Por qu¨¦ el roc¨®dromo ha ganado la partida: el viaje de la escalada desde lo salvaje hacia lo as¨¦ptico
Escalar nunca ha sido m¨¢s popular que en la actualidad, pero en su camino de transformaci¨®n su tradici¨®n de aventura y compromiso ha quedado relegada y es hoy objeto de defensa de unos pocos
La escalada vive momentos parad¨®jicos: cuanto m¨¢s crece su popularidad, m¨¢s se aleja de su esencia. Nunca ha habido tantos escaladores, mujeres y hombres de todas las edades seducidos por los espacios interiores, las presas de resina y la comuni¨®n social que ofrecen espacios de interior como los r¨®codromos. Nunca han existido tantos roc¨®dromos, que surgen como setas en todo el planeta. En paralelo, la escalada deportiva, el acto de escalar en la naturaleza, en roca, tambi¨¦n conoce un auge enorme, incluso cierta saturaci¨®n: muchos adoran estar al aire libre y moverse en v¨ªas equipadas, seguras, protegidas por anclajes fijos colocados con taladro. La escalada deportiva naci¨® en los a?os 80 del pasado siglo y caus¨® una fractura enorme con la tradici¨®n: lo f¨ªsico se antepuso a lo salvaje. Hasta la explosi¨®n de la deportiva, los escaladores afrontaban las paredes asumiendo un compromiso importante: caerse pod¨ªa derivar en un accidente fatal, sobre todo porque ellos mismos colocaban sobre la marcha los seguros (pitones, empotradores, cintas en bloques, etc) aprovechando las debilidades del terreno, las fisuras que ofrece la roca. As¨ª se escal¨® durante un siglo. La deportiva no solo trajo consigo el beneficio de la seguridad, sino que elev¨® hasta dimensiones desconocidas la dificultad: ahora que caerse no ten¨ªa consecuencias, los escaladores pod¨ªan probar movimientos cada vez m¨¢s dif¨ªciles. La escalada pas¨® de ser una actividad de alto compromiso y experiencia a ser un deporte m¨¢s. La escalada tradicional convive con la deportiva desde hace casi 40 a?os, pero el desequilibrio entre una y otra cada vez es m¨¢s flagrante.
El italiano Jacopo Larcher, escalador profesional el equipo The North Face, se ha convertido en uno de los grandes defensores de la escalada tradicional, un divulgador que ofrece su ejemplo y cuidados v¨ªdeos did¨¢cticos destinados a la juventud. ¡°No es que me haya propuesto defender la escalada tradicional, pero s¨ª divulgarla, recordar que hubo una forma de escalar que se est¨¢ perdiendo. He escalado mucho en Francia, Espa?a, Suiza, Italia y veo que la escalada tradicional ya no es algo com¨²n, habitual. Se practica mucho la escalada deportiva, pero hay mucha gente que desconoce este otro tipo de escalada. Muchos creen que es muy peligrosa, pero no tiene por qu¨¦ serlo. Todo el mundo es libre de escoger la forma de escalar que desee, pero creo que es una pena que no se sepa que existen otras formas de afrontar las paredes¡±, explica en conversaci¨®n telef¨®nica. Larcher y su pareja Babsi Zangerl han escalado en libre, juntos, parte de las v¨ªas m¨¢s severas de Yosemite y han superado buena parte de las v¨ªas m¨¢s duras que existen en autoprotecci¨®n. El reto es no solo f¨ªsico, sino psicol¨®gico, matiz que lo cambia todo: no es lo mismo hacer fuerza y caerte a sabiendas de que nada ocurrir¨¢, que hacerlo sin saber qu¨¦ consecuencias tendr¨¢ una ca¨ªda. ¡°Yo empec¨¦ a escalar en espacios de interior, compitiendo, luego pas¨¦ a la deportiva en roca y despu¨¦s quise hacer algo m¨¢s aventurero¡ Sent¨ªa que necesitaba algo m¨¢s y acab¨¦ en la escalada tradicional. Ten¨ªa 25 a?os. Lo que me motivaba no era alcanzar mi l¨ªmite f¨ªsico, sino explorar m¨¢s, ver diferentes aspectos de la escalada, y lo que me fascin¨® fue que la autoprotecci¨®n no solo trataba de llevarme al l¨ªmite f¨ªsico, sino tambi¨¦n psicol¨®gico¡±, explica Larcher.
¡°Al principio pasaba mucho, mucho miedo. No confiaba en las protecciones y me daba pavor caerme. Hasta que aprend¨ª a fiarme del material¡ Despu¨¦s te abres a aceptar riesgos, pero no siempre est¨¢s abierto a pasar miedo. Mucha gente piensa, incluso gente muy fuerte, que escalar en forma tradicional es arriesgar tu vida cada vez que escalas, y no es as¨ª¡±.
Jacopo larcher considera crucial informar a los j¨®venes, ¡°porque la mayor¨ªa de los reci¨¦n llegados no conocen la escalada tradicional, o creen que solo se puede hacer en las monta?as, lejos. Es importante explicarles en qu¨¦ consiste, su ¨¦tica, decirles que los materiales han cambiado y mejorado y que ahora no es tan peligroso, educarles en este sentido. Por ejemplo, yo mismo pensaba que la autoprotecci¨®n era algo peligroso, algo que temer, pero luego ves que un empotrador en una fisura de granito es un seguro a prueba de bombas, y este es el mensaje que deber¨ªamos lanzar¡±.
Escalar en las monta?as, grandes paredes, gestionar el riesgo, aprender a protegerse implica una dedicaci¨®n multidisciplinar que exige un enorme compromiso¡ en un momento en el que la inmediatez lo inunda todo. ¡°Es muy dif¨ªcil cambiar las mentalidades, sobre todo porque la sociedad tiende al conservadurismo, al riesgo cero, al control de casi todo, as¨ª que solo podemos tratar de divulgar de la mejor manera posible las bondades de este tipo de escalada, con v¨ªdeos, art¨ªculos¡ o ense?arlo en los roc¨®dromos. Antes la gente acud¨ªa a los roc¨®dromos para entrenarse para la roca, pero ahora lo ven como un fin en s¨ª mismo¡ me resulta muy curioso¡±, reconoce Larcher.
Mikel Zabalza es uno de los grandes alpinistas espa?oles de este siglo y el director del equipo de j¨®venes de la FEDME. A sus 53 a?os mantiene una motivaci¨®n sorprendente que le permite seguir abriendo nuevas rutas o firmar primeras ascensiones en el Himalaya. ¡°Es cierto que, de todos los escaladores, solo una parte muy peque?a escala en monta?a y con autoprotecci¨®n. Antes, todos los que escal¨¢bamos o casi todos, lo hac¨ªamos en monta?a, ese era el reto que busc¨¢bamos. De todos mis amigos con los que empec¨¦ muchos lo han dejado, aunque hay alguno que ahora vuelve, pero lo normal es dejarlo bien porque el f¨ªsico no acompa?a, o porque la edad te hace m¨¢s cauto, pero sobre todo, porque la motivaci¨®n para exponerse, para ir al barro, disminuye¡±, analiza Zabalza.
El componente psicol¨®gico de la escalada tradicional es un gran factor limitante y no siempre relacionado con las capacidades atl¨¦ticas: escaladores tremendamente fuertes en la ¨¦lite de la dificultad no quieren ni o¨ªr hablar de la autoprotecci¨®n. A la inversa, escaladores modestos se mueven con enorme eficacia en terrenos donde manda el sentido de la aventura.
¡°Yo creo¡±, asegura Zabalza, ¡°que siempre va a haber gente con sed de aventura, con ganas de retos psicol¨®gicos y f¨ªsicos. No va a desaparecer el estilo tradicional, pero va a vivir en un nicho. Por ejemplo, los j¨®venes del equipo espa?ol de alpinismo siguen estando motivados, pero cada vez vienen m¨¢s comodones porque est¨¢n acostumbrados a que les hagan todo. Una vez que se meten en faena se emplean a fondo, pero el empuj¨®n inicial es menos natural que en el pasado. En mi caso, sigo motivado con la aventura, pero es cierto que escojo retos que casen con mis facultades f¨ªsicas y t¨¦cnicas del momento¡±.
Jacopo Larcher toca casi todas las disciplinas de escalada que existen, es su manera de crecer como escalador, pero a la hora de describir su idilio con la tradici¨®n el discurso sale solo: ¡°Me encanta el sentimiento de sobreponerme al miedo, a mis miedos, es una sensaci¨®n muy poderosa, una recompensa dif¨ªcil de explicar. Es algo que no te da la escalada deportiva. Y me motiva. Me encanta el proceso de avanzar pese al miedo, la concentraci¨®n necesaria, los movimientos calculados, el compromiso¡ adaptarme a lo que me ofrece la roca. Ser capaz de escalar rutas que son escalables pero dif¨ªciles de proteger por ti mismo¡±. Es un mundo en el que todo cobra un brillo de autenticidad.
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