Masturbar la pelota sin llegar al orgasmo
Hablar bien de Qatar es tan arriesgado como criticar a los equipos que tienen mucha posesi¨®n de bal¨®n: Marruecos le regal¨® el bal¨®n a Espa?a para terminar gan¨¢ndole l¨ªcita y ¨¦picamente
La polic¨ªa y el tiki-taka. Dice el dicho que ¡°no se debe robar una vela para leer la biblia¡±. De modo que, sin olvidar la corrupci¨®n como pecado original que nos trajo hasta aqu¨ª, es hora de reconocer que el de Qatar es un gran Mundial. Organizaci¨®n irreprochable, estadios maravillosos, juego de alto nivel. Tambi¨¦n emociones que solo el f¨²tbol puede producir concentradas en pocos kil¨®metros cuadrados, sin grandes incidentes que lamentar. Hablar bien de Qatar es tan arriesgado como criticar a los equipos que tienen mucha posesi¨®n de bal¨®n. Pero es tan cierto que Doha es en estos d¨ªas una gran fiesta gracias al f¨²tbol, como que Marruecos le regal¨® el bal¨®n a Espa?a para terminar gan¨¢ndole l¨ªcita y ¨¦picamente. Para seguir mezclando cosas de distinta naturaleza, no me gusta que Occidente sea la polic¨ªa cultural del mundo sin tener en cuenta contextos geogr¨¢ficos e hist¨®ricos, ni tampoco el tiki-taka masturbando la pelota sin llegar al orgasmo.
J¨®venes al rescate. M¨¢s all¨¢ de Espa?a, que muri¨® de 1.000 toques como en Rusia, me gusta ver c¨®mo el f¨²tbol se corrige a s¨ª mismo contra todo pron¨®stico. En realidad, hablo de mi pron¨®stico. Pens¨¦ que este Mundial consagrar¨ªa los sistemas, reduciendo la libertad y las posibilidades de desequilibrio de los grandes jugadores. Pero me da mucha satisfacci¨®n comprobar que el talento sigue rompiendo las estructuras m¨¢s s¨®lidas. Y me anima, en t¨¦rminos de futuro, ver a muchos jugadores nacidos en este siglo tomar el mando creativo de este juego con energ¨ªa, coraje y atrevimiento. En Brasil parecen veteranos Vinicius (a?o 2000) y Rodrygo (2001); en Argentina aparecieron desde el banquillo Juli¨¢n ?lvarez (2000) y Enzo Fern¨¢ndez (2001) para potenciar y dinamizar al equipo; Inglaterra tiene a Foden (2000) y Bukayo Saka (2001), dos h¨¢biles y r¨¢pidos extremos que complementan la experiencia llena de f¨²tbol de Harry Kane.
Talento: esencia o a granel. Son m¨¢s de 100 los jugadores nacidos en este siglo que han llegado al Mundial y, entre ellos, un buen n¨²mero de animales salvajes dentro de un f¨²tbol que parece domesticado por el m¨¦todo que caracteriza a la academia. Pero hablemos del talento en estado puro. Empezando por el exuberante Mbapp¨¦, que puede cometer imprecisiones y hacer frivolidades a lo largo del partido, pero logra marcar dos goles de distinto signo con su inspiraci¨®n diferencial y la energ¨ªa de su juventud. En noventa minutos le sobra tiempo para todo. En la otra punta generacional reina Leo Messi, al que la cabeza hasta le hace ruido cuando se pone a pensar en c¨®mo buscarle la vuelta al partido para encontrar un resquicio que el genio transformar¨¢ en gol. Ya no tiene aquella velocidad relampagueante, pero queda la esencia recogida en 1.000 partidos jugados a toda inteligencia. Una b¨²squeda fascinante porque nos muestra la m¨¦dula del talento.
Y, sin embargo, vive. Pero el f¨²tbol tambi¨¦n se juega desde la emoci¨®n y este Mundial tambi¨¦n es un buen ejemplo. Me gusta ver que el juego macho se ablanda, que los jugadores no esconden el llanto cuando descargan tensi¨®n (Pablo Aimar), cuando homenajean a su madre tras un partido (Achraf Hakimi), cuando se abrazan en comuni¨®n titulares y suplentes ante un gol o ante un triunfo ¨¦pico. Si dejamos que el talento se exprese sin tanta represi¨®n t¨¢ctica y si esto sigue siendo un sentimiento con el que jugamos, el f¨²tbol tendr¨¢ larga e intensa vida. Todo Mundial es un parque tem¨¢tico de f¨²tbol. Un orgullo compartido, una incertidumbre que puede terminar en felicidad o en drama, un choque de culturas que fortalece identidades sin necesidad de que las banderas entren en guerra¡ Todo eso es Doha en estos d¨ªas. Una fiesta de f¨²tbol a la que a¨²n le queda lo mejor.
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