La ¨²ltima jugada
En el f¨²tbol solo cambian nuestras opiniones, condicionadas por el ¨²ltimo partido, por el ¨²ltimo resultado
Juego inconstante
¡°El Madrid nunca me falla¡±, me dijo un socio del club. Me son¨® bien, pero volver¨¦ a preguntarle cuando el Madrid no se est¨¦ paseando por Liga y Champions. ¡°En el f¨²tbol nada dura¡±, me dijo un gran entrenador acorralado por los malos resultados, y eso me son¨® m¨¢s realista. El ¨¦xito y el fracaso, adem¨¢s de farsantes, cada d¨ªa son m¨¢s inconstantes y me pongo a buscar pruebas. Rodrygo, que hace un mes estaba en sequ¨ªa goleadora y perseguido por los cr¨ªticos m¨¢s impacientes, se convirti¨® en salvador en apenas dos partidos. Ya lo hab¨ªamos visto colgado del aire, como un colibr¨ª, en aquel gol frente al City. Ahora, con la pelota pegada al pie y esos quiebres de bailar¨ªn, convierte cada gol en una exhibici¨®n de equilibrismo. ?Ha cambiado Rodrygo? No, solo cambian nuestras opiniones, condicionadas por el ¨²ltimo partido, por la ¨²ltima jugada.
?Bueno o malo?
Sospecho de las olas de entusiasmo tanto como de las catastrofistas, as¨ª que intento definir y evaluar a un jugador cuanto antes. Rodrygo est¨¢ en su temporada n¨²mero cinco en el Real Madrid, tiempo suficiente como para adjudicarle un valor. Para m¨ª es un ocho sobre diez con posibilidades de subir un escal¨®n. Cada a?o muestra cosas diferentes y a estas alturas siente al Bernab¨¦u como su casa. Forma parte de lo normal que en la temporada su nivel tenga fases de seis puntos o picos de diez. Pero ni cuando juega para seis es un jugador normal ni cuando juega para diez es un genio. Si aceptamos que su nivel es de ocho puntos, puede caberle alguna cr¨ªtica ocasional, pero desde la tranquilidad de que estamos ante un jugador de nivel Real Madrid, que no es poca cosa. Lo de Rodrygo no es un caso aislado. A lo largo de la temporada, cada semana nos encontramos con ejemplos igual de desconcertantes.
Nadie se salva
En el Bar?a, los ¡°Jo?os¡± (Jo?o F¨¦lix y Cancelo) parec¨ªan un problema hasta que frente al Oporto se convirtieron en soluci¨®n. Afortunadamente los dos marcaron goles y los dos fueron decisivos, de modo que el periodismo pudo seguir evalu¨¢ndolos conjuntamente, como si fueran una pareja de baile. Son trayectorias demasiado largas como para cambiar su valor en cada partido o para puntuarlos como si fueran siameses. Pero m¨¢s grave son los vaivenes de los entrenadores, siempre indefensos ante las mareas pasionales. A Xavi, campe¨®n de Liga en medio de un club con graves penurias econ¨®micas, le bastaron unos pocos empates para convertirse en sospechoso. Por no hablar de Diego Alonso, al que el club intenta respaldar y, sin embargo, el periodismo viene echando desde que aterriz¨® en Sevilla. ?Qui¨¦n puede trabajar en esas condiciones?
La guillotina la maneja el resultado
Yo, que viv¨ª en el monstruo y conozco sus entra?as, s¨¦ el tipo de apremio que provocan las derrotas y la tembladera que producen en un club. En muchas ocasiones la mejor soluci¨®n es quedarse quieto, pero los peri¨®dicos hacen encuestas sangrientas, los aficionados piden acci¨®n y los directivos se siente amenazados. Sin embargo, a¨²n con reacciones honestas, hinchas, periodistas y hasta buena parte de los directivos, son testigos lejanos. Solo los que tienen acceso al vestuario saben medir la entereza del entrenador y saben interpretar las se?ales preocupantes o tranquilizadoras de un partido. Si los jugadores son respetuosos con el planteamiento y generosos en el esfuerzo, es porque la palabra del entrenador a¨²n es cre¨ªble y el compromiso se mantiene vivo. Diga lo que diga el resultado, que es el verdugo que mejor maneja la guillotina.
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