Kelvin Kiptum, un talento bendecido por los dioses y castigado por el destino
El atleta keniano, fallecido en un accidente en el Valle del Rift apenas cuatro meses despu¨¦s de batir el r¨¦cord del mundo de marat¨®n, hab¨ªa nacido para ser el primer hombre en correr los 42 kil¨®metros en menos de dos horas
Tan fulgurante como el r¨¦cord mundial de marat¨®n que logr¨® el 8 de octubre pasado en Chicago (2h 0m 35s) fue el paso por la vida de Kelvin Kiptum, atleta keniano fallecido a los 24 a?os y 72 d¨ªas a las 23:00 del domingo cuando perdi¨® el control del Toyota Premio que conduc¨ªa y choc¨® contra un ¨¢rbol en la carretera de los campeones, la Eldoret-Kaptagat, la arteria principal del Valle del Rift, la falla de ?frica del Este en la que han nacido los m¨¢s grandes maratonianos de la historia. Junto a Kiptum falleci¨® su entrenador, el ruand¨¦s Garvais Hakizimana. Sharon Kosgey, una mujer que les acompa?aba en el veh¨ªculo, result¨® herida grave, seg¨²n inform¨® el comandante de polic¨ªa de la provincia de Elgeyo Marakwet, Peter Mulinge, y recoge France-Presse. Fue un talento bendecido por los dioses y castigado por el destino, un talento, as¨ª, de artista.
Hab¨ªa nacido, y as¨ª lo proclam¨® ya el universo, para convertirse en el primer hombre que escalara el Everest del atletismo, correr una marat¨®n en menos de dos horas. Muri¨® exactamente dos meses y tres d¨ªas antes de la fecha fijada para ello, el 14 de abril, cuando estaba anunciado que en R¨®terdam, un trazado plano, ideal, lo conseguir¨ªa.
Toda su vida atl¨¦tica, tan corta, Kiptum, un prodigio de precocidad, fue un especialista en dejar al mundo con la boca abierta de admiraci¨®n, y rasc¨¢ndose la cabeza, porque, como sucede con los genios, nadie supo encontrar una explicaci¨®n racional al misterio de su talento, descomunal. Y tambi¨¦n como los genios, Kiptum se empe?aba en romper todos los c¨®digos establecidos en el poco m¨¢s del siglo de existencia del marat¨®n, la prueba de 42,195 kil¨®metros, como s¨²mmum del atletismo de resistencia y velocidad.
Ninguno de los m¨¢s grandes de la historia, de Abebe Bikila, el et¨ªope de los pies descalzos, ni Eliud Kipchoge, el maestro en de la distancia, la mezcla exacta de misticismo y racionalismo, y la ayuda del desarrollo tecnol¨®gico de las zapatillas, consigui¨® la grandeza en tan poco tiempo. Bikila ten¨ªa 28 a?os cuando bati¨® el r¨¦cord del mundo (2h 15m 16s) al ganar el oro ol¨ªmpico ante el Coliseo de Roma, el 10 de septiembre de 1960. Kipchoge, de Kaptagat precisamente, la ciudad en la que termina la carretera en la que muri¨® Kiptum, estaba a punto de cumplir 34 a?os cuando logr¨® en Berl¨ªn su primer r¨¦cord del mundo, 2h 1m 39s, el 16 de septiembre de 2018.
Solo su compatriota Sammy Wanjiru, campe¨®n ol¨ªmpico en Pek¨ªn 2008 a los 21 a?os, una carrera en la que desafi¨® el calor y la humedad asfixiante de la capital china corriendo de una manera que entonces se llam¨® locura, solo, delante de todos, sin miedo desde el principio, y bati¨® el r¨¦cord ol¨ªmpico (2h 6m 32s), podr¨ªa competir en genio, precocidad, en la vida y en la muerte, desmesura y tragedia. Tambi¨¦n Chicago, a los 23 a?os, fue la ¨²ltima carrera de una vida en la que fue el m¨¢s joven que gan¨® cuatro grandes del marat¨®n, y muri¨® tambi¨¦n a los 24 a?os, y de muerte por traumatismo, una ca¨ªda desde el balc¨®n de un segundo piso, borracho y misterioso. Al menos, el excesivo Wanjiru pudo gozar de la corona de laurel de la gloria ol¨ªmpica. Nadie dudaba de que Kiptum la alcanzar¨ªa este verano en Par¨ªs.
Entrenamientos extenuantes
Tres maratones ha tenido tiempo de correr Kiptum. Los tres le hicieron ya legendario antes de convertirse en leyenda eterna con su muerte temprana. Los tres fueron noticia excepcional, los tres por debajo de dos horas y dos minutos, una barrera que en la historia solo cuatro atletas (junto a Kiptum y Kipchoge, los et¨ªopes Kenenisa Bekele y Sisay Lemma. El primero, en Valencia, el 4 de diciembre de 2022, reci¨¦n cumplidos los 23 a?os, 2h 1m 53s que acabaron con el mito de que para ser grande en pruebas de fondo hab¨ªa que ser un atleta maduro, sabio por experto, con el cuerpo ya machacado y habituado a entrenamientos extenuantes. El segundo, cinco meses m¨¢s tarde, en Londres, 2h 1m 25s, y nadie hab¨ªa corrido tan r¨¢pido nunca por las orillas del T¨¢mesis, y el tercero, en Chicago, octubre pasado, en el que estableci¨® como dogma que para ser el mejor en marat¨®n hab¨ªa que correr muy r¨¢pido la primera media marat¨®n (y lo hizo en 60m 48s) y m¨¢s r¨¢pido a¨²n, lo que se cre¨ªa imposible, la segunda media.
Para llegar al r¨¦cord de 2h 0m 35s, y termin¨® sonriente, casi, se?alando con un dedo a los espectadores que lo aclamaban, a la Kipchoge, y fresco como una lechuga, corri¨® la segunda media en Chicago en 59m 47s, un tiempo que le habr¨ªa valido para ser sexto en el Mundial de la especialidad, y solamente 8s m¨¢s lento que el r¨¦cord de Espa?a de Carlos Mayo. 2m 52s el kil¨®metro, a casi 21 kil¨®metros por hora. Si las zapatillas de placas de carbono y ancha suela de espumas liger¨ªsimas no eran ajenas a la maravilla de sus tiempos, a su capacidad de repetir entrenamientos sin lesionarse y a su elegante zancada, tan saltarina y fluida, tan ligada a su f¨ªsico longil¨ªneo como un junco y ligero como una pluma (1,75 metros, 60 kilos), solo Kiptum, entre tantos miles de atletas agraciados por la tecnolog¨ªa, ha sido capaz de llevar el marat¨®n a otra dimensi¨®n. La dimensi¨®n irracional. La contraria a la raz¨®n establecida.
Las sospechas de dopaje fueron inevitables. Uno que en su primer marat¨®n hace la segunda marca de la historia o es una maravilla o es un tramposo, y en Kenia, donde el marat¨®n es la mejor forma de salir de la pobreza, la agencia antidopaje del atletismo mundial descubre decenas de positivos al a?o, a ellas respondi¨®, serio, su entrenador tambi¨¦n fallecido en el accidente, Garvais Hakizimana, un ruand¨¦s que viv¨ªa en Lyon, Francia, la mayor parte del a?o. ¡°La mejor explicaci¨®n de sus tiempos son sus ganas de salir del hambre y la miseria y una capacidad fisiol¨®gica magnificada por su vida en altitud¡±, explicaba en L¡¯?quipe hace unos meses Hakizimana. ¡°Y ha pasado decenas de controles antidopaje. Hasta me acuerdo de un d¨ªa en el que pas¨® un control de sangre a las 10 y uno m¨¢s solo cuatro horas despu¨¦s¡±.
Hakizimana hab¨ªa descubierto a Kiptum en 2009, cuando el atleta fallecido solo ten¨ªa 10 a?os y a¨²n as¨ª intentaba seguir al ruand¨¦s, que todos los d¨ªas pasaba entren¨¢ndose delante de su casa en Chepkorio, Valle del Rift, a 2.600 metros de altitud. Y como todos los a?os se entrenaba en la misma pista Hakizimana lo vio crecer y progresar sin parar. En 2014, cuando Kiptum ten¨ªa 15 a?os, Hakizimana decide por fin comenzar a entrenarlo. ¡°Le pon¨ªa la mita de carga de lo que yo hac¨ªa. Si yo ten¨ªa 15 kil¨®metros ¨¦l hac¨ªa siete, y aun as¨ª, muy pronto fue ya capaz de aguantar mi ritmo¡±, explicaba el ruand¨¦s en el diario franc¨¦s. Alcanzado su esplendor atl¨¦tico, la vida de Kiptum los cuatro meses previos a la disputa de un marat¨®n era la vida de un monje. Entrenamientos de 290 kil¨®metros semanales, una carga que pocos soportan, y, para evitar distracciones, solo un d¨ªa a la semana, el domingo, para estar con su familia, su mujer y sus dos hijos, Caleb y Precious, de siete y cuatro a?os (a los 16 ya fue padre), que viven en Chepsamo, un pueblo m¨¢s peque?o que Chepkorio, donde naci¨® y entrena.
Once medias maratones entre 2018 y 2021, entre los 19 y los 22 a?os, con una media de una hora y 13 segundos, precedieron sus tres maratones, las tres obras de arte por las que ser¨¢ por siempre recordado, y por el lamento por la muerte temprana de un talento tan grande, que obligar¨¢ a retrasar la llegada del hombre a la luna del marat¨®n, 42,195 kil¨®metros en dos horas menos un segundo.
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