Las invasiones del ej¨¦rcito de la falda de los cuadros escoceses
Aunque el Tartan Army solo tiene 2.600 entradas, los trenes desde Glasgow est¨¢n llenos y Londres teme 20.000 ¡®fans¡¯ con sus caracter¨ªsticos ¡®kilts¡¯
Inglaterra juega con la impresi¨®n de que es la selecci¨®n anfitriona de una Eurocopa dispersa. Por el calendario ¡ªsi alcanzan la final podr¨ªan jugar seis de sus siete partidos en Wembley¡ª y por las restricciones de movilidad por la pandemia, que condenan a los visitantes a verse casi solos en el estadio. Salvo si, como este viernes, el visitante es Escocia, dentro de los l¨ªmites del Reino Unido y territorio del Tartan Army, el ej¨¦rcito del tart¨¢n, el tejido de cuadros con el que se confeccionan los kilts, las t¨ªpicas faldas escocesas con las que se viste desde el Mundial de Francia 98 una de las aficiones m¨¢s viajeras y caracter¨ªsticas.
La organizaci¨®n solo les ha vendido 2.600 entradas de las 22.500 disponibles, pero el alcalde de Londres, Sadiq Khan, lleva d¨ªas temiendo encontrarse con m¨¢s de 20.000 escoceses vagando por la ciudad, bajo la intensa lluvia prevista. Adem¨¢s, la capital mantiene restricciones de aforo en los pubs, y Trafalgar Square, tradicional zona de reuni¨®n de los visitantes, reservada para que un grupo de trabajadores esenciales vea el encuentro en pantalla gigante y con distancia social. Khan les ha pedido que no vengan, pero todos los billetes de trenes est¨¢n vendidos.
En realidad, para la tradici¨®n del Tartan Army en Wembley, 20.000 tampoco es tanto. ¡°En los a?os setenta pod¨ªan viajar 100.000 escoceses por ese partido¡±, asegura Harmish Husband, uno de los portavoces de las pe?as que componen el ej¨¦rcito de la falda de los cuadros escoceses. Aunque ¨¦l no la vestir¨¢ este viernes: ¡°Ahora llevo pantalones. Mi madre sol¨ªa hacerme llevar kilt de ni?o y nunca me gust¨®¡±, dice. En el hogar de los Husband, los Escocia-Inglaterra son una vieja tradici¨®n familiar: ¡°Mi abuelo y mi padre fueron por primera vez a este partido en 1946 en Hampden, con 130.000 personas. Mi padre ten¨ªa 13 a?os y desde entonces fueron juntos cada dos a?os, que es cuando se repet¨ªa el encuentro. Luego se estren¨® en Wembley en 1957, y a m¨ª me llevaron por primera vez a Hampden en 1966. Ten¨ªa ocho a?os y me impresion¨® la multitud. Perdimos 4-3. Este va a ser mi 28? Escocia-Inglaterra. Creo que me lo he tomado demasiado en serio¡±, r¨ªe.
Esta vez ser¨¢ distinta: por la pandemia, apenas se han organizado viajes en autob¨²s, algo muy habitual antes, y muchos han decidido conducir solos. Husband, trabajador social de 63 a?os, emprendi¨® este jueves un largo viaje de casi ocho horas desde Ayr, 60 kil¨®metros al suroeste de Glasgow.
Lleva un par de d¨ªas muy nervioso. Algunos de los mejores recuerdos de su vida est¨¢n anclados en Wembley. Como los del partido de 1977: ¡°Ganamos 2-1, y hab¨ªa unos 60.000 o 70.000 escoceses en el estadio. Despu¨¦s de la invasi¨®n tras el encuentro de 1967, cuando fuimos la primera selecci¨®n en ganar al campe¨®n del mundo del 66 y la gente se llev¨® el c¨¦sped a pedazos, todos sab¨ªamos que al acabar tambi¨¦n ¨ªbamos a entrar al campo. No hab¨ªa duda. Algunos treparon al larguero y se rompi¨®. Se llevaron los trozos y lo vimos luego fuera del estadio. Los escoceses se lo llevaron a casa en sus autobuses¡±, recuerda Husband.
¡°El partido significa m¨¢s para los escoceses que para los ingleses¡±, dice. ¡°Nos subestiman. Hablan de que el partido es importante ¡ª'¨²nico¡¯, lo llam¨® Rashford¡ª, pero en realidad solo hablan de la siguiente ronda. Nosotros solo hablamos de que pierdan contra Alemania en los penaltis¡±, r¨ªe. ¡°Ojal¨¢¡±.
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