De mito de la escalada a cura en un monasterio
En 2006, el suizo Didier Berthod lo dej¨® todo y estudi¨® teolog¨ªa, y casi tres lustros despu¨¦s vuelve a las paredes

Didier Berthod desapareci¨® de la escena de un d¨ªa para otro. Lo ubicaron recuper¨¢ndose de una grave lesi¨®n de rodilla en un monasterio, pero en realidad ya hab¨ªa abandonado la vida que hab¨ªa conocido hasta entonces. Apenas contaba 25 a?os. Era el a?o 2006. Escalador de ¨¦lite, valiente, fuente de inspiraci¨®n¡ el joven suizo marcaba tendencia en el mundo de la escalada en fisuras. Brillaba con un carisma que apenas necesitaba verbo. Sus gestos y gestas hablaban en su lugar. Los patrocinadores se lo rifaban. De puertas afuera, Berthod parec¨ªa reinar en ese mundo de camarader¨ªa, vida sencilla, econom¨ªa de medios y comuni¨®n con la naturaleza.
Nadie supo ver sus contradicciones internas, su dolor, su tristeza, quiz¨¢s porque su cuerpo segu¨ªa expresando lo contrario. Sus movimientos afirmaban la rutina de un fan¨¢tico de la escalada: ser m¨¢s fuerte, cada vez m¨¢s, entrenarse y escalar duro, ser el primero. Lleg¨® a hacer dominadas con un solo dedo. Con el diagn¨®stico de una rodilla maltrecha en la mano, Berthod no se sincer¨® con sus compa?eros de cuerda, ni con la productora que le persegu¨ªa para grabar la primera ascensi¨®n en libre de la fisura m¨¢s dif¨ªcil del planeta, bautizada como Cobra Crack (Canad¨¢). No revel¨® sus pensamientos a nadie que tuviese nada que ver con el mundo de la escalada. Llam¨® a su madre: ¡°Hoy es un d¨ªa maravilloso. Me he roto la rodilla. Ya no soporto m¨¢s escalar. Al fin puedo dejarlo¡±.
Uno de los ¨²ltimos planos que rod¨® la productora Sender Films, hoy famosa por documentales tan notables como Dawn Wall o The Alpinist, enfoca a un Didier Berthod apoyado en sus muletas, que sonr¨ªe mirando a la c¨¢mara mientras reconoce que su ¨²nica motivaci¨®n para escalar Cobra Crack era err¨®nea: ¡°Viaj¨¦ hasta aqu¨ª solo para satisfacer mi ego y mi vanidad, para ser el primero¡±. All¨ª donde la rabia y la frustraci¨®n propias deb¨ªan llenar la pantalla, solo aparec¨ªa un an¨¢lisis desprovisto de dramatismo, una suerte de paz y de aceptaci¨®n que no casaba con la expresividad del suizo. Ante la c¨¢mara, sin que nadie lo supiese, se estaba despidiendo.
Efectivamente, en 2006, Berthod, de familia cat¨®lica practicante, conoci¨® a un cura con el que entabl¨® una relaci¨®n de confianza que termin¨® por conducirle a las puertas de un monasterio franciscano donde entr¨®, cerrando a sus espaldas todo lo que hab¨ªa sido su vida hasta entonces, familia incluida, a la que tard¨® 10 a?os en volver a ver. Su clausura puso punto y aparte a una vida de ¡°imitaci¨®n¡±, en palabras suyas. Descubri¨® la escalada a los 12 a?os de edad y enseguida destac¨®, pero a los 18, una revista de escalada alter¨® su percepci¨®n del mundo vertical. Fisuras sin fin, elegantes, se perd¨ªan pared arriba en unas im¨¢genes que cambiaron su percepci¨®n de la est¨¦tica de la roca. Se propuso ser el mejor escalador de fisuras del planeta porque pueden protegerse mediante seguros de fortuna, lo que a?ade a este tipo de escalada una variable de aventura y riesgo controlado del que carece la escalada deportiva.

El todo enamor¨® a Berthod. En 2003, en el valle del Orco italiano, descubri¨® una fisura que discurr¨ªa por un techo de unos 12 metros equipada con seguros fijos. Los arranc¨®, y se enfrent¨® a ella con medios aleatorios. Cuando logr¨® escalarla en libre, result¨® ser la fisura m¨¢s dif¨ªcil de Europa. Estaba listo para viajar a la conquista de las legendarias fisuras de Estados Unidos y Canad¨¢. Aparentemente, Berthod era feliz, satisfecho de haber sabido encontrar su lugar en el mundo, su manera de expresarse, una identidad propia. Durante un tiempo, formar parte de algo en el mundo de la escalada le concedi¨® la fuerza para pagar el precio cuando uno se ha propuesto ser el mejor en algo. Sin entrenador, aprendi¨® a ser m¨¢s fuerte, sin m¨¦todo alguno, sin un plan. El dolor fue su term¨®metro¡ pero m¨¢s tarde todo esto se le hizo peque?o, se vio atrapado en un sue?o adolescente, donde el buen rollo, las cervezas junto al fuego, la acampada libre, dejaron de llenarle.
Era un estilo de vida hueco. La vida deb¨ªa poder ofrecerle algo m¨¢s, algo de mayor trascendencia, se repet¨ªa un d¨ªa tras otro. Pero su cuerpo marchaba en la direcci¨®n opuesta a sus pensamientos, necesitado de adrenalina, de retos y esfuerzo. En el documental Fissure, dirigido en 2018 por Christophe Margot, Didier Berthod explica su dicotom¨ªa: ¡°Me sent¨ªa como un yonqui, alguien necesitado de su dosis diaria de escalada y si no llegaba, me pod¨ªa enfadar. Lo odiaba porque esta necesidad me imped¨ªa ser libre. Necesitaba sentirme libre, y eso me lo dio la religi¨®n, eso y la posibilidad de trabajar mis heridas del pasado¡±.
El mundillo de la escalada qued¨® perplejo cuando Berthod desapareci¨® de las portadas de las revistas del momento. ¡°Est¨¢ claro que los que no me conoc¨ªan profundamente pensaron que en 2006 se me fue la olla, pero los m¨¢s pr¨®ximos sab¨ªan que yo era religioso y que me preguntaba a menudo por el sentido de la vida. Sobre todo porque varios amigos y alg¨²n familiar se hab¨ªa suicidado, lo que dej¨® muchas preguntas sin resolver en mi interior¡±, explica en el documental. Pero Berthod se apart¨® del mundo por m¨¢s razones: hab¨ªa dejado embarazada a una chica canadiense. Fruto de esa relaci¨®n, hoy tiene una hija de casi 17 a?os a la que pr¨¢cticamente acaba de conocer.

En 2018, Berthod fue ordenado sacerdote¡ y empez¨® a escalar casi 14 a?os desde la ¨²ltima vez que se calz¨® unos pies de gato. Recuper¨® la misma marca que le patrocin¨® casi tres lustros atr¨¢s: Scarpa. Toda una declaraci¨®n de principios. Ten¨ªa 38 a?os. Entre 2006 y 2010 pas¨® cuatro a?os en un monasterio. De 2011 a 2015 invirti¨® cinco a?os en un pueblo suizo estudiando teolog¨ªa y tres m¨¢s prepar¨¢ndose para ser sacerdote. ¡°Es decir, muchos a?os involucrado al 100% en un cristianismo radical sumamente espiritual. Llegu¨¦ a pensar que ser¨ªa monje hasta el fin de mis vidas, o misionero. Pero dej¨¦ el monasterio y la religi¨®n dogm¨¢tica en 2020: no quer¨ªa ser un fundamentalista cat¨®lico, aunque sigo siendo cura. Sigo amando el mensaje de Cristo y sigo estudiando teolog¨ªa. Descubr¨ª que pod¨ªa ser religioso sin apartarme de la sociedad y eso me ha liberado para acometer tareas sin finalizar que ten¨ªa pendientes en mi vida, como conocer a mi hija y regresar a la escalada. Ahora puedo hacerlo todo: escalar, vivir, seguir a Dios¡¡±.
Berthod se entrena a las ¨®rdenes de un amigo cuatro o cinco d¨ªas semanales. Las fisuras siguen siendo su objetivo predilecto. Su cuerpo enjuto tras a?os de reclusi¨®n ha recuperado parte de su musculatura, necesita volver a sentirse fuerte, pero ya no necesita ser el mejor. El fuego de la escalada que antes todo lo arrasaba ha quedado atr¨¢s. En su lugar, asegura, quedan unas brasas que ahora le reconfortan. Tambi¨¦n ha aprendido a valorar las relaciones humanas que le ofrece la escalada. Su mensaje es transmitir a los que se le acerquen su alegr¨ªa de vivir. En su parroquia de Collombey-Muraz (Suiza) celebra misas, bautizos y entierros, adem¨¢s de atender a personas solitarias que acuden a su encuentro.
Casi a punto de cumplir 42 a?os de edad, Berthod ha alcanzado cierto equilibrio vital. ¡°Me ha costado mucho, pero he encontrado la manera de ser humano en la humanidad. He necesitado tiempo para descubrir qui¨¦n soy, qu¨¦ misi¨®n tengo. Cuando escalo no intento llevar a nadie a la iglesia y en la iglesia no voy de cura guay que escala¡±, advierte.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
