El dopaje en Kenia, la gran paradoja del para¨ªso de la carrera de fondo
Decenas de atletas del valle de Rift dan positivo en una industria obligada a mantener unos ritmos imposibles en los maratones de todo el mundo
La federaci¨®n keniana de atletismo dice que no tiene sentido ya organizar la gala anual para premiar a sus mejores atletas. Total, explican, dentro de unos meses aquellos a los que premiamos acabar¨¢n siendo descalificados por dopaje. As¨ª se respira en las alturas de Kenia, el pulm¨®n del marat¨®n mundial. No hay pr¨¢cticamente semana en la que la Unidad de Integridad del Atletismo (AIU), la agencia independiente de lucha antidopaje en el atletismo, no informe de que uno o varios maratonianos kenianos han dado positivo.
Marius Kipserem, Diana Kipyokei, Betty Wilson Lempus, Ibrahim Mukunga, Kenneth Kiprop Renju, Mark Kangongo o Philemon Kacheran son algunos de los nombres publicados en los ¨²ltimos meses. Kipserem, ganador del marat¨®n de Rotterdam en 2016 y 2019, dio positivo por EPO, un producto que pocos se arriesgan a utilizar ya. Igual que Diana Kipyokei, ganadora del marat¨®n de Boston en 2021, por el corticoide triamcinolona. Por su victoria percibi¨® 150.000 d¨®lares. Kacheran, suspendido tres a?os por testosterona, es uno de los mejores amigos de Eliud Kipchoge, con quien se entrena en Kaptagat. Es la cuarta, de entre las m¨¢s de 50, liebre que ayud¨® a Kipchoge a correr en menos de dos horas en el marat¨®n de Ineos en 2019.
Hay una Kenia m¨ªtica, su valle del Rift, y decenas de webs y folletos comerciales no muy diferentes de los que les llegan a los novios de lugares paradisiacos para sus lunas de miel, que ofrecen a los que sue?an con ser grandes maratonianos la verdadera experiencia m¨ªstica a 2.000 metros de altitud, donde la sangre se enriquece por la ausencia de ox¨ªgeno, amaneceres en la sabana, entrenamientos en caminos de arcilla roja entre verdes campos y mugidos de vaca, vida de asceta del atletismo. Un t¨¦ al caer la tarde y a las ocho en la cama.
En Iten, en Eldoret o en Kaptagat, esos campos que los turistas europeos o estadounidenses o japoneses visitan para pasar un par de semanas, vivir la vida asc¨¦tica del corredor de fondo y acumular experiencias, miles de atletas kenianos se entrenan duramente para vivir del atletismo. Los crean, organizan y dirigen m¨¢nagers y agentes, en su mayor¨ªa europeos ¡ªGianni Demadonna, Federico Rosa, Jos Hermens...¡ª, que los preparan para que compitan todo el a?o por todo el mundo. ¡°Son verdaderos hoteles con zonas de entrenamiento¡±, explica el m¨¢nager espa?ol Juan Pedro Pineda. ¡°Tienen todos los servicios. Son un lujo en un pa¨ªs tan pobre¡±.
Correr es su trabajo. Mano de obra superespecializada para la industria mundial del running, la carrera en asfalto: miles de pruebas de todo tipo de distancia, con centenares de miles de corredores populares gastando zapatillas de a 200 euros el par.
Son buenos para ello. Los mejores. En calidad (el plusmarquista mundial, Eliud Kipchoge, 2h 1m 9s, es keniano) y en cantidad: de los 5.517 atletas que han bajado alguna vez de 2h 16m 30s en marat¨®n, 1.523 son kenianos, y 583 et¨ªopes, los vecinos del valle del Rift que dieron vida al primer mito del marat¨®n, Abebe Bikila. Espa?oles solo hay en esa lista 83. Entre los 200 primeros, los que han bajado de 2h 6m, no hay ning¨²n nacional, y s¨ª 97 kenianos y 72 et¨ªopes. La plusmarquista mundial, Brigid Kosgei (2h 14m 4s), es keniana, y de las 1.200 mujeres que han bajado de 2h 30m en la historia, 203 son kenianas y 260 et¨ªopes. ?Espa?olas? 12, y ninguna ha bajado de 2h 26m. El r¨¦cord nacional, 2h 26m 51s, ocupa el puesto 570 en la lista mundial.
Los maratonianos kenianos no buscan la gloria deportiva, no persiguen el sue?o ol¨ªmpico. No todos son Kipchoge, mes¨ªas del marat¨®n y doble campe¨®n ol¨ªmpico. Tampoco aspiran a serlo. Entrenan, viajan a cualquier ciudad del mundo, compiten, regresan, entrenan... Ahorran, alimentan a su familia.
El fisi¨®logo sueco Bengt Saltin fue el primero que quiso encontrar el secreto de su calidad. Habl¨® de la vida en altitud, de c¨®mo la carrera a pie era la ¨²nica forma de moverse, de c¨®mo la evoluci¨®n les hab¨ªa hecho m¨¢s eficientes, de c¨®mo pr¨¢cticamente sus piernas carec¨ªan de gemelos, m¨²sculos que les daban peso y no velocidad... La genetista Blanca Bermejo avanza otras posibilidades. ¡°Hay probablemente un v¨ªnculo con la microbiota intestinal, la llamada flora intestinal, en concreto la bacteria veillonella atypica y el rendimiento deportivo¡±, explica la especialista. ¡°En las heces de los corredores de marat¨®n hay un aumento de esta bacteria que metaboliza el lactato¡±. El lactato es el residuo de la quema de gluc¨®geno para producir energ¨ªa, y su subida acaba paralizando el m¨²sculo. Gen¨¦ticamente, tienen capacidad para correr incansables a 20 kil¨®metros por hora, a ritmos de tres minutos el kil¨®metro, para maratones (42,195 kil¨®metros) en 2h 7m.
¡°Pero las marcas han mejorado tanto en los ¨²ltimos dos a?os, ya sea por las zapatillas at¨®micas ya sea por lo que sea, que con esos tiempos ya no se va a ninguna parte¡±, se?ala Miguel Mostaza, m¨¢nager espa?ol que contrata atletas para las grandes maratones. ¡°Con 2h 5m, pueden aspirar a algo. 2h 6m ya no es nada en el m¨¢ximo nivel. 2h 8m ya es tercer nivel. Para ganar algo de dinero necesitan estar muy por debajo. Y las marcas comerciales presionan much¨ªsimo para que mejoren siempre los r¨¦cords. Una victoria en un marat¨®n normal son unos 40.000 euros... Construirse una casa en Kenia son 6.000 euros... Es una din¨¢mica endiablada: para ganar lo mismo hay que correr m¨¢s. Y el cuerpo tiene un l¨ªmite¡±.
Es una econom¨ªa, un mundo, en la que los controles antidopaje no son sino reflejos del mundo deportivo, un sistema ajeno, que no entienden, y que les rompe. ¡°Los m¨¢nagers no tienen nada que ver aunque de vez en cuando las autoridades kenianas les se?alan con el dedo¡±, a?ade Pineda. ¡°Todo es iniciativa individual, una minor¨ªa. Si hablaran y denunciaran a los m¨¦dicos que les dopan, quiz¨¢s empezar¨ªan a cambiar las cosas. Viven de correr maratones. Es un trabajo, no un deporte. No buscan medallas¡±.
Marc Roig, fisioterapeuta en Kaptagat, en el campo de entrenamiento de Kipchoge, forma parte tambi¨¦n de la organizaci¨®n del marat¨®n de Valencia, en el que la et¨ªope Letesenbet Gidey intentar¨¢ el 4 de diciembre batir el r¨¦cord del mundo. Habla fuerte y claro. Habla de dolor y tolerancia cero. ¡°El dopaje es una cat¨¢strofe deportiva, porque ya no sabemos qui¨¦nes son los verdaderos campeones, y un desastre para las carreras en ruta porque ahuyenta a los patrocinadores. En el Marat¨®n y Medio Marat¨®n de Valencia hay tolerancia cero, porque hemos sufrido el enga?o de algunos atletas¡±, dice Roig. ¡°As¨ª que, desde 2018, ya no invitamos ni pagamos fijo a corredores que hayan sido sancionados en firme por dopaje, aunque hayan cumplido su sanci¨®n. Pueden ir a otras carreras, pero no a las nuestras., por la misma raz¨®n que un pol¨ªtico condenado por corrupci¨®n, por mucho que haya cumplido su condena, no deber¨ªa tener la oportunidad de ganar nuevamente las elecciones. Adem¨¢s, como sabemos que uno de los problemas de dopaje es la falta de medios, en 2018 contribuimos de forma voluntaria con la AIU con 50.000 d¨®lares para ayudar en los controles sorpresa¡±.
Kenia, la gran paradoja. La mina del marat¨®n, y el peligro.
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