Van Aert se impone a Van der Poel y Pogacar en la cl¨¢sica de Flandes E3
Los tres magn¨ªficos del ciclismo mundial se fugaron a 58 kil¨®metros de la meta
Los tres fant¨¢sticos cabalgan y como en las pel¨ªculas del Oeste en los cines de cuando ni?o los espectadores gritan estrepitosos y felices. Que se preparen los malos. All¨¢ van los tres. Los tres mejores, aquellos por los que palpitan los corazones, hermosos como tres soles. Son Tadej Pogacar, Wout van Aert, Mathieu van der Poel. Pedalada de seda, ligera, a¨¦rea, sobre montes y pedruscos, contra el viento que sopla en r¨¢fagas salvajes de 60 por hora y bailan sus bicicletas. Es Flandes. Las bicis transforman un paisaje feo, ciudades que son acumulaciones de pol¨ªgonos industriales, como Courtrai, como Harelbeke, donde est¨¢ la meta y donde gana Van Aert el sprint a tres, y repite victoria, campos, y una autopista toda recta y horrorosa, la E3, que da nombre a la cl¨¢sica m¨¢s dura, el miniTour de Flandes, lo llaman. Y all¨ª est¨¢n los mejores, los campeones de ahora, que no entienden el ciclismo si no es como una obligaci¨®n de demostrar en todo momento, sea sobre piedras, en monta?as, al sprint, contrarreloj, en cl¨¢sicas o en el Tour, que son los mejores. Y lo hacen atacando.
Pogacar, el primer ganador de Tour desde Eddy Merckx que en las cl¨¢sicas flamencas ¨Cviento, lluvia, lodo, pav¨¦s, montes¡ªbaila tan feliz como cuando escala el Alpe d¡¯Huez mano a mano con Jonas Vingegaard, o cuando ataca y gana en Lieja o en el lago de Como el Giro de Lombard¨ªa. Van Aert y van der Poel. Los dos mozarts inseparables en el ciclocross, en las fugas del Tour o en todas las cl¨¢sicas. Hace una semana en San Remo, donde Van der Poel pudo con todos. El viernes, en Harelbeke despu¨¦s de 16 montes, donde van Aert siempre gana; el domingo 2, seguramente, los tres volver¨¢n a cabalgar solos, magn¨ªficos, hacia Audenarde, donde est¨¢ meta del Tour de Flandes, adonde llegar¨¢n despu¨¦s de pasar casi por los mismos montes en el mismo ambiente ritual, casi religioso, por el Paterberberg, el Viejo Quaremont de las mil batallas, el Kapelberg o el Taainberg, que recorren en laberinto sin fin.
Luce el sol de vez en cuando tambi¨¦n, y brillan las piedras del Stationberg, a 58 kil¨®metros de Harelbeke, donde Van der Poel, la fantas¨ªa, ataca por la derecha, pegad¨ªsimo a la cuneta. Como el rayo, atento, Van Aert le coge la rueda. Los dos est¨¢n en su casa. Han nacido en Flandes. Han mamado el viento y los montes. De peque?os desayunaban adoquines. M¨¢s lento, perdido en la masa, Pogacar reacciona m¨¢s tarde, y lo sufre. Llega de Eslovenia, un lugar entre los Alpes y los Balcanes, ajeno a todo lo que es tradici¨®n ciclista, lejano. ?l es un genio de un pa¨ªs perdido. ¡°No corro mucho estas carreras [dos cl¨¢sicas de Flandes en 2022, 10? en una y cuarto en el Tour de Flandes, donde hizo sufrir a Van der Poel; esta de Harelbeke es la tercera de su vida de autodidacta], no estaba entonces donde deb¨ªa estar, en la mejor posici¨®n, y tuve que hacer un gran esfuerzo para enlazar, que quiz¨¢s luego not¨¦¡±, dice el esloveno, que 20 kil¨®metros m¨¢s all¨¢, en el Viejo Quaremont, acelera y hace sufrir a Van der Poel y m¨¢s a Van Aert, que pierde unos metros y parece que se pierde del todo. Pero se recupera y hasta prueba las fuerzas del tr¨ªo en el ¨²ltimo monte, uno de asfalto, el Tiegemberg. Los tres cabalgan juntos los ¨²ltimos 20 kil¨®metros por una carretera estrecha, un mec¨¢nico engrasa la cadena de Van Aert, pasan el puente sobre la E3, y uno de ellos sabe que ganar¨¢. Por delante, las motos se espantan y una patina en el pav¨¦s, espeluznada por lo que persigue, y barre a los espectadores. Los tres pasan a su lado prepotentes, mirando al frente. Detr¨¢s, a un minuto, un cuarteto con dos Movistar, el asturiano Iv¨¢n Garc¨ªa Cortina y el sorprendente gigante de California Matteo Jorgenson, uno que brill¨® en la Par¨ªs-Niza tras Pogacar y Vingegaard, que se lanza solo al final y termina cuarto. Los tres fant¨¢sticos ya hab¨ªan acabado. Y Van Aert por delante de todos.
Por primera vez en muchos a?os, quiz¨¢s en la historia, ning¨²n corredor del Quick Step, el monstruo de las cl¨¢sicas, termin¨® entre los 15 primeros. Por primera vez en muchos a?os, el l¨ªder del equipo de Lef¨¦v¨¨re no corr¨ªa en B¨¦lgica una de sus grandes cl¨¢sicas, sino en un puerto de monta?a en Tortosa, Tarragona. Era la etapa reina de la Volta. Evenepoel perdi¨® ante Roglic. Es el gran cambio cultural.
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