Un a?o probando la grada del Rayo
Hacerse de un equipo no suele ser una decisi¨®n racional, se toma mayoritariamente durante la infancia, aunque a veces hay excepciones
La relaci¨®n del hincha de f¨²tbol con su equipo va evolucionando con el paso del tiempo. La persona que inicia una relaci¨®n con un escudo no ser¨¢ la misma diez, treinta o cincuenta a?os despu¨¦s. Llegar¨¢, seguramente, por herencia familiar o por accidente -los caminos del amor a un equipo son inescrutables-. A medida que avance el tiempo, ir¨¢ creando su propia historia con la camiseta, con el estadio y con el resto de personas que comparten su pasi¨®n. Se ir¨¢ impregnando del alma de la entidad a la que apoya. Llegar¨¢ un punto en el que conocer¨¢ hasta el ¨²ltimo resquicio. Y, al igual que cuando se intenta explicar a alguien reci¨¦n llegado al f¨²tbol la regla del fuera de juego, dif¨ªcilmente podr¨¢ poner el amor por su equipo y el grado de conocimiento del mismo en palabras que suenen claras para un interlocutor ajeno a todo ello. Es una relaci¨®n tan honda y tan inconsciente que resulta dif¨ªcil de explicar. Hacerse de un equipo no suele ser una decisi¨®n racional -se toma, mayoritariamente, durante la infancia-. Aunque a veces una decisi¨®n racional, tomada ya en la cincuentena, puede llevar a explicar un club.
Ese fue el camino que tom¨® el escritor y guionista Nicol¨¢s Casariego. En el caluroso verano de 2022, mientras tomaba un tinto de verano y fumaba en la terraza de un bar, decidi¨® hacerse socio del Rayo Vallecano. Vivir una temporada completa con el equipo de la franja roja. ?l, madridista desde peque?o. Asiduo al Santiago Bernab¨¦u -aunque cada vez menos-. Se subi¨® al metro y se baj¨® en la estaci¨®n de Portazgo. 32 horas despu¨¦s, era el socio 15.885 del equipo de Vallecas. Estaba a punto de arrancar una historia que terminar¨¢ yendo mucho m¨¢s all¨¢ del f¨²tbol y que se recoge en Rayograf¨ªa (Debate). A trav¨¦s del f¨²tbol, Casariego habla de muchas otras cosas. De la identidad, de las pasiones, de la sociedad o del urbanismo que explica una ciudad. Narrado en primera persona, el autor va sintiendo m¨¢s y m¨¢s cosas a medida que avanza el relato; ?qui¨¦n podr¨ªa no hacerlo despu¨¦s de comer un men¨² del d¨ªa con los veteranos del club en un encuentro que termina con una partida Fe mus?. Con sutiles toques de humor, el libro ofrece la posibilidad de adentrarse en los bares que rodean al estadio, los autobuses en los que se viaja para seguir al equipo o en las gradas de los estadios, ese espacio en el que suceden tantas cosas en tan poco tiempo. Es, tambi¨¦n, un peculiar ensayo sobre las emociones. Sobre todo lo que rodea ese instante en el que tu equipo marca el gol de la victoria en el ¨²ltimo minuto y te abrazas con personas que no conoc¨ªas, gritas, saltas y te das cuenta de que no entiendes nada y que, al mismo tiempo, lo est¨¢s entendiendo todo.
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