El duelo sin fin Van der Poel-Van Aert contin¨²a en el Infierno del Norte
En la Par¨ªs-Roubaix, junto a los dos fen¨®menos que nunca han podido ganarla, Oier Lazkano e Iv¨¢n Romeo buscan tambi¨¦n su destino
Las cabras triscan entre los adoquines de Arenberg. Debajo no est¨¢ la playa del 68, sino una mina de carb¨®n y mineros polacos amigos y primos de Stablinski enterrados, y muchos sue?os. Obsesiones. Sobre ellos, prismas irregulares y desgastados de granito, diorita y porfirio de canteras belgas y suecas, flotar¨¢n los que sue?an, botar¨¢n y caer¨¢n rotos, kamikazes derrotados, el domingo (Eurosport, 10.30; Teledeporte, 13.45). Es el dr¨¨ve (sendero forestal) del bosque de Arenberg, 2.300 metros de largo, tres de ancho, recto como trazado con escuadra y cartab¨®n, el espacio geom¨¦trico en el que todos los horrores, y el mejor ciclismo, est¨¢n permitidos. El duelo de los fant¨¢sticos del siglo, Van der Poel y Van Aert, Mathieu y Wout. La miseria de uno engorda la gloria del otro. Se persiguen y persiguen su primera victoria en la reina de las cl¨¢sicas, que a ellos, nacidos para ella, siempre ha rechazado. La adrenalina de todos. De los casi ni?os Oier Lazkano, crecido en las cunetas de la Itzulia, e Iv¨¢n Romeo, que en Asturias encontr¨® las curvas que en Castilla, su Valladolid, no hay. De Filippo Ganna, la locomotora humana que busca ser Francesco Moser. Bienvenidos al infierno. La ilusi¨®n de la ilusi¨®n. La reina de las cl¨¢sicas. El Para¨ªso. Los alcaldes bobos pintan de adoquines el asfalto.
Es la Par¨ªs-Roubaix, nacida en el siglo XIX, cuando la euforia de la industria textil, y m¨¢s antigua que nunca, y moderna. Herbicida caprino, y no qu¨ªmico. Bicis de carbono con cambios electr¨®nicos y suspensiones escondidas. Neum¨¢ticos sin c¨¢mara de 32 mil¨ªmetros y muy bajos de presi¨®n para amortiguar el traqueteo sobre los adoquines, los botes, 2,5 o 3 atm¨®sferas, y tres del Jumbo -Van Baarle, Affini y Laporte- con ruedas dotadas de un dispositivo para hincharlas y deshincharlas a voluntad v¨ªa bluetooth: hiperpresi¨®n para rodar en el asfalto con poca resistencia; hipopresi¨®n, para las piedras. Casi 260 kil¨®metros desde Compi¨¨gne, de donde parte desde 1977; 54 kil¨®metros por caminos agr¨ªcolas de pav¨¦s, troceados en 29 sectores que se numeran a la inversa, del 29, en Troisvilles, a 150 kil¨®metros de la meta, al 1, en el ¨²ltimo kil¨®metro hasta el vel¨®dromo. La recta de Arenberg, a 95 kil¨®metros de la meta, el 19; el 11, a 48, de Roubaix, es la subida de Mons en P¨¦v¨¨le, tres kil¨®metros, el segmento m¨¢s duro, el viento siempre, la ¨²nica loma; y despu¨¦s de salir en Camphin en P¨¦v¨¨le del tramo bautizado Eddy Merckx, el n¨²mero cuatro, el Carrefour de l¡¯Arbre, donde se cruzan los destinos de los campeones, 2.100 metros entre sembrados de remolacha reci¨¦n recolectada. De all¨ª al vel¨®dromo, 16 kil¨®metros. Es el Infierno del Norte. No llover¨¢. Neblinas y sol. 15 grados.
Le duele una pierna y las costillas a Van Aert, que se dio una costalada cuando un polaco conduciendo a lo loco derrib¨® a medio pelot¨®n en el Tour de Flandes, hace una semana. Van der Poel est¨¢ plet¨®rico y cuenta con los dedos. Le gan¨® a Van Aert en el Mundial de ciclocross, en la casa de su padre en Holanda; le gan¨® tambi¨¦n en San Remo, y aunque ambos sucumbieron ante el Tadej Pogacar ausente de Roubaix que a¨²n tiene frot¨¢ndose los ojos, incr¨¦dulo, a medio mundo (y al algoritmo de Strava, que no quer¨ªa creerle) por sus hechos en los muros de Flandes, en su Viejo Quaremont, Van der Poel recuerda que all¨ª sufri¨® m¨¢s Van Aert, al que asfixi¨® en el Paterberg. El belga de Herenthals solo puede mostrar una victoria ante el nieto de Poulidor e hijo de Adri, dos ganadores de monumentos tambi¨¦n, la del GP E3, la cl¨¢sica en la que se apoy¨® en la superior fuerza colectiva de su Jumbo, el equipo que domina en el Norte como antes lo hac¨ªa el Quick Step. El domingo corren a su lado otros dos tenores, el neerland¨¦s Van Baarle, que gan¨® la reina en 2022 con el maillot del Ineos, y el franc¨¦s Laporte, al que Van Aert regal¨® una Gante-Wevelgem. Van der Poel corre solo. Los dos tienen 28 a?os.
El ¨²ltimo ganador italiano, Sonny Colbrelli, retirado del ciclismo con el coraz¨®n alterado y un desfibrilador implantado en su pecho, le dice a Ganna que para ganar en Roubaix tiene que atreverse a limar, a jugar con los codos, a pasar rozando con su bici por huecos imposibles en medio del pelot¨®n. Lo mismo le dicen Imanol Erviti y los directores del Movistar a Oier Lazkano, vitoriano de 23 a?os, que se expresa mejor cuando m¨¢s va en fuga (y con doble fuga lleg¨® segundo hace un par de semanas en la A Trav¨¦s de Flandes) y piensa fugarse tambi¨¦n el domingo. ¡°Lo pienso yo y lo piensan 160 ciclistas m¨¢s¡±, dice Lazkano, que no es mit¨®mano y no adora ni a Mathieu ni a Wout, ni tiene un preferido entre los dos, pero s¨ª que admira a su compa?ero Erviti, de 39 a?os, al que un for¨²nculo le ha privado de toda la campa?a del norte y del placer de correr su 18? Roubaix y convertirse en el ciclista que m¨¢s Infiernos del Norte ha corrido nunca. ¡°A Erviti s¨ª que le echo de menos, s¨ª, sus consejos de d¨®nde colocarse, de c¨®mo entrar en Arenberg, el momento m¨¢s peligroso y decisivo, y cosas as¨ª. No s¨¦ si yo ser¨¦ un mito para nadie, pero mejor inspiraci¨®n que un deportista ser¨ªa un cient¨ªfico, ?no?¡±
Lazkano inspira a Iv¨¢n Romeo, de 19 a?os, que tambi¨¦n, como el vitoriano, mide m¨¢s de 1,90 y pesa sus 80 kilos, y debuta en la Roubaix, como debut¨® tambi¨¦n en Flandes y en todas las cl¨¢sicas, en las que est¨¢ siendo el m¨¢s joven participante esta primavera. En las Strade Bianche se dio el lujo de pasar fugado por los primeros caminos blancos, y en Roubaix trabajar¨¢ para que Lazkano u otro compa?ero puedan coger la fuga. En el Movistar le cuidan y le piden que se retire a las cuatro horas de carrera, pero ¨¦l, aunque obedece, siempre pide un poco m¨¢s. El mi¨¦rcoles y el jueves recorri¨® los tramos m¨¢s importantes y sali¨® impresionado. ¡°No tiene nada que ver el pav¨¦s de aqu¨ª con el de Flandes. Es mucho m¨¢s irregular, m¨¢s complicado. Un horror, un horror¡ Y pensar que hay que entrar a 60 por hora a los tramos¡¡±, dice Romeo. ¡°Pero lo que m¨¢s me duele no son las piernas, son los brazos¡±.
Al que gane un adoqu¨ªn flamant y una placa en un cub¨ªculo de las duchas antiguas, de minero, agua negra como el polvo negro de carb¨®n que se pega a su sudor, donde solo los rom¨¢nticos se enjabonan. Los dem¨¢s, en el autob¨²s.
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