Jalen Brunson: una br¨²jula para los Knicks
La franquicia neoyorquina, atrapada en una sequ¨ªa permanente, ha encontrado en el base un motivo coherente para creer en un cambio de rumbo sostenible
Nueva York, la ciudad que nunca duerme, es a menudo tan agradecida como can¨ªbal. Para los Knicks, con solo una presencia en playoffs en los ¨²ltimos nueve a?os, la constante agitaci¨®n medi¨¢tica y presi¨®n masiva del entorno suelen acabar devorando su realidad. La franquicia vive este siglo en penumbra, habiendo ganado ¨²nicamente una eliminatoria de la fase final (2013) en m¨¢s de veinte a?os. Y la cicatriz permanece visible, en cierta medida porque el contraste con el pasado lo alimenta.
Los Knicks disfrutaron durante la d¨¦cada de los noventa de un momento de plenitud. De hecho, a excepci¨®n de lo vivido en los setenta (donde consiguieron sus hasta ahora dos ¨²nicos campeonatos, en 1970 y 1973), seguramente aquel cierre de siglo representase su mejor recuerdo al que agarrarse. Uno en el que competir no era aspiraci¨®n sino estado vital. En ese tramo, el equipo de la Gran Manzana estuvo nueve a?os consecutivos venciendo al menos una ronda de playoffs, alcanzando las Finales de la NBA en dos ocasiones (1994 y 1999).
Las sombras del siglo XXI en los Knicks no han tenido un solo padre. Muchas causas las han potenciado. Pero sobre el rect¨¢ngulo, el que al final marca el destino del resto, la ausencia de un base de prestigio en un momento pujante de su carrera ha solido ser uno de los agujeros m¨¢s cr¨ªticos. Por ello, cuando irrumpi¨® la estrella fugaz de Jeremy Lin, desatando una fiebre absoluta en febrero de 2012, la masa social de los Knicks no solo ve¨ªa un inesperado nuevo salvador con el que rodear a Carmelo Anthony o Amar¡¯e Stoudemire y volver a la ¨¦lite. Ve¨ªa uno que, adem¨¢s, jugaba como base y pod¨ªa cerrar el c¨ªrculo.
Tras a?os de b¨²squeda fallida, durante el ¨²ltimo verano algo pudo cambiar. Y es que el aterrizaje de Jalen Brunson en los Knicks fue un movimiento estructural llamado a readaptar piezas, alterando los roles de jugadores como Julius Randle o RJ Barrett, y dotar al bloque de un jugador de 26 a?os que adem¨¢s de muy bueno entiende, de forma especial, c¨®mo hacer tambi¨¦n muy bueno lo que le rodea. Y el matiz puede ser decisivo.
¡°Su mejor recurso es el cerebro¡±, apuntaba Tom Thibodeau, t¨¦cnico de los Knicks, este mismo curso. ¡°No puedo correr la pista en dos segundos y tampoco tengo unas condiciones f¨ªsicas espectaculares, as¨ª que tengo que ser astuto¡±, aclaraba el propio jugador. La realidad es que Brunson se comport¨® as¨ª, jugando al ajedrez sobre la cancha de baloncesto, desde que tiene uso de raz¨®n.
A career night for Jalen Brunson:
— NBA (@NBA) January 10, 2023
44 PTS (career-high)
7 REB
4 AST
4 3PM pic.twitter.com/TxRZB3lj01
En tres a?os universitarios con Villanova, gan¨® dos t¨ªtulos. Era ya un veterano entre noveles. Y donde su reducido tama?o (1.85 metros de altura) o ausencia de explosividad en lo f¨ªsico pod¨ªan suponer frenos a su posible carrera en la NBA, una liga de b¨®lidos en el per¨ªmetro, su inteligencia y baraja de recursos han significado un trampol¨ªn.
Durante su primer a?o en Dallas, coincidi¨® con Dirk Nowitzki ¨Cque afrontaba su ¨²ltimo curso como profesional- y con Luka Doncic ¨Cque, como ¨¦l, se estrenaba en la Liga-. Y c¨®mo gestion¨® su coexistencia con ambos ya revela qu¨¦ tipo de jugador era y sigue siendo.
Entonces la leyenda alemana no lo sab¨ªa pero Brunson, de altura en apariencia imposible para jugar en el poste bajo e inmediaciones del aro, vivi¨® parte de sus a?os de instituto intentando replicar los picos del alem¨¢n en esas zonas. Si en la juventud la mayor¨ªa de los interiores quieren comportarse como exteriores, con Brunson suced¨ªa lo contrario. Era un peque?o ¡®haciendo cosas de grandes¡¯.
Coincidir con Dirk fue para Brunson un m¨¢ster avanzado en c¨®mo exprimir cualquier recurso en cualquier ¨¢rea de la pista. ¡°Lo ha perfeccionado todo a nivel de fundamentos¡±, explicaba Thibodeau hace unas semanas. Por eso se siente c¨®modo y en realidad es resolutivo desde cualquier espacio del ataque, hasta el punto de convertir el llamado floater, tiro por elevaci¨®n a 3 metros o menos del aro, en pura dinamita (lider¨® la NBA en acierto en esos lanzamientos el curso pasado y vuelve a estar entre la ¨¦lite en el actual).
Con Doncic, por su parte, fue lo suficientemente listo como para entender pronto que aquel esloveno era ¡®otra cosa¡¯ y que lo mejor, para hacerse sitio, era amoldarse a su mando y hacerle, en lo posible, la vida m¨¢s sencilla en pista. As¨ª ser¨ªa: Brunson ha sido el mejor complemento que ha tenido Luka en los cuatro a?os que ha estado en Dallas. Hasta que su nivel alcanz¨®, la ¨²ltima campa?a, niveles imposibles de obviar para cualquier franquicia que necesitase un referente en el puesto de uno. As¨ª llegar¨ªa a los Knicks, con un contrato de 100 millones de d¨®lares asegurados en cuatro a?os bajo el brazo.
En Nueva York goza de mando (cuarto jugador en toda la NBA que m¨¢s tiempo tiene el bal¨®n en sus manos por partido), deportivo y vocal. Y ejerce de tim¨®n sobre el que reposa el sentido colectivo. Thibodeau traslada su liderazgo al base y as¨ª Brunson dirige y por tramos tambi¨¦n ejecuta dentro de un sistema que, incluso sin el espacio ofensivo ideal (los Knicks son uno de los cinco peores equipos tirando de tres puntos, lo que dificulta ser productivos), permite a la franquicia competir.
Mediado el curso, Nueva York sostiene r¨¦cord positivo y es uno de los seis equipos que tiene tanto su defensa como su ataque entre los diez m¨¢s eficientes de la NBA. Buen pilar sobre el que construir la sostenibilidad competitiva con la que tanto sue?an. Gran s¨ªntoma en realidad para que la presencia en las eliminatorias se haga real y ¨Clo so?ado- habitual.
Quiz¨¢s, en el fondo, bastaba una buena br¨²jula no solo para saber realmente d¨®nde se est¨¢ o hasta d¨®nde se quiere llegar, sino para resolver sin incendios c¨®mo lograrlo.
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