Santiago Buitrago gana en la Cima Coppi la etapa reina del Giro de Italia
Detr¨¢s de la fuga que corona a un colombiano en las Tres Cimas de Lavaredo, 34 a?os despu¨¦s de Lucho Herrera, Roglic le saca 3s a Thomas en los ¨²ltimos 50 metros
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Un Giro de tiempos cortos en espacios inmensos, hermosos, se decidir¨¢, como se sospechaba desde hace dos semanas, en los 18,6 kil¨®metros de la cronoescalada final (10 de crono, ocho de escalada salvaje) entre Geraint Thomas, de rosa, Primoz Roglic y Jo?o Almeida. La etapa reina solo dej¨® la belleza de los montes p¨¢lidos y el triunfo de un escalador colombiano, Santiago Buitrago, maestro en la fuga, que rinde homenaje al padre Lucho Herrera, Dios hecho escalador en las monta?as, ganador en las Tres Cimas de Lavaredo hace 34 a?os.
En 1967, la primera vez que se ascendi¨® hasta el Refugio Auronzo, a la sombra de las Tres Cimas de Lavaredo no hab¨ªa en las bicicletas desarrollo suficiente para ascenderlo, y los espectadores se relevaban empujando a los ciclistas, y algunos, como Gimondi y Merckx, subieron comod¨ªsimos agarrados a las antenas de las motos de la RAI, dice la leyenda, que despierta m¨¢s simpat¨ªa, m¨¢s humana, m¨¢s c¨¢lida, literaria, incluso, la poes¨ªa del sudor y la picaresca, que la frialdad f¨ªsica Jumbo, todo el poder para la tecnolog¨ªa, que hace suya Primoz Roglic al pie de las Tres Cruces, a las afueras de Cortina d¡¯Ampezzo. El esloveno se detiene a cola de pelot¨®n y cambia de bici. Se sube a una con un solo plato, de 40 dientes, y una corona de 12 pi?ones, y el m¨¢s grande tiene 44 dientes, a la moda gravel. Y, as¨ª armado, se acerca al mito desnudo, donde los tres m¨¢s fuertes, por turnos, y ¨¦l tambi¨¦n, se atacan en los ¨²ltimos 1.200 metros, r¨¢canos de esfuerzo.
Monta?as como ojos grises y profundos como el mar, tan hermosos que de mirarlos uno nunca se cansa. Pasado el espejo del lago de Misurina, y un hotel como los de las pel¨ªculas de Wes Anderson, levantan m¨ªnimamente la vista del asfalto que les agarra y creen estar pedaleando en las nubes, creen estar en el para¨ªso, sin aliento, y suspiran. Las Tres Cimas, rondando los 3.000 metros, la Grande, la Peque?a, la Oeste, tres salientes de roca p¨¢lida que caen a plomo sobre la meta, pizarras de 300 metros veteadas con largas franjas oscuras, quitan el hipo. Alucinan. El aire puro emborracha m¨¢s que las cervezas que los espectadores borrachos, pues ellos tambi¨¦n han ascendido pedaleando, ofrecen en la curva del 18%, una ese cerrad¨ªsima. La morfina que regala el cerebro a los que se esfuerzan y llegan m¨¢s all¨¢ de lo que creen, y el cannabis que llega de las tripas, toma el poder. La m¨ªstica ten¨ªa algo que ver con esto, sus ¨¦xtasis, y el LSD. Los muros de hielo, como paredes de un apartamento gigantesco, crean el espacio que los ciclistas asaltan y conquistan, y Derek Gee, un canadiense alt¨ªsimo e incansable que solo necesita dos cosas para gozarla, una bicicleta y p¨¢jaros que canten y vuelen alrededor, delante de todos. Le persigue Santiago Buitrago, colombiano, sabio, nacido en las monta?as, hijo del aire. Respetuoso con su pasado, con el padre Lucho Herrera, el mejor escalador que el mundo haya conocido, de Fusagasug¨¢, de Cundinamarca, como ¨¦l, Buitrago, de Bogot¨¢, lo ve atacar, le mide, le sigue, regula su marcha y le supera cuando el canadiense tan alto para ser escalador, 1,85 metros, muere. La Cima Coppi, 2.304 metros sobre el nivel del mar, es de Buitrago.
Cuando habla, el colombiano, felic¨ªsimo, se acuerda de Lucho y se acuerda de sus ojos de ni?o de 13 a?os maravillados ante la pantalla del televisor. ¡°Mi primer recuerdo del Giro son estas cimas y una nevada el d¨ªa que gan¨® Nibali aqu¨ª el Giro de 2013¡å, dice Buitrago, que revela as¨ª el origen de la fuerza que 10 a?os despu¨¦s le llev¨® a ¨¦l a la misma cima. ¡°Y lo m¨¢s bonito ha sido poder ver al Squalo en la meta y poder dec¨ªrselo¡±. Y, jovialmente siempre, se emociona.
La batallita de las Tres Cimas, que palidece ante la memoria de historias contadas. A las ¨®rdenes de Roglic, Dennis intenta romper el ritmo, moderado, que el Ineos mantiene toda la etapa por los grandes puertos dolom¨ªticos, por el Giau, sobre todos, en el que otro colombiano, Egan Bernal, gan¨® bajo la nieve el Giro hace dos a?os. De Plus, guiado por Thomas, sabe lo que tiene que hacer para evitar que el australiano demoledor les castigue como en el Bondone: se sacrifica y le esprinta. Dennis muere. Almeida, blanco como el paisaje, de blanco tambi¨¦n, aprovecha el tiempo muerto para acelerar. La etapa se acaba, el c¨¢lculo domina. Sobre su montura at¨®mica, a 1.200 metros, Roglic contraataca. Thomas le sigue f¨¢cil. Almeida tarda m¨¢s, pero llega. Juntos se paran. Se miden. Arranca Thomas, un cohete rosa, pedalada ¨¢gil en el 12. Roglic cede. Almeida muere. Pero 450 metros en los Dolomitas sono molti longhi. Roglic se recupera. Alcanza a Thomas. Le esprinta. Le suelta. En los 50 metros finales, tan empinados son, pierde tres segundos. Al menos a Thomas le consuela comprobar que pese a sus esfuerzos, el esloveno no alcanza al dan¨¦s Cort, de la fuga, que llega tercero y le priva de los 4s de bonificaci¨®n.
?El fruto de tan poco? Tres segundos de Roglic a Thomas en los ¨²ltimos 50 metros; 23s a Almeida. En la general, 26s de Thomas al esloveno; 59s al portugu¨¦s.
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