Forrado de leyes, f¨²tbol sin ley
De las cuatro reglas, este deporte ha pasado a los logaritmos neperianos y no hay quien lo entienda
Muri¨® el f¨²tbol de las cuatro reglas, intuitivo, un poco el¨¢stico y a veces golferas, que serv¨ªa para todos. Juego de reglamento sencillo que entraba por la piel. Lo entend¨ªa igual de bien el futbolista profesional y el cr¨ªo que empezaba a patear el bal¨®n. No le fue mal a ese f¨²tbol sin pretensiones que, de vez en cuando, detectaba un problema y lo arreglaba. Cuando la cesi¨®n de la pelota al portero se volvi¨® escandalosa, se cambi¨® la norma y el juego cobr¨® una nueva vitalidad. No hab¨ªa que ser un genio para comprender la decisi¨®n y seguir adelante. Ese tiempo ha terminado. De las cuatro reglas, el f¨²tbol ha pasado a los logaritmos neperianos y no hay quien lo entienda.
En la ¨²ltima semana se han producido nuevos casos que explican el desconcierto general, provocado por la masiva invasi¨®n de normas que de un tiempo a esta parte nos alteran y confunden. En el partido Atl¨¦tico de Madrid-Feyenoord, el ¨¢rbitro concedi¨® dos goles a Morata, que se aprovech¨® de dos ¨®rsays de Sa¨²l y Griezmann. El primero fue calcado al gol de Mbapp¨¦ contra Espa?a en la final de la Liga de las Naciones en 2021. El de la victoria, por si hiciera falta recordarlo. Como Eric Garc¨ªa aquella noche, un defensa holand¨¦s actu¨® in extremis para despejar el pase al jugador que estaba a su espalda, en clamoroso fuera de juego. La pelota sali¨® dirigida a Morata, que marc¨®. Desde el VAR se reclam¨® la presencia del ¨¢rbitro, el ingl¨¦s Anthony Taylor. Acudi¨® a la pantalla y no vari¨® su decisi¨®n. Gol.
A ra¨ªz del gol de Mbapp¨¦ contra Espa?a ¡ªen posici¨®n ilegal, se aprovech¨® del apurad¨ªsimo despeje de Eric Garc¨ªa¡ª, se abri¨® un debate monumental que la International Board, el papado del f¨²tbol en cuestiones arbitrales, cerr¨® poco despu¨¦s con una circular: ¡°No es juego deliberado cuando el defensor toca el bal¨®n de manera forzada, teniendo que extender sus extremidades para alcanzar la pelota, sin tiempo para realizar el control del cuerpo y la situaci¨®n¡±.
Taylor olvid¨® la dichosa circular en el primer gol y confirm¨® el segundo, un cabezazo de Morata, que sac¨® ventaja de la posici¨®n ilegal de Griezmann y su evidente intervenci¨®n en la jugada. No toc¨® la pelota, pero acudi¨® al centro. Una jugada similar, sancionada con un criterio diferente, se produjo en el Granada-Barcelona en el gol anulado a Jo?o F¨¦lix. El ¨¢rbitro, Soto Grado, decret¨® fuera de juego por el intento de remate de Ferran Torres, en una posici¨®n tan ilegal como la de Griezmann, aunque menos n¨ªtida. Decisiones opuestas para una misma jugada, con el ojo vigilante del VAR y un pu?ado de ¨¢rbitros en el cuarto oscuro.
En el Atl¨¦tico-Real Sociedad, Munuera tuvo un problema de manos: las de Morata en su ¨¢rea y de Carlos Fern¨¢ndez en la suya. Decret¨® penalti en la acci¨®n del jugador de la Real Sociedad y no en la de Morata. Cuando se trata de las manos en ¨¢rea, que Dios nos ayude, porque no hay circular que lo aclare. Entrenadores, jugadores y aficionados confiesan su desaliento en este carajal, presidido por el descr¨¦dito del arbitraje, una industria creciente que ha encontrado en el VAR el mejor aliado para manosear el f¨²tbol y llevarlo a un estado de m¨¢xima confusi¨®n.
Es un problema de alcance universal. En la Premier League se suceden las lamentaciones del organismo encargado de gestionar el VAR por errores incomprensibles, tan incomprensibles en Inglaterra como en Espa?a, donde ni tan siquiera se practica la elegancia de la disculpa en un f¨²tbol cada vez m¨¢s forrado de leyes, pero cada vez m¨¢s alejado de la vieja ley, la que se bastaba con cuatro reglas.
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