Kilian Jornet se traga los Alpes y redefine los l¨ªmites del alpinismo cl¨¢sico
En su mejor versi¨®n como alpinista, el catal¨¢n escala en apenas 19 d¨ªas los 82 ¡®cuatromiles¡¯ repartidos entre Suiza, Italia y Francia
Arrasados los Alpes, el juego del alpinismo alcanza una dimensi¨®n nueva de la mano de Kilian Jornet. Transgredir los l¨ªmites imaginados, evolucionar, crecer, ir m¨¢s all¨¢ y regresar, so?ar que algo es posible cuando nadie ha osado siquiera imaginarlo¡ forma parte de la historia que recoge el paso del ser humano por las monta?as. Cuesta un mundo adjetivar de forma fresca el ¨²ltimo logro de Kilian Jornet: sobrevolar en tiempo r¨¦cord el arco alpino pasando por todas y cada una de sus 82 cimas de m¨¢s de 4.000 metros. Ciertamente, no es el triunfo de un atleta de ultrafondo, sino el de un alpinista may¨²sculo, por mucho que su perfil no sea tan t¨¦cnico como, por ejemplo, lo fue el de Ueli Steck, la m¨¢quina suiza, quien tambi¨¦n escal¨® (en 2015) todos los cuatromiles¡ en 62 d¨ªas. Kilian ha necesitado apenas 19 d¨ªas. El dato lo dice todo, porque Steck no solo era un alpinista t¨¦cnicamente superdotado, sino un verdadero pulm¨®n con piernas. Tampoco parece casual que el catal¨¢n haya terminado su viaje en los ?crins acompa?ado por el franc¨¦s Benjamin V¨¦drines, un alpinista de ¨¦lite, t¨¦cnicamente irreprochable, pero capaz tambi¨¦n de volar: necesit¨® hace escasas semanas 11 horas para escalar el K2.
No tiene sentido imaginar al corredor del Ultra Trail del Mont Blanc, de la Zegama-Azkorri o de la Zinal, ni a la persona que ha colocado el gesto de correr por la monta?a en todas los escaparates de las tiendas del ramo: Jornet ha cambiado de piel para sacudir los cimientos del alpinismo a base de piernas, conocimiento del terreno y destreza. Su viaje alpino marca el camino a seguir para aquellos que deseen participar de la evoluci¨®n de una actividad donde los errores se pagan con la vida. Y en su loca cabalgada por los Alpes, Kilian ha asumido riesgos: ha avanzado de noche y a toda pastilla (a veces por elecci¨®n y otras porque no hab¨ªa m¨¢s remedio) por un universo en decadencia acelerada por el cambio clim¨¢tico, un terreno que se desmorona, con grietas traidoras, aristas descompuestas, ca¨ªda de rocas¡
Jornet empez¨® su reto el pasado d¨ªa 13 de agosto a las 5 de la ma?ana, en el extremo oriental suizo de los Alpes y sin ofrecer demasiadas pistas acerca de su hoja de ruta, m¨¢s all¨¢ de expresar su deseo de ¡°descubrir sus l¨ªmites¡± f¨ªsicos y psicol¨®gicos. Enseguida pareci¨® evidente que el catal¨¢n deseaba escalar todos y cada uno de los cuatromiles a su paso. Faltaba aclarar c¨®mo pretend¨ªa hacerlo: en los c¨®digos del alpinismo, importa m¨¢s el c¨®mo que el qu¨¦. Por ejemplo: hace apenas un mes, un gu¨ªa y su cliente, ambos suizos, escalaron tambi¨¦n los 82 cuatromiles en 51 d¨ªas¡ despegando en parapente desde las cimas, luego ahorrando muchas horas y metros de desnivel negativo en las piernas. Su admirable gesta no admite comparaci¨®n, por tanto, con el periplo de Jornet.
El estilo, los medios empleados y la ¨¦tica pesan mucho m¨¢s que el fin obtenido, por eso result¨® chocante que Jornet no hablase a las claras de la finalidad de su proyecto y de los m¨¢rgenes se?alados para afrontarlo. Si bien dej¨® dicho que no usar¨ªa nada que no fuesen sus piernas para moverse y enlaz¨® algunos valles pedaleando sobre su bicicleta de carretera, su periplo no fue afrontado en autonom¨ªa, sino apoy¨¢ndose en un equipo de media docena de personas que le asistieron, alimentaron o equiparon adem¨¢s de filmarle. Tampoco puede contar como una gesta en solitario, puesto que varios gu¨ªas y alpinistas le han acompa?ado a ratos en su periplo, una decisi¨®n acertada que ha mejorado notablemente su margen de seguridad. Los puristas observan que es un deber de todo alpinista medi¨¢tico demostrar y explicar a las claras qu¨¦ hace y c¨®mo. Alpinistas de pedigr¨ª que no deseaban ser medi¨¢ticos, como Jordi Corominas, guardan en las sombras el 80% de su curr¨ªculo: jam¨¢s necesitaron dar explicaciones porque siempre escogieron la libertad del anonimato.
Si Kilian Jornet es uno de los abanderados de la era del alpinismo de cron¨®metro, los fr¨ªos datos que arroja su reto causan estupor, cuando no incomprensi¨®n: cerca de 1.100 kil¨®metros recorridos, poco m¨¢s de 300 horas y algo m¨¢s de 70.000 metros de desnivel positivo, sin olvidar casi id¨¦ntico desnivel negativo. Tremendo.
Detr¨¢s de estas cifras inhumanas, o escondidas entre ellas, Jornet deseaba alcanzar un mayor grado de ¡°conocimiento¡± de s¨ª mismo: saber qu¨¦ podr¨ªa frenarle antes, si su motor o su mente. Saber hasta d¨®nde puede llegar. El atleta catal¨¢n aseguraba poco despu¨¦s de zanjar su reto que este hab¨ªa sido uno de los ¡°m¨¢s exigentes a todos los niveles¡±: f¨ªsico, t¨¦cnico y psicol¨®gico. ¡°Necesito tiempo para procesar lo vivido. Tengo en la cabeza los amaneceres y atardeceres maravillosos que he visto, las risas con los amigos que me han acompa?ado. En breve compartir¨¦ de forma extensa un an¨¢lisis de lo realizado¡±.
Si su organismo parece intacto, incluso en el mejor punto de forma de su existencia, el pulso con su mente ha sido algo m¨¢s severo, tal y como reconoc¨ªa hace escasos d¨ªas. Acostumbrado a medir todo lo que hace, a valorarlo y extraer conclusiones que le lleven a mejorar, si cabe, muchos esperan ahora su testimonio, que se antoja como un manual de futuro. Uno de los viajes de monta?a m¨¢s alucinantes perpetrados por un ser humano.
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