Supervivientes de s¨ª mismos
El libro ¡®La monta?a resplandeciente¡¯ sigue siendo, 40 a?os despu¨¦s de la muerte de sus protagonistas, una obra indispensable para entender la psicolog¨ªa del alpinismo
A trav¨¦s del telescopio, dos peque?as figuras humanas se mov¨ªan a c¨¢mara lenta. Primero una, luego la otra. Circulaban a unos 8.230 metros por la arista nordeste del Everest, que nadie hab¨ªa logrado escalar. Los que observaban desde el campo base pronto vieron desaparecer a Peter Boardman y Joe Tasker tras un accidente del relieve. Jam¨¢s volvieron a verlos. El pr¨®ximo mes de mayo se cumplir¨¢n 40 a?os de su p¨¦rdida. Su legado, sin embargo, es inolvidable por dos razones: formaron una cordada sublime y ambos supieron plasmar la esencia de sus experiencias en libros sobresalientes.
Hoy en d¨ªa, el resumen de una ascensi¨®n brillante suele ser un selfie en el que dos o tres alpinistas sonr¨ªen tras sus gafas de sol, con el casco puesto seguido de una breve descripci¨®n en la red social de turno. ?Fue dif¨ªcil? ?Cu¨¢les fueron sus temores? ?Y la convivencia en situaciones l¨ªmite? La inmediatez que todo lo impregna nos hace olvidar enseguida estas consideraciones para consumir otras novedades epid¨¦rmicas. Por eso conviene regresar a los libros. No es casualidad que el premio m¨¢s prestigioso de literatura de monta?a se apellide Boardman-Tasker, dos alpinistas capaces de escribir dos obras cada uno antes de morir, a los 32 a?os de edad el primero y a los 34 el segundo. Si las cuatro obras son especiales, ¡®La monta?a resplandeciente¡¯, escrita por Peter Boardman es un manual de psicolog¨ªa aplicada a las grandes paredes del Himalaya.
La primera vez que los ingleses Boardman y Tasker escalaron juntos hicieron historia y se apuntaron la terrible cara oeste del Changabang (6.864 metros), en el Himalaya indio. Antes de emprender su viaje, en 1976, fueron despedidos por un aluvi¨®n de comentarios de apoyo: ¡°Es un plan absurdo¡±; ¡°No parece una ruta para un hombre casado¡±; ¡°?Solo vais los dos? Me parece una crueldad¡±; ¡°Alguien tendr¨¢ que ver si es posible, pero meted alg¨²n jersey de m¨¢s¡¡±. A sabiendas de las penurias que iban a afrontar, la pareja decidi¨® probar su material de altura y sus hamacas en una c¨¢mara frigor¨ªfica del almac¨¦n de comida en el que trabajaba, en el turno de noche, Joe Tasker. No se prepararon, en cambio, para convivir.
El granito blanco de la oeste del Changabang refulge cuando el sol recorre su perfil, d¨¢ndole ese aspecto resplandeciente. No se hab¨ªa visto con anterioridad un equipo tan ambicioso y tan escu¨¢lido a los pies de una monta?a del Himalaya. De hecho, una vez alcanzado el campo base, Boardman y Tasker tardaron 40 d¨ªas en volver a ver a un ser humano, y cuando lo hicieron tuvieron que enterrar a cuatro alpinistas que se hab¨ªan despe?ado en una cima vecina.
Si su lucha por ganar metros a la pared fue dur¨ªsima, su relaci¨®n ray¨® la crueldad. No eran amigos cuando partieron rumbo a la India, tan solo dos alpinistas j¨®venes, ambiciosos y muy buenos que se respetaban profundamente. Dos j¨®venes estrellas que necesitaban unir sus ambiciones. Pero si Boardman era una persona serena y con tendencia al despiste, Tasker pose¨ªa un fuerte car¨¢cter controlador y rayano en lo desagradable. Hab¨ªa pasado por un seminario entre los 13 y los 21 a?os de edad, experiencia que, dec¨ªan, explicaba su car¨¢cter abrupto. A priori, no parec¨ªan dispuestos a encajar: su tremenda ambici¨®n, su pasi¨®n, sus deseos de lograr su objetivo ciment¨®, sin embargo, la solidez de la cordada. Pero sobre todo, fue su capacidad para hacerse da?o a s¨ª mismos lo que les permiti¨® realizar proezas en el Himalaya. En La Monta?a resplandeciente discurren en paralelo dos tramas: la de la propia ascensi¨®n junto a la de la relaci¨®n que se establece entre dos personas que se necesitan, pero que se necesitan m¨¢s que para sobrevivir para lograr su objetivo. Y siempre parece que lo ¨²ltimo es m¨¢s importante que lo primero.
¡°Valor solo significa hacer lo que te da miedo hacer¡± o ¡°la vida tiene muchas sutilezas crueles y manejarlas requiere mucha m¨¢s audacia que los peligros de la escalada, tan evidentes¡±: Peter Boardman apenas tarda unos p¨¢rrafos en relativizar su propia importancia, en se?alar la futilidad del alpinismo. Es un asunto personal que no merece la pena valorar pero s¨ª explicar, cosa que logra con maestr¨ªa mientras es capaz de preguntarse si no es otra cosa que ¡°un par¨¢sito escapista que juega a ser aventurero¡±. Como apenas se conoc¨ªan, su relaci¨®n durante la expedici¨®n result¨® un compendio de tensi¨®n, comunicaci¨®n funcional y pragmatismo desconcertante. ?Se puede uno jugar la vida estando tan inc¨®modo con su compa?ero de cuerda? Boardman y Tasker no dejan de escrutarse, de esconderse el uno del otro, sin perder la ocasi¨®n de demostrar lo que llevan dentro. As¨ª, cuando est¨¢ al l¨ªmite de romperse, el otro se expone para borrar toda opci¨®n de retirada en un juego masoquista que se estira varias semanas mientras la monta?a les castiga sin piedad.
Una vez en la cima, ni siquiera se tocaron. No hubo abrazos, l¨¢grimas y ni siquiera un apret¨®n de manos. Unas fotos, media hora de silencio, y el penoso descenso por delante. ¡°Su barba y su boca estaban incrustadas de hielo, y sus gafas de sol de espejo ocultaban toda expresi¨®n en sus ojos. En aquel espejo solo vi mi reflejo. ?C¨®mo saber a qu¨¦ profundidades se hab¨ªa retirado?¡±, escribe Boardman. All¨ª, en lo m¨¢s alto del Changabang, parec¨ªan dos n¨¢ufragos aislados de cualquier humanidad, dos supervivientes de s¨ª mismos incapaces de pronunciar un discurso adecuado.
Si el alpinismo es un gesto in¨²til carente de importancia y que aporta sabe Dios qu¨¦ a sus protagonistas, el extra?o ¡®deporte¡¯ de escalar monta?as tiene un valor innegable: el esfuerzo de trasladar a las p¨¢ginas de un libro el relato de unas experiencias dif¨ªcilmente asumibles o explicables. ¡°Hemos sido unos monoman¨ªacos. No hemos demostrado nada que no se hubiera demostrado ya antes: si te empe?as lo suficiente en escalar cualquiera cosa, terminar¨¢s por conseguirlo¡±, escribi¨® Boardman a su regreso del Changabang.
En su viaje eterno hacia la cima del Changabang, lo que m¨¢s temieron Boardman y Tasker fue la verg¨¹enza de defraudar al otro, ser aquel que tirase la toalla y abandonase al otro, ser el verbo disuasorio que los llevase al fracaso. Y debido a ese miedo tan inmaduro se sometieron a un combate psicol¨®gico tan cruel como necesario para avanzar: en cuanto uno de los dos se ablandase, todo se ir¨ªa al traste. ¡°Era como estar en un pelot¨®n de soldados, en el que en realidad nadie quiere pelear, pero cada uno de ellos hace lo que cree que sus camaradas esperan de ¨¦l¡±, reflexionaba Boardman, cuyo cuerpo fue hallado en 1992 muy cerca de donde se le vio por ¨²ltima vez, tendido sobre la nieve como si la muerte lo hubiese sorprendido tom¨¢ndose un descanso. No se hallaron los restos de Tasker, pero es seguro que se hallan muy cerca. Quiz¨¢ no acertaron a decirse el uno al otro que hab¨ªan llegado tan lejos que ya era hora de regresar.
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