Emery no es Lisa Simpson
El ext¨¦cnico del Villarreal se ha sentido reclamado a la mesa de los grandes t¨¦cnicos que hoy dan forma a una Premier League muy alejada de la tozudez t¨¢ctica de anta?o
Unai Emery se va a la Premier League, las Am¨¦ricas del f¨²tbol moderno, dejando al Villarreal con cierta sensaci¨®n de desamparo pese a recibir la compensaci¨®n acordada previamente en su contrato: otro caso de noviazgo poco valorado hasta que se rompe, la vida misma abri¨¦ndose paso una vez m¨¢s. Es posible que, con una cl¨¢usula de rescisi¨®n mayor, los gerifaltes del Aston Villa hubiesen posado su mirada en otros lares m¨¢s econ¨®micos, menos restrictivos. O que el club amarillo quedase plenamente satisfecho con el precio del adi¨®s, incluso que lo celebrase por todo lo alto, pues no est¨¢n los tiempos para estancarse en los brazos del amor rom¨¢ntico. El pacto, sin embargo, era cristalino sobre dicho punto y Emery no ha hecho m¨¢s que sopesar la oferta recibida, aceptarla y ajustarse a los t¨¦rminos previamente redactados por ambas partes negro sobre blanco: gracias por todo y fin de poema.
Quienes hoy hablan de traici¨®n parecen obviar que ese t¨¦rmino no figura en la nueva reforma laboral. Ni siquiera en las antiguas, m¨¢s propicias a ciertas relaciones de vasallaje entre obrero y patr¨®n. Su c¨®digo ¨¦tico se parecer¨ªa, no tanto al de cualquier trabajador con ciertas aspiraciones, sino al de Lisa Simpson, acaso la mejor entrenadora que podr¨ªa tener el club de nuestros amores para evitarnos este tipo de disgustos y pataletas morales. A m¨ª, sin ir m¨¢s lejos, me ech¨® mi abuela del negocio familiar bajo una premisa inapelable: ¡°O te vas t¨² o nos vamos todos al carajo¡±. ?Qui¨¦n puede discutir sus razones? ?No tendr¨ªa yo m¨¢s derecho que nadie a hablar de traici¨®n?
Solo bajo unos par¨¢metros de pureza sacramental ¡ªy amor incondicional a unos colores que ni siquiera son los tuyos en origen¡ª podr¨ªamos contemplar renuncias como que (me lo invento), en su d¨ªa, Pablo Laso hubiese dicho no al banquillo de los New York Knicks por seguir en el del Real Madrid. O Ronald Koeman al de los Denver Broncos, por el mero placer de seguir torturando a los socios del Bar?a. Tambi¨¦n lo de Emery, que cambia un proyecto deportivo techado con cer¨¢mica por una oportunidad ¨²nica en la mejor liga de f¨²tbol del mundo, am¨¦n de una espectacular mejora contractual.
Puede que los villanos no est¨¦n en su mejor momento, pero solo un necio despreciar¨ªa el reto por una mera cuesti¨®n de tiempos presentes. M¨¢s all¨¢ de los est¨ªmulos hist¨®ricos, de sentarse en el banquillo de un estadio que entronca con la mitolog¨ªa del f¨²tbol cada semana, de contar con un potencial econ¨®mico muy superior al del Villarreal y de poder seguir puliendo su ingl¨¦s, hablado y escrito, Emery se ha sentido reclamado a la mesa de los grandes t¨¦cnicos que hoy dan forma a una Premier League muy alejada de la tozudez t¨¢ctica de anta?o.
El gran espect¨¢culo de masas que ahora es el campeonato dom¨¦stico ingl¨¦s se ha construido, principalmente, desde los banquillos, pues no hay un t¨¦cnico de renombre en la ¨²ltima d¨¦cada que no probase suerte en el patio trasero de Sir Alex Ferguson, Brian Clough o Kevin Keegan. La excepci¨®n podr¨ªan representarla algunos tercos alemanes como Joachim L?w, Hansi Flick o Julian Nagelsmann aunque, por una mera cuesti¨®n de edad, los dos ¨²ltimos no parecen descartados para sumarse alg¨²n d¨ªa a la experiencia.
Irse de los lugares antes de que te echen seguir¨¢ siendo una de las m¨¢ximas humanas por excelencia, una pr¨¢ctica que no se han cansado de recomendar los grandes hombres y mujeres de la pol¨ªtica, la empresa, la ciencia o la cultura desde que el mundo es mundo. A Emery, qui¨¦n sabe, lo podr¨ªan estar poniendo en la picota, dentro de unas pocas semanas, los mismos que hoy claman venganza por su supuesta traici¨®n, y nadie se llevar¨ªa las manos a la cabeza. ?C¨®mo poner en valor los derechos individuales frente a los colectivos en un pa¨ªs, Espa?a, donde a la mitad de la poblaci¨®n parece sobrarle la otra mitad de los espa?oles? En fin¡
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.