Las trampas de las estad¨ªsticas
Los datos tienen la pretensi¨®n de no dejar nada suelto y por supuesto que no lo consiguen. En n¨²meros, correr mucho tiene m¨¢s prestigio que correr bien
Atado y bien desatado. El f¨²tbol regresa de la cima mundialista. Ya lleg¨® al campo base de la Liga, de la Copa del Rey y de la Supercopa, esperando que la Champions lo devuelva a las alturas. No costar¨¢ porque, si de algo sabe el f¨²tbol, es de renovar la fe. Pero quiero dedicar este art¨ªculo a ideas sueltas que el Mundial, en su vor¨¢gine, no dej¨® desarrollar. Quiz¨¢s lo de ¡°ideas sueltas¡± no se corresponda con las cuestiones que quiero abordar, porque nos remiten a las estad¨ªsticas, ¨¢mbito que tiene la pretensi¨®n de atarlo todo, de no dejar nada suelto. Por supuesto que no lo consigue.
La t¨¢ctica le da relieve a los mejores. Ars¨¨ne Wenger, Director de Desarrollo de la FIFA, declar¨® que ganar¨ªa el Mundial el equipo con mejores extremos, bas¨¢ndose en estad¨ªsticas de la fase de grupos, que demostraban que la mayor¨ªa de los goles hab¨ªan llegado a trav¨¦s de centros. Argentina desminti¨® esa estad¨ªstica. Siendo el equipo que menos centros necesit¨® para pisar el ¨¢rea rival, gan¨® el campeonato. Estos datos no descalifican a nadie. Ni a Ars¨¨ne, que lo sabe todo de f¨²tbol, menos el resultado del pr¨®ximo partido (como todo hijo de vecino), ni a las estad¨ªsticas, que seguir¨¢n teniendo raz¨®n hasta el pr¨®ximo partido. Como premio de consolaci¨®n, dir¨¦ que a Argentina le sentaba mejor jugar con Di Mar¨ªa, un extremo. Pero lo fundamental es que Argentina hizo muchas cosas bien por adentro, porque era por ah¨ª donde pisaban sus mejores jugadores, con Messi como abanderado.
Correr para las estad¨ªsticas. La otra cuesti¨®n que involucra a la estad¨ªstica es interesante. Los jugadores siempre hemos estado pendientes del juicio period¨ªstico. Queremos saber si jugamos para el suspenso, el aprobado, el notable o el sobresaliente. Siempre le hemos echado un vistazo al peri¨®dico, con una sensaci¨®n repetida: menos de notable era una injusticia, incluso lo entend¨ªamos como una persecuci¨®n period¨ªstica. Ahora hay un nuevo punto de an¨¢lisis que entretiene a los futbolistas de esta generaci¨®n: lo que dicen las estad¨ªsticas. Por ejemplo, De Paul fue muy elogiado por devorar kil¨®metros en los partidos del Mundial. Mi sensaci¨®n era que, a medida que avanzaba el campeonato, se fue proponiendo romper r¨¦cords de kil¨®metros recorridos, como si ese fuera el cometido de su juego. Hubo partidos de los que se tuvo que retirar muerto, pero eso contaba a favor. Para las estad¨ªsticas correr mucho tiene prestigio. M¨¢s que correr bien.
Distraernos a nosotros mismos. Pero la estad¨ªstica que me parece m¨¢s relevante por provocar un malentendido may¨²sculo es la de n¨²mero de pases realizados y el porcentaje de aciertos. Si un jugador da 100 pases y pierde dos, es dif¨ªcil que reciba cr¨ªticas porque est¨¢ bendecido por esa estad¨ªstica. Como los balones perdidos parecen culpabilizar al jugador, se abusa del pase c¨®modo, incluso del pase hacia atr¨¢s, puerta siempre abierta que asegura el acierto. As¨ª muri¨® Espa?a en el Mundial. Con jugadores que aseguraban el destino de los pases sin asumir riesgos. Es la mejor manera de matar el tiqui-taca: exagerando su raz¨®n de ser. En mi ¨²ltimo viaje a Argentina vi una entrevista a Claudio Marangoni, que jug¨® como mediocentro ocho a?os en Independiente, siempre por detr¨¢s del gran Bochini. El periodista pregunt¨®: ¡°?C¨®mo era Bochini en la cancha?¡±. Y Marangoni contest¨®: ¡°Dir¨¦ una sola cosa: en ocho a?os no me dio un solo pase¡±. Claro, Bochini no volv¨ªa. Lo record¨¦ viendo la jugada de Pedri contra el Atl¨¦tico. Un crack no cuida la pelota, la arriesga. Tocar hacia los costados o hacia atr¨¢s se hace para distraer. Pero no se juega para distraer, sino que se distrae para sorprender. Digan lo que digan las estad¨ªsticas.
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