El City regala un empate en Leipzig
El equipo de Guardiola se deja enga?ar por la claridad de su superioridad y el rival le sorprende en la segunda parte
El ej¨¦rcito celeste de Guardiola marcha otra vez por el continente en busca de su segunda final de Champions. ?l dice que ganarla es m¨¢s complicado cada a?o. Por si acaso, en Leipzig regres¨® a sus esencias: el 4-3-3. El sistema primigenio. La herramienta que nadie sabe desarrollar mejor. Un molde que asegura confort y ventajas competitivas a sus jugadores, animosos en la primera parte y acomodados en la segunda frente a un adversario que dominaron pero no vencieron. Un cabezazo de Gvuardiol en un c¨®rner castig¨® al City m¨¢s armonioso que se ha visto en las ¨²ltimas semanas.
Todos los jugadores del City disfrutaron del nuevo orden t¨¢ctico en estos octavos de final, s¨²bitamente sincronizados en un marco de reparto de espacios y tareas que les brind¨® la clase de ventajas que no encuentran en la Premier. ?Por qu¨¦? Porque en el campeonato ingl¨¦s Guardiola se ha esforzado por armar una estructura acogedora para Kevin de Bruyne ¡ªsu individualidad m¨¢s desequilibrante y el asistente m¨¢s c¨®mplice de Haaland¡ª a costa de imponer restricciones en la movilidad de Bernardo Silva y G¨¹ndogan. Con el 4-3-3, y con De Bruyne lesionado en su casa, la pareja de interiores m¨¢s brillantes del campeonato ingl¨¦s recuper¨® toda la elasticidad de movimientos que por s¨ª sola eleva el nivel general. El ir y venir de estos dos virtuosos por los carriles del ocho y el diez agiliz¨® la circulaci¨®n de tal manera, que el Leipzig se convirti¨® en un espectador, siempre lento, siempre anticipado, siempre reactivo y deformado ante los movimientos colectivos del City. Cuando de vez en cuando el conjunto local recuper¨® la pelota, no consigui¨® dar con Werner, su ariete, distra¨ªdo en persecuciones que lo alejaron de su zona.
La consecuencia m¨¢s llamativa del nuevo orden fue la liberaci¨®n de Haaland. Prisionero en las jaulas de la Premier, el noruego descubri¨® en Alemania muchas m¨¢s ocasiones de desmarcarse. Si sus colegas no lo encontraron fue porque llevan tanto tiempo anquilosados, supeditados al cuadrado de De Bruyne, que los extremos, Grealish y Mahrez, tardaron en percatarse de las posibilidades que se presentaban.
El Leipzig comenz¨® la noche asumiendo su condici¨®n de sparring. Adelant¨® l¨ªneas al mediocampo y se fue recolocando atr¨¢s haciendo un derroche de energ¨ªa en las basculaciones. Aguant¨® 20 minutos y comenz¨® a desmadejarse. En un intento de dar el segundo pase, Schlager entreg¨® la pelota a Grealish. El ingl¨¦s pas¨® a G¨¹ndogan y el alem¨¢n, que sinti¨® la presi¨®n de Gvardiol, meti¨® el tac¨®n y tir¨® el ca?o. Habilitado, Mahrez fusil¨® a Blaswich como quien lanza un penalti.
El enemigo del City nunca fue el Leipzig. Fue la comodidad que percibi¨® durante esa primera mitad de partido. Esa sensaci¨®n de placentero discurrir del bal¨®n de pie a pie, siempre con espacios y con tiempo de divertirse. La llamada del descanso debi¨® sumir a los visitantes en una suerte de balneario. Por momentos, la Champions debi¨® parecerles un paseo. Pura ilusi¨®n t¨®xica en la mente de los futbolistas, que regresaron al campo distendidos. El City rebaj¨® el ritmo, la presi¨®n se aliger¨®, y el Leipzig no lo desaprovech¨®.
Henrichs dispuso de la primera ocasi¨®n, despu¨¦s de que Ak¨¦ llegara tarde al cierre en una jugada r¨¢pidamente conectada por el Leipzig. El defensa holand¨¦s fue, junto con Akanji, el punto d¨¦bil de un City reblandecido en su eje defensivo. Vulnerable a los contragolpes y las jugadas a bal¨®n parado, como el c¨®rner que cabece¨® Gvardiol para anotar el 1-1.
Haaland y Gvardiol
El gol del Leipzig agit¨® el marcador y la conciencia de los jugadores del City, revueltos ante la evidencia del partido desperdiciado. G¨¹ndogan, Bernardo Silva, Mahrez y Grealish intentaron subirse al tren en marcha del que se acababan de bajar. No hay cosa m¨¢s complicada en el f¨²tbol que revertir una inercia de distensi¨®n emocional. Una vez que la agresividad se evapora en la b¨²squeda del placer, el af¨¢n de brega, de movimiento con determinaci¨®n, resulta forzado y dif¨ªcil de integrar en las acciones t¨¦cnicas. Al City le bast¨® con apretar un poco, sin embargo, para volver a amenazar a Blaswich. Entre G¨¹ndogan, que oblig¨® al portero a desviar el tiro, y Haaland, que err¨® la definici¨®n por un palmo tras desbordar a Gvuardiol. El central croata, famoso como pocos por sus m¨²ltiples poderes, perdi¨® dos metros en dos segundos ante el gigante noruego, que control¨® en velocidad y estuvo cerca de plasmar el 1-2.
El City estuvo a punto de vencer al Leipzig. No fue as¨ª. Guardiola no hizo ni un solo cambio. Tal vez, en un intento por transmitir un sentido de responsabilidad colectiva por lo ocurrido. Lo bueno y lo malo. Cuando el ¨¢rbitro pit¨® el final reuni¨® a los jugadores en el campo y dio la impresi¨®n de soltarles una fil¨ªpica. ¡°Necesitamos buscar m¨¢s a Haaland¡±, dijo despu¨¦s. Traducido: el nueve se mueve bien; si no recibi¨® la pelota fue por culpa de Mahrez, Grealish, Silva y G¨¹ndogan.
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