Alcaraz y Sinner, el gran d¨²o insurgente que abre una nueva era
El espa?ol y el italiano, dos portentos diferentes, aseguran la l¨ªnea sucesoria tras la gran ¨¦poca dorada y proponen una rivalidad imprescindible para el relato del tenis
Deporte tradicional, rom¨¢ntico y literario donde los haya, el tenis destap¨® en Miami la apertura de una nueva era. Un punto majestuoso, un gran giro de tuerca. Bienvenidos al hoy, al ahora; nada de hip¨®tesis ni ma?anas. El relato no es ya solo una cuesti¨®n de resultados sino de hechos, y lo sucedido en la semifinal entre Jannik Sinner y Carlos Alcaraz ¨C6-7(4), 6-4 y 6-2 favorable al italiano, despu¨¦s de tres horas¨C marca un punto de inflexi¨®n y corrobora el nacimiento de otras de esas rivalidades imprescindibles. Dos talentos sin miedo, al abordaje, con ganas de comerse el mundo. El uno a la caza del otro, sin subterfugios ni excusas. Acalambrados. De poder a poder. 25 golpes ¨Cun servicio, 17 reveses, seis derechas y una dejada¨C reunidos en un intervalo el¨¦ctrico de 33 segundos.
Los hubo m¨¢s largos, claro que s¨ª; en 86 tiros se resolvi¨® el debate entre Bj?rn Borg y Guillermo Vilas en el Roland Garros de 1978; a 55 se fueron Nadal y Djokovic en el US Open de 2013; Sampras y Agassi pelotearon durante d¨ªas en aquel anuncio noventero de Nike y se enzarzaron al filo del cambio de siglo (1999) en un intercambio de 51 pelotazos, tambi¨¦n en Nueva York. Sin embargo, hac¨ªa mucho que los protagonistas de un forcejeo de verdadero nivel no escapaban a los nombres cl¨¢sicos. Disfrutan Alcaraz y Sinner del runr¨²n y la adrenalina, de caminar sobre el alambre y de buscarse; cada proyectil con intenci¨®n, cargado de p¨®lvora; abriendo ¨¢ngulos e intentando hacerse da?o, estir¨¢ndose como chicles y limando la coronilla de la red a base de reveses milim¨¦tricos y cortados.
¡°Lo primero que he pensado cuando lo he perdido es: ¡®este t¨ªo es imbatible¡¯. Ha sido incre¨ªble¡±, describ¨ªa el espa?ol. ¡°Ha sido muy f¨ªsico, s¨ª. Lo he ganado, pero para que haya un punto de ese estilo necesitas a dos jugadores¡±, prolongaba el italiano, vencedor de un pulso que consolida el nacimiento de un nuevo cl¨¢sico del tenis y que le condujo directamente hacia la final de hoy (19.00, Movistar Deportes) contra Daniil Medvedev, que bati¨® a su compatriota Karen Khachanov (7-6(5), 3-6 y 6-3) y enlaza ya cinco. Tiene la resoluci¨®n del torneo un a?adido extra: al no poder defender el t¨ªtulo obtenido el curso pasado en Florida, el murciano cede el trono de nuevo a Djokovic, ausente en la gira norteamericana, pero que comenzar¨¢ la de tierra en lo m¨¢s alto.
En cualquier caso, el episodio subraya al aterrizaje definitivo de una nueva etapa ¨Cindependientemente de lo que pueda acontecer en los pr¨®ximos meses¨C y garantiza la continuidad de la l¨ªnea sucesoria. Se tiraban de los pelos los rectores del circuito masculino en busca de confeccionar otro gran cartel, temerosos de que la retirada del distinguido Federer, el castigo f¨ªsico de Nadal y la intermitencia reciente de Djokovic pudieran generar un vac¨ªo irremediable despu¨¦s de la gran ¨¦poca dorada; forzaba el aparato comercial de la ATP el nacimiento de una Next Gen (Nueva Generaci¨®n) que ha chocado una y otra vez con los tres gigantes y que, encogida, en realidad nunca ha llegado a dar el paso definitivo, perdida entre amagos, dudas y excentricidades de toda ¨ªndole. Por tanto, la eclosi¨®n de Alcaraz y el ¨¢nimo contestatario de Sinner, cada a uno a su manera, agitadores los dos, llegan como agua de mayo.
Necesidad de retroalimentarse
De la misma forma que la grandeza de Borg no puede entenderse sin la oposici¨®n de McEnroe, la de Connors sin Lendl, la de Wilander sin la de Becker o Edberg, la de Agassi sin Sampras y, por supuesto, la de Federer sin el azote de Nadal ni la voracidad de Nole, a la extraordinaria eclosi¨®n de Alcaraz le faltaba un complemento que llega con la determinada r¨¦plica de Sinner, un gigant¨®n (1,93) que ejerce con la frialdad de los suecos y guerrea con el ardor de estadounidenses y australianos. Distinto estilo, diferentes formatos, propuestas contrapuestas y un fondo com¨²n: el hambre. Un d¨²o esencial para que el engranaje hist¨®rico de la raqueta siga funcionando a pleno rendimiento y para que el nuevo aficionado se enganche a un deporte exigido de una reformulaci¨®n progresiva para captar a las nuevas audiencias.
¡°Ve a por ello, ve a por ello. Yo te animar¨¦¡±, le dedic¨® el murciano al vencedor en el protocolario saludo al t¨¦rmino del partido, conscientes ambos de que la retroalimentaci¨®n es necesaria para dimensionar los triunfos: el uno sin el otro no ser¨¢n lo mismo, y Alcaraz, cuyo tenis de fantas¨ªa amenazaba con imponer una d¨¦cada tir¨¢nica, se ha topado con un adversario total que le encara y le reta con arrojo y decisi¨®n. No duda lo m¨¢s m¨ªnimo Sinner, vers¨¢til y poseedor de otra de esas mentes privilegiadas que se endurecen conforme m¨¢s se complica la situaci¨®n y m¨¢s dif¨ªciles se ponen las cosas en mitad de la refriega; una roca que percute y percute, lineal desde el fondo e inteligente en la vertiente estrat¨¦gica, a la hora de interpretar las circunstancias de los partidos.
Sucedi¨® hace siete meses en Nueva York, cuando ambos protagonizaron un pulso monumental ¨Cresuelto tras 5h 15m a favor del espa?ol, pero plagado de alternativas y grandes puntos¨C y se repiti¨® sobre el asfalto de Miami; quiz¨¢ de menor nivel, pero igualmente espectacular y vertiginoso, en un momento de transici¨®n en el que ambos planean dar un gran golpe al orden establecido. Alcaraz (19 a?os) ya lo ha conseguido, y el italiano (21) no est¨¢ lejos de lograrlo en un momento u otro. Comparten esp¨ªritu, sacrificio y disciplina, aunque al primero le ha costado m¨¢s interiorizar el valor de algunos detalles inherentes al profesionalismo y el segundo ¨Chijo de un cocinero y una camarera¨C incorporaba la madurez de serie.
¡°Esa no es la raz¨®n por la que he perdido; en el tercer set, ¨¦l ha sido mejor que yo, esa es la verdad¡±, respondi¨® Alcaraz cuando se le plante¨® si el haber dispuesto de un d¨ªa menos de descanso fue decisivo. ¡°Yo tambi¨¦n he tenido algunos problemas [f¨ªsicos]. He cambiado un par de cosas [de su juego] que prefiero no desvelar¡±, razon¨® el finalista, que ante el ¨®rdago del prodigio de El Palmar reacciona con un inmejorable argumentario: igualados en los cruces particulares, 3-3, Sinner ha sido capaz de vencerle en las tres superficies. Hoy por hoy es una historia de t¨² a t¨², y ahora queda por ver si a corto o medio plazo interfiere un tercer contendiente de perfil antag¨®nico, o alg¨²n aspirante m¨¢s. Tal vez sea el revoltoso Holger Rune, 19 a?os y todav¨ªa varios cuerpos por detr¨¢s; quiz¨¢ se dispare de una vez Stefanos Tsitsipas; tal vez se rebele Auger-Aliassime o Sebastian Korda.
De momento, mucha inc¨®gnita y pocas certezas. En concreto, dos, un portento y otro diamante que le empuja. Los dos que se diferencian: Sinner y Alcaraz, Alcaraz y Sinner.
KVITOVA, 33 A?OS Y 30 T?TULOS
Extraordinaria competidora, parecen no pasar los años para Petra Kvitova, que a los 33 festeja su 30º título, el primero en Miami. La checa, duodécima en el listado de la WTA y ejemplo de regularidad, se impuso en la final de este sábado a Elena Rybakina (7-6 (14) y 6-2, en 1h 42m) y privó a la kazaja del doblete en suelo norteamericano. Interrumpió de esta forma el estado de gracia de su rival, que desembarcó en la final tras encadenar 11 victorias y vencer en Indian Wells.
El desempate del primer parcial inclinó la balanza a su favor, después de 30 puntos y de que cada una dispusiera de cinco bolas para anotarse el set. Muy meritorio, teniendo en cuenta que con los 12 saques directos que firmó, Rybakina –finalista del Open de Australia en enero y campeona de Wimbledon el año pasado– se convirtió en la jugadora con más aces (69) en un WTA 1000.
Suma y sigue Kvitova, que desde 2011 ha celebrado al menos un premio. El lunes reaparecerá entre las 10 más fuertes del circuito y el registro le señala como la segunda tenista en activo más laureada tras Venus Williams, que a sus 42 años sigue oficialmente en el circuito con 49 trofeos en el currículo.
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