Muere Amancio Amaro, leyenda del Real Madrid y un Houdini con botas
El delantero, fallecido a los 83 a?os, gan¨® una Copa de Europa y nueve Ligas con el club blanco, del que era presidente de honor, y una Eurocopa con Espa?a
La sublimaci¨®n del regate tuvo en el f¨²tbol espa?ol a un brujo eterno: Amancio Amaro Varela. Un prestidigitador gallego fallecido este martes a los 83 a?os que hizo una carrera eminente del arte de lo imprevisto. Un futbolista de ¨¦poca para todas las ¨¦pocas, por m¨¢s que esos houdinis con botas, hipn¨®ticos dribladores como Stanley Matthews, Garrincha o George Best, est¨¦n en extinci¨®n, hoy remitidos a Messi, Neymar, Vinicius...
Nacido en A Coru?a el 16 de octubre de 1939, Amancio pronto dej¨® huella en sus cuatro cursos en el Deportivo, con el que consigui¨® el ascenso a Primera en 1962, con 25 goles en 26 partidos. Tal fue su eco que el mism¨ªsimo Santiago Bernab¨¦u se la jug¨® para alistarle en el Real Madrid, entonces, un club con moho en la tesorer¨ªa. Pero el tot¨¦mico presidente, a espaldas de la reacia junta directiva y en competencia con el Bar?a y el Atl¨¦tico, se lanz¨® en secreto a por Amancio, a quien ve¨ªa como el futbolista llamado a liderar la transici¨®n del ya crepuscular Madrid de Di St¨¦fano. Unos 10 millones de pesetas (60.000 euros) y cuatro jugadores fue el coste de la operaci¨®n. Bernab¨¦u, cl¨ªnico como casi siempre, afili¨® a un jugador excelso para 14 temporadas.
El encaje no le result¨® sencillo. Di St¨¦fano a¨²n era mucho Di St¨¦fano y Miguel Mu?oz, el t¨¦cnico, le cambi¨® de posici¨®n. Lleg¨® como ¡°ocho¡±, de volante, pero pronto le aparcaron en el extremo. A ¨¦l le gustaba m¨¢s el puesto previo, donde pod¨ªa canalizar el juego. Orillado, ¡°no siempre se acordaban de uno¡±, sol¨ªa decir con retranca gallega. Con el tiempo tambi¨¦n ser¨ªa casi ariete. Porque no solo era un trapecista majestuoso para el regate y el caracoleo, para esas fintas como si tuviera lagartijas en la cintura. Amancio, veloz y competitivo como pocos, intimaba de tal modo con el gol que fue pichichi en 1969 y 1970. Se retir¨® como el cuarto m¨¢ximo realizador madridista tras Di St¨¦fano, Puskas y Gento. Su sello: 155 goles en 471 partidos.
Su magn¨¦tica habilidad para hacer mo?as con los pies le provocaron muchos disgustos. No solo porque un sector le ve¨ªa como un chup¨®n. Eso no era lo peor. Lo grave eran los matarifes que le segaban las piernas sin contemplaciones, lo que llevaba a Amancio no solo a la enfermer¨ªa, sino al f¨²tbol protesta por el poco blindaje arbitral. El 8 de junio de 1974, en un partido de cuartos de Copa disputado en Los C¨¢rmenes, el paraguayo Pedro Fern¨¢ndez le raj¨® el muslo derecho con una escalofriante clavada de tacos. El zaguero no vio ni tarjeta, pero ante el clamor popular fue sancionado con 15 partidos. ¡°Amancio nunca me perdon¨®¡±, dir¨ªa el paraguayo en EL PA?S en octubre de 2019. El madridista, ya con 34 a?os, nunca volvi¨® a ser el Brujo que era. Jugador de una valent¨ªa temeraria, contaba que le pegaban hasta por encima de las piernas para que no cojeara.
Con un historial may¨²sculo (nueve Ligas, tres Copas, una Copa de Europa y una Eurocopa), de nada estaba m¨¢s orgulloso que de la Sexta Orejona. En el Madrid pos-Di St¨¦fano, en Heysel, el 11 de mayo de 1966, se alinearon 11 ¡°ye-y¨¦s¡± espa?oles contra el Partiz¨¢n de Belgrado: Araquist¨¢in, Pach¨ªn, De Felipe, Zoco, Sanch¨ªs, Pirri, Vel¨¢zquez, Serena, Amancio, Grosso y Gento. Fue precisamente Amancio ¡ªcon cinco dianas en siete partidos, m¨¢ximo anotador de aquella edici¨®n de la Copa de Europa junto al yugoslavo Hasanagic¡ª, quien igual¨® el tanto de Vasovic a los 70 minutos. Poco despu¨¦s Serena cant¨® el sexto bingo blanco.
Tambi¨¦n con 11 espa?oles como reclutas, Amancio (42 internacionalidades) fue capital en la Eurocopa lograda por Espa?a ante la URSS en Chamart¨ªn (1964). Y eso que se le atribuy¨® por error el pase a Marcelino en el gol decisivo. Cuarenta y cuatro a?os tard¨® TVE en asumir la pifia del NO-DO. Falto de planos, calzaron un centro previo del propio Amancio, cuando en realidad el asistente hab¨ªa sido Pereda.
Cuatro a?os despu¨¦s, tal era su reputaci¨®n universal, que la FIFA lo seleccion¨® para un partido contra Brasil en Maracan¨¢ con motivo del d¨¦cimo aniversario del primer t¨ªtulo mundial de la canarinha en 1958. En Espa?a, donde Amancio e Iribar eran los grandes pilares del f¨²tbol patrio, fue una explosi¨®n de j¨²bilo. Aquel mi¨¦rcoles 6 de noviembre de 1968, el coru?¨¦s se aline¨® junto al ruso Yashin, los alemanes Beckenbauer, Overath, el h¨²ngaro Albert y el yugoslavo Djazic, entre otros. Enfrente, Pel¨¦ y compa?¨ªa, que se impusieron por 2-1. Amancio, acribillado a cornadas, luci¨® poco. Pero ah¨ª qued¨® su foto con O Rei.
El cambio de agujas de Amancio y Di St¨¦fano se repetir¨ªa en los banquillos. El primero fue el gestor del mejor Castilla de la historia, campe¨®n de Segunda el curso 83-84, y quien acunara a la Quinta del Buitre. A Di St¨¦fano, entrenador del primer equipo, le toc¨® el empuj¨®n final. Ya como primer entrenador a Amancio no le fue del todo bien. Regres¨® al club con su gran amigo Florentino P¨¦rez, como asesor, embajador y finalmente presidente de honor tras Di St¨¦fano y Gento. Como aquellos, Amancio, icono de por vida del Madrid. Un Brujo de esos por los que el f¨²tbol merece la gloria.
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