a la red para advert¨ªrselo. Su acci¨®n encuentra reacci¨®n, encuentra una cara de p¨®quer y el p¨²blico ingl¨¦s tiene ganas de marcha.
¡°Se lo he dicho de buenas formas, con amabilidad. Estamos entre colegas, nos vemos cada semana y hay unos c¨®digos dentro de la pista que se deben respetar¡±, contin¨²a; ¡°creo que me he equivocado al llamarle a la red, se lo ten¨ªa que haber dicho en el cambio de lado o esperar a que se lo dijera el ¨¢rbitro. Me he equivocado y he subido despu¨¦s a su vestuario para pedirle disculpas. Pero se ha visto lo que ha pasado. Cuando ¨¦l golpea la bola alarga el grito con 4-3, en un instante clave, cuando eso no hab¨ªa pasado en todo el partido. Y eso es molesto. No podemos saber si lo ha hecho aposta o no...¡±.
Una sola direcci¨®n
As¨ª se cierra un episodio que hasta ese punto no hab¨ªa tenido m¨¢s miga que la constataci¨®n de que Nadal ya est¨¢ ah¨ª, de que como advert¨ªa el jueves, sabe perfectamente cu¨¢ndo debe incrementar los biorritmos y subir esas dos o tres marchas que necesitar¨¢ para generarse la oportunidad de ganar por tercera vez Wimbledon. En esta ocasi¨®n le bast¨® con aumentar un poco el registro del veloc¨ªmetro. Salvo ese enredo en la recta final, el pulso le inyecta una buena dosis de energ¨ªa tras una tarde sin demasiado color en lo competitivo, de una sola direcci¨®n.
La conmiseraci¨®n de la grada no suele ser un buen indicativo en el tenis. En realidad, no lo es en ning¨²n deporte. Por eso, cuando se esparce el runr¨²n y los aficionados de Londres celebran con tanto ¨¦nfasis y tanto entusiasmo cada punto de Sonego, al italiano no le queda m¨¢s remedio que aceptar y digerir una situaci¨®n embarazosa, porque al fin y al cabo sabe que guerrea ah¨ª abajo sin la m¨¢s m¨ªnima opci¨®n, y que el arrope del p¨²blico es sencillamente un signo de mera humanidad: cuando hay una diferencia tan grande entre uno y otro, varias galaxias entre su tenis y el de Nadal, lo normal es lo que sucede. Se llama compasi¨®n. La central intenta atenuar el impacto sobre el d¨¦bil.
A sus 27 a?os e instalado en el puesto 54 del ranking, el turin¨¦s es poco m¨¢s que un tentempi¨¦, la piedra de toque perfecta para que Nadal eleve sus prestaciones y se afine de cara a la segunda semana de la competici¨®n. Llega la hora de la verdad, las rampas, ese Galivier-Tourmalet-Alpe d¡¯Huez encadenado que asoma en el horizonte, y el mallorqu¨ªn llega ah¨ª habiendo dado las pedaladas necesarias para quitarse el ¨®xido que ten¨ªa desde hace tres a?os sobre una superficie que no suele admitir d¨ªas de tregua. Es decir, llega m¨¢s o menos como quer¨ªa, o m¨¢s bien como pretend¨ªa; a falta de meter el plato grande y el pi?¨®n peque?o, la primera semana describe una l¨ªnea ascendente.
Un paso adelante
As¨ª lo confirma delante de los periodistas: ¡°He hecho cosas mucho mejores que los otros d¨ªas. He podido jugar m¨¢s agresivo, ir m¨¢s a la red. Estoy contento. He hecho un esfuerzo muy importante para estar aqu¨ª en Wimbledon. A nivel mental y nivel f¨ªsico. Un buen partido contra un buen rival [octavofinalista el a?o pasado]. Estoy satisfecho con ello. Este ha sido un d¨ªa positivo porque he dado un paso adelante¡±.
Despu¨¦s de dos compromisos espinosos en las dos primeras rondas del torneo, contra el argentino Francisco Cer¨²ndolo y el lituano Ricardas Berankis respectivamente, Nadal ofreci¨® su versi¨®n jer¨¢rquica contra el italiano y recarg¨® el dep¨®sito an¨ªmico para lo que se avecina, que es mucho y complicado. A diferencia de las dos primeras citas, en las que se dej¨® un parcial en cada una y tuvo que coser la victoria m¨¢s de lo previsto, desde lo te¨®rico, esta vez no tuvo mayor contratiempo que esa pausa final solicitada por Sonego. El resto, buen caminar, una jornada lineal para acercarse a la velocidad de crucero que necesita de cara a las siguientes estaciones.
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