Volar, escalar, volar: la revoluci¨®n del alpinismo en un pico virgen del Karakoram
Will Sim y Fabian Buhl escalan por primera vez la torre Gulmit aproxim¨¢ndose en parapente y regresan a la civilizaci¨®n con otro vuelo, lo que podr¨ªa suponer una nueva forma de exploraci¨®n de lugares remotos
Podr¨ªa tratarse de una revoluci¨®n dentro del mundo del alpinismo¡ o quedar en una nota a pie de p¨¢gina. Pero lo que acaban de hacer el ingl¨¦s Will Sim y el alem¨¢n Fabian Buhl observa aires futuristas: acercarse a una monta?a virgen del Himalaya (la torre de Gulmit) volando en parapente, escalarla, y regresar a la civilizaci¨®n volando de nuevo. Podr¨ªa ser la puerta de acceso a una nueva forma de exploraci¨®n de picos remotos escondidos en la enormidad del Himalaya. La idea, por transgresora que parezca, no es nueva, sino que fue so?ada en los a?os 80 del pasado siglo, cuando unos pocos empezaron a despegar desde las cimas primero con el ala delta y, despu¨¦s, con el parapente.
El alpinista franc¨¦s Jean Marc Boivin ha quedado como uno de los grandes referentes de esta combinaci¨®n de vuelo y alpinismo: ¡°El parapente es sencillo y eficaz y me va a permitir realizar encadenamientos de ascensiones impensables, pero solo sirve para descender, uno no va muy lejos¡±, afirmar¨ªa hace 35 a?os Boivin. El parapente acababa de nacer como modalidad de vuelo a instancias de unos paracaidistas de competici¨®n franceses que, para mejorar su aterrizaje y poder practicarlo con frecuencia y sin el coste de movilizar un avi¨®n, empezaron a inflarlo corriendo en pendientes de hierba en la localidad alpina de Mieussy en 1978.
Apenas cuatro a?os despu¨¦s, en 1982, nacer¨ªa un nuevo concepto: el paralpinismo, que consiste en escalar una monta?a para despegar desde su cima: as¨ª parti¨® el 6 de junio Roger Fillon de la cima de la ic¨®nica Aiguille Verte. Boivin enseguida se subi¨® a esta ola y fue el primero alzar el vuelo desde la cima del Everest, en 1988. Dos a?os despu¨¦s, fallecer¨ªa tras despegar con su vela desde el salto del ¨¢ngel, en Venezuela, y sufrir un aterrizaje violento.
Will Sim (33 a?os), sonr¨ªe y apostilla: ¡°Boivin ten¨ªa raz¨®n, pero los materiales y el conocimiento espec¨ªfico del vuelo han evolucionado tanto desde entonces que ahora se ha abierto un mundo de posibilidades: el parapente ya no sirve solo para descender, sino para desplazarse. Tampoco s¨¦ si lo que hemos hecho es paralpinismo, como afirmo en el documental: prefiero llamarlo volar y escalar, sencillamente¡±.
Sim, que ha promocionado en los ¨²ltimos d¨ªas el documental de su periplo en la torre de Gulmit (Karakoram, Pakist¨¢n) en el BBK Mendi Film Bilbao Bizkaia, todav¨ªa no da cr¨¦dito a la aventura vivida el pasado verano. ¡°El parapente se ha puesto muy de moda entre los gu¨ªas y los alpinistas. Es como una enfermedad. No s¨¦ si es una moda que ha llegado para quedarse, o una ola pasajera, pero es muy excitante. Viajamos a Pakist¨¢n con nuestros esqu¨ªs, velas y equipo de alpinismo abiertos a cualquier cosa menos a aburrirnos en un campo base. All¨ª supimos de la Torre Gulmit (5.800 m), todav¨ªa virgen pese a varios intentos de ascenso desde la vertiente noreste iniciados por unos franceses en 1988, y unos pocos desde el sur.
Ambas aproximaciones a la monta?a resultan muy largas y peligrosas: entre tres y cuatro d¨ªas de marcha esquivando riesgos de avalancha, de ca¨ªda de rocas y glaciares muy traicioneros. No se puede someter a los porteadores a semejantes peligros. Despu¨¦s de invertir varios d¨ªas en conocer las condiciones de vuelo de la zona decidimos que despegando desde las laderas pr¨®ximas al pueblo de Karimabad, a unos 3.000 metros de altitud, podr¨ªamos cazar t¨¦rmicas, ascender casi a 6.000 metros y aterrizar a 5.000 metros, a los pies de la cara sur de la torre Gulmit¡±. Pero antes deb¨ªan resolver un serio problema log¨ªstico: ?C¨®mo volar con todo el material necesario, con cuerdas y equipo t¨¦cnico, equipo de vivac y comida sin superar el peso l¨ªmite? A fuerza de minimizar su equipo, lograron superar en unos diez kilos de peso los l¨ªmites fijados sin perder prestaciones de vuelo pero sin estar seguros de ser capaces de alcanzar la parte superior del glaciar de Gulmit, el punto deseado de aterrizaje.
Una hora de vuelo sirvi¨® para evitar tres jornadas de aproximaci¨®n. A media tarde, ambos alpinistas descansaban en una min¨²scula tienda en la parte superior del glaciar de Gulmit, a salvo de avalanchas. Esa misma madrugada, escalaron la pendiente de acceso al collado y ah¨ª enfilaron la pared de granito, de casi 600 metros de desnivel. Enlazando tramos mixtos con otros de pura roca, pasado el mediod¨ªa la pareja se plant¨® en la cima, dando carpetazo a 34 a?os de intentos bald¨ªos por conquistar la torre. Esa misma tarde, antes del anochecer, cenaban en una terraza de Karimabad.
Los Alpes como laboratorio
Curiosamente, la parte m¨¢s sencilla de la aventura fue la escalada, pese a darse en un terreno sumamente t¨¦cnico y de enorme compromiso: aqu¨ª los rescates son pr¨¢cticamente ut¨®picos. ¡°Es tan importante ser buen piloto como buen alpinista. En ambos casos el aprendizaje lleva a?os de inversi¨®n. Necesitas dedicarle muchas horas y vivir en un lugar propicio para volar con seguridad. Si viviese en Inglaterra, bajo la lluvia, no ser¨ªa posible. Por eso vivo en Chamonix (Francia), donde tengo todo a mano. Ser un experto lleva a?os, pero ser capaz de hacer vuelos modestos es casi instant¨¢neo. En los Alpes lo hacemos a menudo: volamos desde cimas emblem¨¢ticas como las Grandes Jorasses y usamos los Alpes como un laboratorio, usando velas ultraligeras. Es una disciplina en plena ebullici¨®n¡±, reconoce Sim. Muchos alpinistas incluyen ahora en su mochila un parapente de menos de dos kilos de peso y, si las circunstancias los permiten, regresan al valle desde las cimas volando.
El documental sobre el Gulmit, firmado por Jake Holland, no es el ¨²nico de ese estilo. Recientemente, The North Face ha lanzado una producci¨®n que recoge la figura del esquiador extremo Sam Anthamatten y su loca apuesta de despegar en los prados de su casa en Zermatt (a los pies de la vertiente suiza del Cervino), posarse en la base del Obelgaberhorn, escalarlo y esquiar su vertiginosa ladera norte. ¡°No conozco a Sam personalmente, pero s¨¦ que es un esquiador superlativo y un gran piloto. En Pakist¨¢n, tendr¨ªa las puertas abiertas para realizar grandes aventuras¡¡±, concede Will Sim. El propio Anthamatten considera una suerte haber nacido en el momento justo, un momento de oportunidades en el que se mezcla una tecnolog¨ªa de vanguardia con las mismas ganas hist¨®ricas de llevar el juego del alpinismo hasta l¨ªmites insospechados.
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