El Atl¨¦tico sobrevive al Girona con la calle de Correa y los vuelos de Oblak
El equipo de Simeone gana (2-1), pero protagoniza otro mal partido ante el descontento de una hinchada que no vibra con el juego que contempla
Sumergido en una profunda crisis de f¨²tbol, el Atl¨¦tico sobrevivi¨® al Girona con la calle de Correa y dos vuelos imperiales de Oblak. Una aparici¨®n traicionera y madrugadora por el segundo palo del argentino y su intuici¨®n para interceptar un pase del meta rival Juan Carlos en el arranque del segundo tiempo le valieron para imponerse, aunque apurado por el gol de Riquelme. Y no se llev¨® el disgusto del empate porque el guardameta esloveno protagoniz¨® dos de los vuelos de la temporada. Primero para desviar al palo un zurriagazo de Aleix Garc¨ªa y despu¨¦s para meterle otro manotazo a otro misilazo del buen centrocampista del Girona. Gan¨® el Atl¨¦tico, pero no vibr¨®. Sin duda, este es el peor s¨ªntoma para un equipo que sol¨ªa encenderse en su estadio con la energ¨ªa de su entrenador y el acompa?amiento de la hinchada. Nada de eso emergi¨®. Este Atl¨¦tico est¨¢ apagado, insulso. Ni juega, ni transmite. La imagen de Simeone reclamando el apoyo de la hinchada en los minutos finales sin m¨¢s respuesta que la del fondo sur fue sintom¨¢tica. Tambi¨¦n su euf¨®rica celebraci¨®n del resultado, quiz¨¢ porque era lo ¨²nico que pod¨ªa festejar.
Ni el sentido homenaje a Koke por ser el jugador con m¨¢s partidos en la historia del club ni que fuera el d¨ªa de las pe?as electrific¨® a los futbolistas de Simeone. Otra se?a de identidad perdida entre la confusi¨®n de alineaciones y variaciones sistemas que vuelve a ejecutar el preparador argentino. Lo mismo da una defensa de cuatro, como en Brujas, como de cinco, como ante el Girona, o que Griezmann ya quede liberado para jugar m¨¢s de media hora. Los tres puntos fueron m¨¢s por dem¨¦ritos de los regalos de su rival que por el peso de su juego. Desde el tropiezo en el derbi con el Madrid, lo ¨²nico que parece tener m¨¢s claro Simeone es que Jo?o F¨¦lix es su quinto delantero. Form¨® con Correa y Cunha en ataque y a Griezmann, le dio galones como centrocampista enlazador. ?l fue el que abri¨® el partido por la primera concesi¨®n del Girona. Le dio para lanzar a la carrera a Reinildo y a¨²n para llegar al pico del ¨¢rea, donde no le defend¨ªa nadie. Tuvo tiempo para acomodarle la pelota con una pisadita y meter la rosca pasada que reba?¨® Correa en el segundo palo.
Ni ese gol tempranero de Correa sirvi¨® para templar a un equipo que no se reconoce ni con la pelota ni sin ella. El personal que acude al Metropolitano tiene ya los labios flojos para recriminar con pitos que cualquier equipo se les adue?e del partido, en este caso un reci¨¦n ascendido. Hay un punto de exasperaci¨®n en la grada, que ya no comparte ver a los suyos por detr¨¢s de la l¨ªnea del centro del campo en su propia casa esperando que el rival se equivoque. El estatismo arcaico de los futbolistas que juegan por delante del bal¨®n en ataque tambi¨¦n pone de los nervios al grader¨ªo. Si algo es el f¨²tbol moderno es movimiento y el plan ofensivo del Atl¨¦tico fue durante casi todo el duelo un canto al estatismo y a la inoperancia. Un momio de conjunto, que pretende vivir de transiciones r¨¢pidas cuando no es capaz de afilar un pase a dos metros. El equipo del entrenador que venera los espacios y el v¨¦rtigo jugaba al pie para irritaci¨®n de su afici¨®n. Semejante desprop¨®sito, ante un equipo de m¨¢s enjundia bien pudiera haberle costado un destrozo. No se lo hizo el Girona porque le falt¨® colmillo arriba en el primer tiempo, m¨¢s all¨¢ de las buenas maneras de Riquelme, producto talentoso de la academia rojiblanca.
El equipo de M¨ªchel fue tan acad¨¦mico como chato en los ¨²ltimos metros. Su manejo de la pelota se qued¨® en simples centros al ¨¢rea. Y fue muy tierno atr¨¢s para conceder contras claras que su rival desperdici¨® porque sus futbolistas siguen en guerra con el bal¨®n. Solo una r¨¢faga final en el primer acto que Cunha no concret¨® algo los primeros 45 minutos del Atl¨¦tico. Tuvo que ser otra vez Griezmann el que pusiera un gramo de calidad para descubrirle un par de desmarques al brasile?o. Pretendi¨® darle continuidad el Atl¨¦tico a ese tramo final anterior al entretiempo y se dign¨® a presionar arriba m¨¢s decidido. Fruto de ese paso adelante lleg¨® el segundo tanto. Correa estuvo avispado para adivinar el pase de Juan Carlos y marcar a puerta vac¨ªa. Lejos de reforzar la confianza de los rojiblancos, el tanto les volvi¨® a sumir en ese estado de inercia y nader¨ªa. Ni las entradas en cascada de Morata, Sa¨²l y Lemar cambiaron ese perfil de equipo mustio e inseguro. Vida para el Girona, azuzado por el gol de Riquelme y su cintura. Su disparo toc¨® en Gim¨¦nez y desorient¨® a Oblak. Una y no m¨¢s. El esloveno salv¨® del escarnio a su equipo con esas dos paradas a Aleix Garc¨ªa que propiciaron esa euforia final de Simeone.
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