Janice, cuesti¨®n de coraz¨®n para atravesar los Pirineos en bicicleta de monta?a
Hace dos a?os, la ciclista venezolana y su marido se apuntaron a la Transpyr, pero poco despu¨¦s ella tuvo que recibir un marcapasos y al poco su pareja falleci¨® de una dolencia cardiaca
Janice cen¨® ayer con el casco puesto, la cara cubierta de barro y una tiritona que a los postres parec¨ªa incontrolable. Su jornada sobre su bici de monta?a, en la tercera etapa de la Transpyr, dur¨® casi once horas y media y antes que ducharse necesitaba cenar en el lugar designado por la organizaci¨®n. Alguien se ofreci¨® a limpiar su m¨¢quina, una pieza de barro, y un voluntario la llev¨® en coche a su hotel. Ser¨ªan las 21.00 cuando al fin pudo ducharse. Todo el elenco de trabajadores de la Transpyr la miman y su historia personal est¨¢ en boca de todos. Ella sonr¨ªe mucho y habla poco. Lo mejor de viajar en bici el¨¦ctrica es que puedes salir en la cola del pelot¨®n, charlar a diestro y siniestro y acabar bien pronto, pero tambi¨¦n puedes entrevistar brevemente a alguien como Janice cuando el terreno lo permite.
¡°Mi marido y yo est¨¢bamos inscritos para la Transpyr de hace dos a?os, pero justo entonces me detectaron un problema coronario y me instalaron un marcapasos. Cuando me recuperaba de la operaci¨®n, mi marido falleci¨®¡ afectado por una cardiopat¨ªa jam¨¢s detectada, un caso extra?o. Habl¨¦ con los m¨¦dicos y me permitieron acudir este a?o: no pude entrenar lo que hubiera deseado, pero voy d¨ªa a d¨ªa y espero llegar a Roses¡±, explica la ciclista venezolana de 48 a?os y que fue embajadora de una poderosa marca de bicicletas. Ella y su difunto marido se hab¨ªan trasladado a Panam¨¢ por cuestiones laborales y all¨ª sigue pese a que medit¨® la posibilidad de instalarse en Espa?a, cosa que no hizo, disuadida por las dificultades que existen hoy en d¨ªa. La bicicleta es su pasi¨®n, no la competici¨®n. Es una herramienta de viaje y de descubrimiento, asegura, todav¨ªa cautivada por la belleza de Saint Jean de Luz o Saint Jean Pied de Port.
Avanzando pelot¨®n arriba, me topo con Federico y Federico, bautizados ya como los Fedes, ingeniero el¨¦ctrico uno, ganadero y empresario el otro. Cada vez que veo una vaca me acuerdo de las 600 vacas lecheras que maneja Fede en su tierra. All¨ª dan de comer; aqu¨ª muy pocos quieren ya ocuparse de ellas pese a los incentivos del Gobierno franc¨¦s. En mitad de una bajada tiesa, en pleno bosque, alcanzo a mi segundo compa?ero de habitaci¨®n, Ignacio. Cuando le pregunt¨¦ si era su primera Transpyr me dijo que le daba verg¨¹enza responderme: con esta lleva 11 de las 13 ediciones.
Cuando le veo bajar, ¨¢gil, tengo que obligarme a recordar que tiene 70 a?os. ¡°Fui jugador de waterpolo, estuve en un preol¨ªmpico, tuve mis a?os de abandono, pero encontr¨¦ la bicicleta y aqu¨ª sigo¡±, explica. Su gen¨¦tica hace el resto, y, como los Fedes, ha recorrido el planeta participando en carreras desde Nueva Zelanda a los Andes pasando por Sur¨¢frica y todos los rincones que quepa imaginar. ¡°Pero no he encontrado jam¨¢s ninguna prueba tan bella como la Transpyr, tan bien organizada, y el hecho de salir de una playa y tener que alcanzar otra le a?ade atractivo¡±, explica Ignacio. ?l entra en esa categor¨ªa de participantes que encuentra un bienestar en el viaje.
A modo de entrenamiento, sal¨ª varias veces a rodar en carretera. Me cruc¨¦ con muchos ciclistas, infinitamente m¨¢s que cuando corr¨ªa hace 30 a?os. Nos saludamos. Pero tambi¨¦n me adelantaron las denominadas grupetas, a toda velocidad y sin ninguna educaci¨®n. Ni un simple hola. La composici¨®n de las grupetas dar¨ªa para un estudio sociol¨®gico y puede que hasta psicol¨®gico. En la tienda de bicis en la que trabaj¨¦, sol¨ªan organizar sus tertulias un grupo de amigos que rodaban juntos los fines de semana. En una ocasi¨®n, ven¨ªan lanzados, relev¨¢ndose, cuando uno de ellos se cay¨® bajando un repecho. Todos fueron a verle al hospital, pero nadie de la grupeta se detuvo a socorrerle. Y existen similares relatos pavorosos.
Por supuesto, existen grupos que salen a rodar en perfecta armon¨ªa y solidaridad, pero los hay dominados por machos alfa que a cambio de comerse el viento tirando en cabeza dicen qui¨¦n, c¨®mo y d¨®nde tiene el privilegio de chupar sus ruedas. Gracias a la electricidad que impulsa mis piernas he rodado estos d¨ªas con los m¨¢s fuertes de entre los musculares y no he visto ning¨²n macho alfa pero s¨ª tipos que gritan de gozo volando cuesta abajo en un sendero perfecto y que se ayudan generosamente entre s¨ª a pesar de haberse conocido hace tres d¨ªas. ¡°Hemos comprobado con el paso de las ediciones que el perfil del participante ha variado: cada vez es menor el af¨¢n competitivo y mayores son las ganas de vivir una experiencia, un viaje de ¨ªndole personal¡±, asegura Oriol Sallent, coorganizador de la Transpyr.
Hoy era la etapa reina y hemos rodado brevemente por el Peyresourde y el Portillon, dejando enseguida el asfalto para bajar por donde las cabras se alimentan. Y as¨ª hemos dejado la vertiente norte del Pirineo para pasar al sur, al Valle de Ar¨¢n, con meta en Vielha. Aqu¨ª, a ambos lados de la frontera, los problemas coinciden: el esqu¨ª alpino, las m¨²ltiples peque?as estaciones francesas y la enorme Baqueira-Beret han estimulado la econom¨ªa local, pero se anuncia un fin de ciclo. Seg¨²n Domitien Detrie, director de la Agencia francesa de los Pirineos, ¡°es un hecho seguro que en 20 a?os ya no habr¨¢ estaciones de esqu¨ª, pero para adelantarnos a esa realidad hay que empezar a trabajar ya mismo¡±.
Aqu¨ª, en el entorno del Tourmalet, la industria no existe y la ganader¨ªa tiende a desaparecer. Nos vemos obligados a hacer algo para que esto no se quede sin gente y una de las cosas que queremos es potenciar el turismo de la bicicleta tirando de la historia del Tour, que coloca nuestros valles y puertos en un escaparate privilegiado. En los Alpes, por cada turista/esquiador hay 10 ciclistas con un gasto medio diario de 190 euros¡±, enfatiza. En este contexto, su agencia ha elaborado una gu¨ªa con 70 recorridos pirenaicos, en su lado norte, que los aficionados pueden descargarse en este enlace. El Valle de Ar¨¢n camina en direcci¨®n similar. Las tiendas de esqu¨ª y monta?a de Vielha coexisten ahora con las de bicis y se trata de estimular el turismo de monta?a estival y cultural.
En estas ocho horas de etapa he recordado qu¨¦ es lo que m¨¢s ech¨¦ en falta cuando la bici me colg¨®. No fue la adrenalina de las carreras ni el sue?o de ser un campe¨®n: fueron las horas de entrenamiento abandonado a los pensamientos, a la tarea sencilla de avanzar tanto f¨ªsica como emocionalmente. Era un oasis. Ahora que parecemos obligados a ser instrumentos multitarea tratando de ser muy eficaces y productivos haciendo malabarismos, pedalear perdido entre bosques, valles y collados parece un b¨¢lsamo de un valor dif¨ªcilmente cuantificable.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.